Por Salvador Di Stéfano
La Argentina afronta en los próximos meses elecciones presidenciales, ambas propuestas no satisfacen a la mayoría de los argentinos, la gente votara por el menos malo de los dos, sin embargo, una porción muy grande de la población vota de acuerdo a su realidad personal al momento de emitir el voto.
Es muy popular la frase todos somos peronistas, porque en las fórmulas presidenciales hay alguien del partido de Perón. Sin embargo, la gran mayoría de los argentinos son del partido del dólar, esa moneda que se guarda en un cofre esperando que los políticos de turno se equivoquen.
Los datos de la economía doméstica nos muestran una mejora sustancial de los indicadores económicos, ya que registran un ajuste único en la historia económica argentina. Seguramente estos números serán destacados por los organismos financieros internacionales, inversores del exterior y las apuestas crecerán sobre los activos financieros locales.
Sin embargo, las elecciones son otro partido, allí votan los actores principales del ajuste, aquellos cuyos ingresos se han incrementado el 38% en el último año, conviven con una inflación del 55% anual, y ven que los alimentos aumentan el 80% anual. Este es otro partido, y es el que se juega en las PASO del 11 de agosto próximo.
Vivimos un escenario binario, el resultado fiscal primario al año 2015 era de un déficit de u$s27.940 millones, el déficit anualizado a mayo de 2019 alcanzaba solo u$s5.631 millones, se recortó en u$s22.309 millones.
La reducción del déficit es una política correcta, el problema es que en el año 2016 nadie les explicó a los ciudadanos el Gobierno siguió durante dos años con una política económica laxa. En 2017 el déficit era de u$s22.833 millones, y casi no hubo ajuste en los dos primeros años del Gobierno. Así fue como en 2017 el oficialismo ganó las elecciones caminando.
Pasado aquel año, sobreviene la guerra comercial entre Estados Unidos y China, se corta el financiamiento internacional, no tenemos crédito e iniciamos el camino del ajuste, entre junio de 2018 y la actualidad el déficit se redujo en s$s15.000 millones, producto de mayores impuestos, quita de subsidios y una reducción de gasto público que nos colocó en una de las peores recesiones económicas de la historia.
Si bien en la actualidad los números fiscales lucen muy interesantes, y están alentando las compras de nuestros bonos en el exterior, llevando el riesgo país a perforar la zona de 800 puntos – cuando apenas una semana atrás se ubicaba en torno de 1.000 puntos – es muy distinta la situación en el mercado financiero versus la economía real.
En la calle no se ha recuperado la venta de supermercados, autoservicios mayoristas, centros de compra y comercios ligados a artículos del hogar. La venta de autos y motos cayeron el 50%. El crédito, que es el principal dinamizador de las ventas de bienes durables, está ausente en el mercado: en el último año el stock de préstamos no aumentó, lo que implica que cayó en términos reales más del 50%.
Los datos de inversión descienden estrepitosamente, la posibilidad de un cambio de Gobierno, reglas poco claras para invertir, y la falta de financiamiento hacen que se posterguen todas las decisiones de inversión, esto atenta contra la creación de nuevos empleos.
La economía argentina seguirá hasta fin de año por un camino muy angosto, la estabilidad del tipo de cambio lleva tranquilidad a los actores económicos. Seguramente esta escasa volatilidad del dólar traería calma a los precios, el gran aporte del congelamiento de tarifas ayuda, pero no es del todo suficiente.
La inflación en el mejor escenario bajaría al 2% mensual en los próximos meses, muy poco para esperanzarnos con una mejoría de ventas y el retorno del crédito al mercado.
La Argentina afronta en los próximos meses elecciones presidenciales, ambas propuestas no satisfacen a la mayoría de los argentinos, la gente votara por el menos malo de los dos, sin embargo, una porción muy grande de la población vota de acuerdo a su realidad personal al momento de emitir el voto, con un peso muy alto en su situación económica.
Todo esto hace que las elecciones sean impredecibles, no hay ganador a la vista y el resultado es una moneda en el aire.
Conclusión
- No vemos en el horizonte un escenario económico reactivante.
- La caída del riesgo país, la suba de los bonos y acciones en dólares hacen interesante invertir en el mercado de capitales; claramente hay un apoyo al Gobierno desde el exterior, y si nos guiamos por estas variables es un claro ganador.
- La falta de reactivación económica hace dudar de que el Gobierno pueda tener un resultado favorable en las elecciones, dado que la inflación no cederá a niveles inferiores al 40% anual al momento de votar; el crédito difícilmente se recupere y la inversión está anestesiada.
- El acuerdo entre Mercosur y Unión Europea es una interesante mirada de Argentina proyectada en el mundo. Entre el G20 y este acuerdo reciente nos hemos posicionado mucho mejor entre el concierto de las naciones desarrolladas. Debemos tener presente que para que estos acuerdos y relaciones se hagan realidad deben pasar muchos años, y la Argentina es un país poco paciente para esperar logros de mediano y largo plazo.
- Los argentinos estaban enojados con la administración K porque había instaurado el cepo. El gobierno de Mauricio Macri liberó el mercado cambiario. Esto llevó a que los argentinos atesoraran más de u$s45.000 millones desde 2016 a la fecha, dinero guardado en caja de seguridad que no genera multiplicación en la economía doméstica. ¿Será que los argentinos nos preparamos para sufrir? Por si esto fuera poco, bajo el gobierno de Macri se giraron al exterior más de u$s60.000 millones.
- La elección presidencial gira entre Mauricio y Cristina, sin embargo, en Argentina la gran mayoría son del partido del dólar, una moneda extranjera que es elegida como moneda nacional, que se guarda en un cofre como en la era del paleolítico. Muchos esperan que aumente su precio ante la impericia y la falta de idoneidad de los gobernantes de turno. Así es difícil que salgamos adelante. Si nosotros no le creemos a nadie, ¿por qué el mundo va a creer en nosotros?
Fuente: https://www.ambito.com/ni-macri-ni-cristina-se-vota-el-dolar-n5040760