Además, avanza el “acuerdo de precios” con empresas de consumo masivo, pero no será un congelamiento generalizado. Ya se llegó a un entendimiento con 86 empresas; se anuncia en 10 días
Después del récord de ingreso de divisas que consiguió el Banco Central por el “dólar soja” en septiembre, sucedió lo que todos esperaban: la liquidación de divisas por parte del sector agroexportador cayó más de un 80% en octubre y la “sequía” se mantendría en los próximos meses. En medio de las alertas amarillas que se encendieron en el Gobierno pero también entre bancos y fondos de inversión, Sergio Massa prepara un “colchón” quer permita amortiguar el drenaje de reservas y prolongar la paz cambiaria, posiblemente el principal activo que tiene para mostrar de su gestión de casi 100 días al frente del ministerio de Economía.
Una de las medidas que está dando buenos resultados es el dólar Qatar. Desde que se implementó, hace ya tres semanas, la salida de dólares por turismo cayó cerca del 40%. Esto se debe a que la brecha entre el nuevo tipo de cambio para turistas extranjeros contra el dólar MEP se ubica casi en 15%. Hoy conviene mucho más pagar pasajes o la tarjeta por viajes o gastos al exterior directamente en dólares (a una cotización de $ 290) que hacerlo en pesos a un tipo de cambio de $ 330 (nuevo dólar Qatar) aunque en este último caso se puede en 2023 imputarlo como delante de pago de Bienes Personales y Ganancias.
Pero a pesar de esta buena noticia para un Gobierno necesitado de dólares, igual se produjo una incipiente perdida de reservas. Solo en la primera semana de noviembre el Central tuvo que vender U$S 243 millones, que se suman al saldo vendedor que ya se había registrado en octubre, de USD 498 millones.
Pero en el entorno de Massa no se inquietan. Hacen cuentas y aseguran que no está ni remotamente en peligro el programa de acumulación de reservas comprometido ante le FMI. “Tendríamos que perder USD 1.200 millones mensuales en noviembre y diciembre y eso no va a pasar”, señalan.
Las intervenciones del BCRA de la última semana obedecieron sobre todo a dos pagos puntuales: a Bolivia por la compra de gas del último invierno (se canceló la mitad del total) y otros pagos a privados que hubo que afrontar puntualmente para la cancelación parcial de deudas en moneda extranjera.
Vacas flacas
Pero en meses de “vacas flacas” en materia cambiaria, Massa sabe que precisa un colchón adicional de divisas para llegar relativamente tranquilo a fin de año. Por eso, busca asegurarse unos USD 6.000 millones que vienen por afuera del mercado cambiario.
De ese total, USD 3.000 millones corresponden a desembolsos de organismos multilaterales. Entre ellos el BID, la Corporación Andina de Fomento, Eximbank y Banco Mundial. Pero además, en Economía preparan un “anuncio sorpresa” que implicará el ingreso de otros USD 3.000 millones antes de fin de año y que sería clave para asegurar el nivel de reservas.
Estirar todo lo posible la paz cambiaria es fundamental para llegar con mayor tranquilidad al proceso electoral. Y sobre todo para evitar que se disparen todavía más los precios. El propio Gabriel Rubinstein, mano derecha de Massa en el ministerio, consideró que el riesgo de una hiperinflación “no ha sido eliminado completamente”.
La situación de reservas, sin embargo, sigue muy ajustada y no aflojarán las duras restricciones para los importadores. El objetivo será mantener el equilibrio entre los ingresos de divisas por el mercado cambiario oficial y la demanda de las empresas. Eso significa que las aprobaciones para importar seguirán saliendo a cuentagotas. Nada en el horizonte indica que este escenario cambiaria en el corto o mediano plazo.
El mayor desafío
El otro gran desafío de Massa es la inflación, que en octubre se mantuvo bien por encima del 6%. El objetivo es conseguir una tregua pero en distintas reuniones ya se aclaró con los empresarios que no se busca un congelamiento masivo, algo inviable y que nunca obtuvo los resultados esperados.
Hasta ahora ya se llegó a un acuerdo con alrededor de 86 empresas de consumo masivo, que explican más del 70% de la oferta total de la Argentina. El programa tendría tres patas: una serie de productos que quedarían con precios congelados por cuatro meses (quizás con revisiones periódicas) y otro grupo mucho más numeroso de alimentos, bebidas y productos de higiene que aumentarán a un ritmo de 4% mensual. Y a eso se le sumará un fuerte componente tecnológico que permitirá un monitoreo en tiempo real, a través de los celulares, via Apps.
En su reaparición del viernes, Cristina Kirchner respaldó de manera explícita a Massa, otorgándole un importante margen de maniobra para los meses que vienen. Pero se trata obviamente de un apoyo condicionado a que se mantenga la estabilidad del dólar y que la inflación no dé nuevas sorpresas. Por otra parte, pidió una “suma fija” para los asalariados, pero no dijo una sola palabra sobre posibles congelamientos de precios, dejando el camino allanado a la negociación que viene llevando adelante el ministro.
Si este apoyo significa algo más desde el punto de vista electoral es difícil saberlo, pero una eventual carrera presidencial para Massa resultaría extremadamente difícil de sobrellevar. Responder a las necesidades de una campaña, incluyendo la fuerte presión sobre el gasto típica de estos procesos y al mismo tiempo mantener cierta tranquilidad económica y financiera resultaría casi imposible en una economía que sigue atada con alambres.