El calendario de las elecciones legislativas ya aparece en el horizonte y condiciona las decisiones que tiene por delante el ministro de Economía. Según consultoras como Ecolatina, este mes el índice podría ubicarse debajo de 3,5%
La negociación con el FMI y el Club de París seguirá su curso luego de la gira presidencial por Europa. Pero ahora llegó el turno para Martín Guzmán de ocuparse 100% de la agenda interna, con las elecciones legislativas que se van acercando. Dentro de esa urgencia que plantea el calendario político aparece la inflación como un tema que sobresale por varios cuerpos sobre el resto.
El dato de abril, que terminó arrojando 4,1%, encendió nuevas luces rojas. En primer lugar porque el ministro había asegurado internamente que el mes vendría mucho mejor. Y si bien el índice terminó aflojando respecto a marzo (4,8%), confirmó que la inflación presenta mucha resistencia a la baja.
Guzmán viene golpeado de la crisis desatada por su fallido pedido de renuncia al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo. El funcionario “camporista” se negó a abandonar su sillón y dejó duramente expuesto al ministro. El último viaje al Viejo Continente y el respaldo del Presidente no parecen ser suficientes para él.
En el Gobierno consideran que el principal desafío para conseguir un buen resultado electoral es conseguir una reducción más sostenida en materia inflacionaria. De esa forma se podrá recuperar gradualmente el poder adquisitivo del salario, que sigue perdiendo por mucho contra los aumentos, particularmente en alimentos y bebidas. Según cálculos privados, con una inflación acumulada del 46% en los últimos doce meses la caída del poder adquisitivo de los ingresos es de 7 puntos porcentuales.
El propio Presidente admitió su preocupación por los elevados índices, aunque la queja denotó al mismo tiempo que no hay una idea demasiado clara de cómo atacar el asunto: “Es inexplicable la suba de los alimentos en marzo y abril, no hay ninguna razón para que suceda. Están perjudicando a mucha gente y no estoy dispuesto a quedarme de brazos cruzados”, remató. La política del “garrote” para dominar los precios no tiene efectividad alguna en el mediano plazo, pero puede dar algún resultado en el cortísimo plazo.
Por lo pronto, las próximas mediciones podrían traer buenas noticias. Según los cálculos de la consultora Ecolatina, los datos de la primera quincena proyectan una inflación del 3,4% para mayo, lo que al menos permitiría quebrar el “4 y pico” de los últimos dos meses. Pero la reducción será gradual. En EcoGo estiman que cuando se vote, en octubre o noviembre, el índice podría estar cerca del 2,8%. Y para todo el 2021 la inflación se ubicaría cerca del 50%. Esta desaceleración al menos reflejaría el resultado de haber planchado el dólar oficial, de mantener casi congeladas las tarifas y también el hecho de que se trata de un mes con muy baja estacionalidad, a diferencia de enero o marzo.
Será fundamental en los próximos meses meses que empiece a revertirse esta caída de los ingresos en términos reales. De esta forma no sólo habría una mejor “sensación térmica” de la gente, sino que además empezará a mejorar el consumo.
Uno de los temas que le preocupan al Presidente, y así lo expresó en varios reportajes, es que la recuperación de la actividad aún no llegó a la gente. La razón principal para que esto ocurra es que la inflación no da tregua y por lo tanto sigue cayendo el salario real. Será, en estas circunstancias, muy difícil que el Gobierno pueda obtener una victoria contundente y acercarse al resultado del 2019.
No parece sencillo consolidar la desaceleración de precios, pero Guzmán tiene varias ayudas extras: el dólar oficial está aumentando a un ritmo mensual muy lento y es una importante ancla anti inflacionaria. Además, las tarifas aumentarán a cuentagotas como ocurrió con la luz. La nafta tuvo una nueva suba hace pocas horas pero el objetivo es que no haya nuevos incrementos a lo largo del año.
Pero además hay otro partido por jugarse, que es el del control del gasto y el déficit fiscal. El tema preocupa en Economía por las fuertes presiones para aumentar la ayuda a sectores golpeados por la pandemia, que no estaban en el Presupuesto 2021 aprobado por el Congreso. A eso se le suma un mayor volumen de subsidios debido a que los aumentos tarifarios serán mucho menores a lo que votó el Congreso para este año.
El ministro es consciente que dentro de la coalición de gobierno su rol quedó en la mira, en parte porque se lo considera blando para negociar con el FMI pero también por promover un ajuste fiscal en medio de la pandemia. Sin embargo, tiene poco margen para actuar de otra forma sin arriesgarse a una nueva crisis cambiaria como la que sacudió a la economía en octubre del año pasado. En aquel momento, el tipo de cambio saltó de $ 140 a más de $ 190. Pero a partir de entonces la cotización de la divisa se redujo incluso nominalmente. Mantener cierta estabilidad cambiaria será fundamental para que la inflación baje más rápido, pero también para que la gente llegue un poco menos angustiada a la hora de votar.