Ser menos peor que el anterior no asegura la solución de nuestros dramas. Los gobiernos se conocen cuando ganan, por lo que, desde octubre, estamos comenzando a vislumbrar al verdadero oficialismo, uno que claramente decidió permanecer firme en una estrategia de gasto sin corrección, de déficit sin achique y de endeudamiento externo a escala. Tengo la preocupante sensación de que la principal meta de este gobierno es la colonización del Conurbano bonaerense. El oficialismo tiene un razonamiento central básicamente falaz: pretende girar en torno a un drama no resuelto, exceso de gasto y déficit, y espera que la inercia lo solucione mágicamente, la pérdida de eficacia en la política antiinflacionaria del BCRA es uno, de varios síntomas en esta dirección. Ser testarudos y no reconocer errores básicos, gana elecciones en el corto plazo, el populismo debe ser para los funcionarios un afrodisíaco altamente tentador e irresistible que les nubla el pensamiento racional. No basta con meter gente presa, se necesita muchísimo más para encauzarnos hacia un sendero de normalidad y no parecería observarse a un sólo político querer resignar sus múltiples privilegios hacia dicho objetivo. En el contexto del pacto fiscal que nos vienen relatando por TV, hubiera esperado en vez de sonrisas generalizadas y felicitaciones cruzadas, un alegato a la austeridad, aspecto sumamente ausente en especial, para un estado que está totalmente quebrado. Paradójicamente, el gran faltante del acuerdo fiscal es precisamente, la reducción del gasto, todo se toca, menos lo que verdaderamente importa, un clásico de Cambiemos, campeones de las condiciones de segundo orden. Veo a la Nación festejando, a los gobernadores aplaudiendo y no puedo dejar de preguntar entonces: ¿para un país con un déficit del 10% del PBI, si todo lo público festeja, qué le espera al contribuyente privado, no encuentro a una sola oveja y jubilado sonriendo, será porque fueron condenados a pagar toda esta fiesta de gasto que se decidió no corregir?¿Cuántas cloacas bonaerenses deberá financiar cada miembro del rebaño? Nos encaminamos a batir récords de gasto público, de déficit fiscal, de endeudamiento externo y por, sobre todo, de populismo blando, sería muy útil como sociedad, que empecemos a controlar a este gobierno ganador de elecciones y sumamente gastador, para evitar excesos del pasado, hasta los municipios ya están emitiendo deuda en dólares (Municipalidad de Río Cuarto, la semana pasada, por ejemplo).
Falta de audacia: los pocos mismos de siempre pagan todo. El momento de corregir es hoy, con un contexto electoral favorable, notando que detrás de cada cosa que hace este gobierno hay deuda externa, nada es macroeconómicamente genuino y por lo tanto, la coyuntura actual se torna en una, sumamente vulnerable y dependiente. Es una lástima que los argentinos entiendan tan poco de economía básica porque si así lo hicieran en vez de festejar un rebote a puro shock de consumo y leverage, ya se estarían preocupando por nuestra capacidad de repago de una deuda que no para de crecer y que vino a financiar un déficit que tampoco lo hace y en el medio de esto, todos festejan, mi sentido común me viene gritando que algo está empezando a no cerrar. Si seguimos ninguneando a nuestra voraz dominancia fiscal, corremos el riesgo de que este modelo de gasto, déficit y deuda no converja y si ello llegase a ocurrir, una versión acérrima de populismo estaría a la vuelta de la esquina, hay mucho en riesgo, al gobierno le pido entonces que deje de contarnos que los dramas se resuelven en piloto automático. Es momento de asumir costos políticos que trasciendan a las pobres ovejas y jubilados de siempre, para eso señor presidente y con todo respeto, usted ganó las elecciones de octubre, cambie de una vez y dejemos de girar todo el tiempo como un trompo sobre el mismo drama irresoluto de siempre, vengo escuchando esta sanata interminable y repetitiva desde que tengo cinco años. Unos pocos argentinos mantienen con su esfuerzo y trabajo a toda una tropa política camuflada en el estado y encima me dicen que lo debo aceptar porque de esa forma generamos un sistema tributario más justo al mismo tiempo que el poder judicial no paga impuesto a las ganancias. Brillante subestimación a mi inteligencia.
