Allá por mediados del 2008, luego de un desamor laboral y de descartar la ruleta como opción para hacer rendir la pequeña indemnización, apareció el tema de los remates en la cabeza.
Existen remates de vehículos, cocheras, terrenos, casas, departamentos, oficinas, etc.
¿Cuál elegir? El remate donde los fondos a invertir sean bajos, los datos sean simples de averiguar, y que tenga una salida del proyecto ágil (o sea la venta del bien comprado), sería el ganador.
Los remates de vehículos quedaron descartados en ese momento ya que habitualmente se debe pagar el 100% del valor en el momento y los gastos del remate son mayores.
En los remates de casas y departamentos, si bien el porcentaje a pagar en el momento del remate ronda el 20% o 30% del valor de compra y los gastos del remate son bajos, los fondos que se requieren son mayores; y a esto hay que agregarle posibles situaciones de ocupación que necesitarían de desalojos los cuales, en este tipo de bienes, no son procesos agradables.
Es así como el listado se limitó rápidamente a cocheras, oficinas y terrenos con las siguientes ventajas desde mi análisis básico:
Porcentajes de pago al momento del remate que rondan el 20% y 30% sobre el valor de venta, con lo cual los importes necesarios para participar son menores.
Gastos de remate bajos.
Que una oficina, una cochera o un terreno estén ocupados es menos traumático que si fuera una casa o un departamento.
Como provengo de una pequeña ciudad del núcleo agropecuario del centro oeste santafesino tengo el concepto de que tierra ya la crearon toda y comúnmente es un buen refugio, es así como me orienté primeramente a los terrenos, aparte los gastos mensuales de mantenimiento son bajos.
El primer remate al que me presenté era de varios terrenos con bases mínimas, lo cual coincidía con los criterios.
Previo a decidir si participar o no del remate, empezaron las averiguaciones telefónicas con el martillero, por internet, consulta a amigos, etc. Este proceso me dio la idea de la ganancia que podría obtener por terreno.
Determinar hasta donde ofertar fue más simple, ya que en este momento sabía a cuanto se podían vender los terrenos y conocía los gastos, con lo cual preparé una planilla donde tenía los importes máximos a ofertar en cada terreno. Esto es fundamental, la ganancia se hace con la compra, no con la venta.
El día del remate estaba muy nervioso, no era solamente por tener que llevar más dinero en efectivo que el que acostumbraba; sino por el proceso del remate y sus posibles resultados.
El día del remate y con DNI en mano ingresé al recinto donde ya había un montón de personas. Debo admitir que en ese momento sentí que varios me miraron como si fuera un bicho raro. Y tenía su lógica. Cuando participas de varios remates las caras se empiezan a repetir y es cuando uno entiende que hay cuatro o cinco grupos de “inversores” que se encuentran en todos los remates.
Arrancado el remate mi posición era la de un espectador de lujo. Si bien eran muchos terrenos, luego de no intervenir en los primeros cinco fue cuando me replanteé para que contraté el remís que me esperaba en la puerta.
Tal vez porque los valores estaban dentro de lo planificado, o tal vez por orgullo, inicié la oferta con la base. Ya en ese momento con las manos sudadas y las pulsaciones elevadas, empezó la puja por ese terreno. Ese terreno y el siguiente fueron los que compré. Me subieron la oferta más de una vez, pero mi última oferta estaba un 10% por debajo de lo planificado.
Luego de firmar las actas de remate, volví todo el viaje releyéndolas una y otra vez; por un lado sentía la satisfacción de la tarea realizada y en contraposición la incertidumbre de si los podría vender y recuperar lo invertido.
Ahora solo quedaba publicar los terrenos y esperar los llamados para vender lo comprado.
Si bien el balance general de mi experiencia en los remates es bueno, no todos los remates en los que me participé fueron iguales.
Algunos fuimos como un “fideicomiso” con varios amigos, en otros no tuvimos resultados positivos en la compra, y en otros hasta he perdido dinero por tener que salir a vender rápidamente los bienes comprados para no tener que pagar el saldo del remate.
Si bien una cuota de azar es necesaria para que todas las piezas se acomoden en tiempo y forma, es indispensable, en éste como en todos los proyectos, contar con una planificación para no improvisar y cometer errores que resulten demasiado caros.
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El autor es Contador Público – UNR
Sistemas de Gestión de la Calidad (ISO 9001:2008), Ambiental (ISO 14001:2004) y Seguridad y Salud en el Trabajo (OHSAS 18001:2007).
Consultoría sobre programas de promoción industrial, financiamiento de proyectos y desarrollo de estructuras productivas.