Es un dicho común entre inversores decir que el mercado de bonos es más inteligente que el de acciones. Es decir, que predice mejor los giros de la economía. Hay varios motivos: en renta fija hay más volumen, fondos más sofisticados y más poderosos.
Ambos mercados suelen moverse a la par aunque por momentos se disocian. Es decir, en los momentos de cambio de ciclo en los mercados, alguno de los dos suele anticiparse. Lo normal es que primero lo hagan los bonos.
Hay un ejemplo reciente y cercano. Los bonos argentinos hicieron techo en octubre de 2017 y desde allí cayeron más de 25%. El techo de las acciones llegó en enero, para luego dar paso a pérdidas de hasta 45% en dólares en este 2018.
Ahora bien, desde que el dólar se estabilizó y tanto las acciones como los bonos dejaron de caer, las acciones estuvieron más firmes que los bonos. Mientras que el riesgo país llegó a máximos y los precios nunca se recuperaron, las acciones reaccionaron mejor.
Estas se ubican un 28,5% por encima de sus mínimos en dólares.
Si efectivamente el mercado de bonos es más inteligente, entonces podríamos sugerir que el rebote de las acciones es meramente técnico. Sin embargo, también puede entenderse que el castigo a las acciones este año fue desmedido y que las valuaciones pueden empezar a resultar atractivas.
Es en este punto donde mayores dificultades enfrenta el mercado local, ya que el 2019 será electoral y definirá el próximo presidente. Dato no menor para Argentina.
Se percibe que los inversores de acciones ven valor en dicho mercado, mientras que los inversores en bonos ven riesgos políticos que hacen que los bonos no logren rebotar.
Por último, si bien se entiende que los inversores, más allá de bonos o de acciones, incorporan todos los factores dentro de sus análisis, existe aun así un círculo vicioso en el que las acciones probablemente no puedan subir mucho más sin ver que el riesgo país pueda bajar. Para que las acciones suban aún más, el riesgo país debe bajar. Este último iría para abajo solamente bajo el supuesto que se disipe el riesgo político. Con lo cual, por más que las valuaciones resulten atractivas, difícilmente las acciones puedan rebotar mucho más sin que haya, en paralelo, una baja del riesgo país.
Esta indefinición seguramente la comenzaremos a ver recién en el primer trimestre de 2019, cuando las candidaturas comiencen a perfilarse. Mientras la lateralización y la divergencia entre ambos mercados podrá continuar tal como viene ocurriendo hasta el momento.