Peronia financiera: ¿resabios K de un pasado que se creía terminado? El arrebato a la seguridad jurídica pergeñada hacia el ahorrista local y si quieren también hacia los jubilados con un cambio elocuente en la fórmula de ajuste de sus prestaciones y movilidad, me obliga a preguntar: ¿qué va a quedar de la reparación histórica que se utilizó como slogan ético para justificar el blanqueo del 2016, eso también culminará siendo otro relato M? Parecería que este gobierno tiene una formidable vocación hacia el cambio de reglas de juego, en especial hacia aquellos sectores que no están organizados para hacer quilombo. Observo que al oficialismo no le basta con defaultear las condiciones preestablecidas en bonos argentinos a ahorristas locales mediante el impuesto a la renta financiera o en la eliminación de topes previsionales devorando el ingreso disponible, sino que ahora fueron además por las compañías de seguro en otra clara medida anti-mercado: obligación de no poder seguir renovando Lebacs. De esta forma, el burócrata de turno se mete y te dice qué podés y qué no podés hacer, a esta historia la vi varias veces en el pasado y nunca, terminó bien. El estado argentino está en rojo, así lo dejó el kirchnerismo, pero desde hace dos años este gobierno no ha hecho otra cosa que exacerbar una situación inicial que ya era deficitariamente caótica apostando a una sola ficha: que la suerte del rebote sostenido nos saque del pozo en donde estamos, casi por obra de la alquimia y nadie quiere hacerse la pregunta incómoda: y si eso no ocurre, ¿qué hacemos?
La paradoja del estado quebrado. No me sorprende comenzar a observar algún que otro manotazo de ahogado, los quebrados suelen comportarse todos de la misma forma, la improvisación y el cambio desprolijo y permanente de reglas integran el menú de la bancarrota. Desde el impuestazo a la renta financiera, sumando ahora a las compañías de seguro y jubilados, el gobierno ha tenido un ataque inesperado de kirchnerismo para con el ahorrista local. Un gobierno que se autoproclama como el shock ético y salvador de los últimos cien años está cometiendo las mismas macanas que una larga lista de predecesores, aspecto que me lleva a concluir resignadamente que Peronia es un concepto que trasciende al peronismo. Tenemos tan arraigada la violación de instituciones ante inconvenientes coyunturales que siempre parecería que nuestros gobiernos encuentran un justificativo hacia la inseguridad jurídica, aspecto letal si se pretende el desarrollo de un mercado de capitales que precisamente por haber sido atacado con este tipo de medidas una y otra vez, es hoy algo primitivo, ordinario e inexistente, y parecería que esta versión de socialismo postelectoral va por más. Claro, para con los de afuera no se animan porque si lo hicieran le llevarían el riesgo país por las nubes y se terminaría en un rato esta estrategia de hacer la plancha, seguir gastando descontroladamente y cubrir la diferencia con emisión de deuda externa mientras esperamos con los dedos bien cruzados que un rebote mágico y prolongado nos estabilice. Me pregunto por un segundo qué hubieran dicho los economistas aplaudidores M si estas medidas de castigo hacia el ahorro local las hubiese tomado un equipo K. Lo hecho por este gobierno “de almas llenas de buenas intenciones” en los últimos días se acerca a los récords kirchneristas en términos de violación de contratos y cachetazo a la libertad de mercado: para mi decepción yo creía que esto ya era parte del pasado; pero me equivoqué, cambio en Argentina se sigue escribiendo con K. Ya no me caben dudas de que mi único punto en común con este gobierno es mi resistencia al retorno kirchnerista, en todo lo demás, esta economía radical no me representa absolutamente en nada.
El kirchnerismo fue tan catastrófico que generó la percepción de que la actual mediocridad es aceptable. El delirio K nos acostumbró a un estándar tan miserable de calidad, que muchos aplauden a la marcada mediocridad de la gestión actual. Deberíamos subir ya mismo la vara de exigencia para que este gobierno no se achanche y deje de utilizar al espanto K como fuente de apoyo político, recordándole que mucho voto al oficialismo no es genuino, sólo significa el rechazo a la opción kirchnerista y, por lo tanto, es sumamente inestable y potencialmente efímero. A dos años de gobierno, todavía no se empezó siquiera a resolver la madre de todos nuestros males: gasto y déficit y mientras nos distraemos en condiciones de segundo orden seguimos endeudándonos a escala. Hoy no es el momento de consentir como mucho obsecuente lo está haciendo, sino de elevar el sentido de urgencia y recuerden: por haber aplaudido 12 años de kirchnerismo estamos como estamos, siempre nos falta esa cuota de sentido crítico tan sana y necesaria en democracia, para frenar los excesos de un estado que siempre que puede, gasta de más con la billetera del otro. Seguimos insistiendo con la misma receta trillada de siempre: queremos convencernos de que gastando en exceso convergeremos a un status quo de mayor riqueza y prosperidad, lo cual es una absurda falacia que se contrasta con la realidad empírica de las últimas siete décadas. Lo experimental de todo esto es que los próximos años nos enseñarán qué tan caro será desterrar por un largo tiempo al peronismo de la Provincia de Buenos Aires y el país entero deberá contribuir “a tan loable” objetivo.
¿El burócrata inteligente frente al mercado ingenuo o un primer síntoma de debilidad? Por lo que percibo, me animo a concluir que este gobierno no cree en la libertad de mercado a pesar de que algún que otro distraído los tilda todavía de “neoliberales”, en mi humilde diccionario son sólo un grupo de “gastadores compulsivos”, hay que reforzar las chances de la próxima presidenta y eso se generará a fuerza de gasto público a escala en PBA. Parecería que ahora a las aseguradoras le ordenan lo siguiente: no podrán renovar más sus tenencias de Lebacs. Para no descalzar a sus respectivos libros, les permitirían reemplazar sus Lebacs por Letras de Tesorería con similar plazo. Para que se entienda: una Lebac es una letra emitida por el BCRA, mientras que las de tesorería serían instrumentadas por el Tesoro, esto generaría una reestructuración de ambos balances: al BCRA le empezaría a bajar su explosivo stock de Lebacs y al Tesoro le empezaría a aumentar lo que ya es un alarmante stock de deuda que bate récords. Como todo en Cambiemos, nada parecería modificarse en el agregado, lo que le sacamos a uno se lo enchufamos al otro. Me imagino que lo que este sorpresivo enguizado está buscando es limpiar paulatinamente el balance del BCRA y asignarle toda la mugre al libro del Tesoro, responsable en última instancia del déficit. Primero, ¿por qué no dejan que las aseguradoras puedan libremente decidir entre comprar Letras del Tesoro o Lebacs? Segundo, ¿no sería correcto dejar que el BCRA y el Tesoro compitan por dichos fondos en libertad de mercado? Tercero, ¿si, por el contrario, le impido a las aseguradoras operar en el mercado de Lebacs y sólo les dejo el de Letras de Tesorería, no se estaría afectando un principio básico de arbitraje entre ambos instrumentos? Cuarto, ¿si se resintiese dicho arbitraje, podría entonces el Tesoro venderles letras a una tasa inferior a la de las Lebacs? Quinto, si el objetivo que persigue esta medida es tan loable y superador como nos cuentan, ¿por qué entonces no dejan que las aseguradoras puedan libremente escoger lo que quieran comprar?