Por Invecq Consultora Económica.
Resumen semanal
Esta semana se dio a conocer la tasa de desocupación de la Ciudad de Buenos Aires medida por la Dirección General de Estadísticas y Censos porteño, la cual alcanzó el 10,5% en el segundo trimestre. Esto significa una llamativa discrepancia con los datos publicados por el INDEC de dos puntos porcentuales. Asimismo, la variación interanual fue de 1,9 puntos porcentuales (8,6% en 2015).
Desde el INDEC, por su parte, se publicó el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) que en julio sufrió una caída de 23,1% respecto al mismo mes del año pasado. Tal retracción fue la segunda más fuerte en 14 años, la primera había sido en abril cuando el indicador marcó -24,1% interanual. En el acumulado de los primeros siete meses, el nivel de actividad registró una merma de 14,1% respecto a igual periodo del año previo. Lamentablemente la medición del INDEC aún no incluye variaciones mensuales desestacionalizadas para saber si la actividad continúa profundizando su recesión o si en el margen está recuperando, aunque en términos interanuales aún no pueda observarse. Esto es al menos lo que está mostrando un índice similar, pero elaborado por un grupo de empresas privadas: el índice Construya.
En relación a esto, el Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción informó que el empleo en el sector cayó en junio un 14,4% respecto al mismo mes del año pasado. Esta cifra se encuentra bastante en línea con los datos del Ministerio de Trabajo que registraron una caída en el empleo privado registrado del 1,4% en términos internaules pero que se ubica en el 13% para el rubro más golpeado: el de la construcción. Con una pérdida de más de 60.000 puestos de trabajo, este sector es el principal responsable de la destrucción de los 85.000 empleos que registra el Ministerio desde el junio del año pasado.
Por otra parte, la AFIP informó que, a través de la política tributaria del Gobierno, pudo recaudar en el mes de agosto un 25,1% más que en agosto de 2015, lo que equivale a $165.763 millones. Sin embargo, el aumento general del nivel de precios ronda el 43% por lo que lo recaudado por el Gobierno se encuentra muy negativo en términos reales. Desde el punto de vista de la política monetaria, el BCRA volvió a bajar las tasas de la Letras debido a la desaceleración en el aumento general de precios, a tal punto que se espera que la inflación medida en agosto sea la más baja del año. Este martes, el rendimiento de la Lebac a 35 días registró una baja de 0,5 puntos porcentuales dejando una tasa de referencia en niveles de 28,25%. La operación de esta semana significó una expansión de la base monetaria de $5.942 millones.
En el ámbito internacional, Dilma Rousseff, ex presidente de Brasil, finalmente fue destituida de su cargo mediante la votación del Senado de Brasil a través de 61 votos a favor y 20 en contra. El motivo se debió a haber sido considerada culpable de casos de corrupción en el que alteró presupuestos mediante decretos no autorizados por el Parlamento. El ex vicepresidente Michael Temer asumió como Presidente de Brasil hasta el 1 de enero de 2019. Si bien desde el punto de vista político configura un escenario bastante problemático, el mercado ha comenzado a reaccionar positivamente desde la suspensión de Dilma y esto deberían continuar afianzando las expectativas.
Mirando el 2017 con un ojo en 2016
Hoy por la mañana el Ministro de Trabajo Jorge Triaca junto a Cabrera, de Producción, recibió a la nueva conducción de la CGT. El encuentro se dio en el marco de los reclamos que la central obrera viene planteando en las últimas semanas, centrados fundamentalmente en la preocupación por la caída del empleo y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
Con respecto a este último punto el reclamo concreto es el de la reapertura de paritarias. Es que como las negociaciones salariales se hicieron a comienzos de año con una expectativa de inflación bastante menor a la que efectivamente fue la dinámica de precios (con un pico del 47% interanual en CABA y del 42% aproximado a nivel nacional en julio), los dirigentes gremiales argumentan que el salario en términos reales llegaría a la próxima negociación en 2017 por debajo de lo que esperaban al momento de la negociación de este año. Y no están equivocados.
Según los propios datos del Ministerio de Trabajo, hacia junio de este año, el nivel agregado de la masa salarial de los empleados registrados del sector privado había sufrido un deterioro real de entre el 7 y el 8% en términos interanuales. Es decir que, en promedio, un asalariado con su sueldo de junio 2016 podía adquirir casi un 10% menos de productos que un año atrás. Conscientes de que esta era una realidad posible en caso de que la inflación se situara por encima de la meta planteada por el gobierno a inicios del año (lo cual ocurrió de manera significativa), algunos sindicatos como el de la construcción y comercios pactaron un reajuste salarial semestral vigente hasta septiembre, momento en el cuál se volvería a negociar un ajuste para los próximos 6 meses (octubre 2016-marzo 2017). Frente a esta situación, el gobierno se encuentra ante un problema ya que si las negociaciones de estos dos sindicatos, que comenzarán a realizarse en los próximos días, resultaran en ajustes importantes, se convertirían en un reconocimiento explícito por parte del Ejecutivo de que los salarios reales cayeron fuertemente y aumentaría la presión por la reapertura de todos aquellos convenios que se hayan establecido por un plazo de 12 meses.
Tanto en estas negociaciones de septiembre como en las del año próximo será crucial convencer a los sindicatos de negociar en base a la inflación esperada y no a la pasada. Los representantes de los trabajadores querrán recuperar el terreno perdido en el período reciente e intentarán conseguir ajustes mayores a los de la inflación esperada hacia adelante, es decir, querrán negociar sus ajustes salariales mirando el pasado y no el futuro, como querrá el gobierno y los empresarios. En este aspecto, resulta de gran importancia, descifrar el mensaje contenido en las últimas declaraciones del Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Lamentablemente la prensa se ha ocupado más de remarcar las supuestas internas entre el Presidente del BCRA y el Ministro de Hacienda, perdiéndose en el camino importantes definiciones por parte de la autoridad encargada de reducir la inflación.
Sturzenegger fue muy claro en la importancia de discutir salarios en base a la inflación esperada, bajo un esquema de metas de inflación. Tomando como referencia las expectativas relevadas por la institución que preside, que visualizan una tasa de variación de precios del 19,4% para diciembre de 2017, expresó que los empresarios no deberían fijar precios ni salarios por encima de este número. De hacerlo, convalidando negociaciones salariales que busquen recuperar todo lo perdido en 2016, el salario real promedio del próximo año quedaría fijado muy por encima del promedio del 2016 debido a que los precios, en caso de evolucionar acorde a las expectativas del mercado, no subirían en la misma proporción. En este escenario el BCRA debería tomar medidas que harían “más costa la desinflación”, es decir, endurecer la política monetaria.
Lo esperable sería lograr un punto de acuerdo que implique un ajuste en línea con las expectativas a futuro y que reconozca dos o tres puntos extras para recuperar una parte de lo perdido a lo largo de este año. Rápidamente se suele argumentar que esta estrategia consiste en “hacer pagar los costos a los trabajadores”. Lo cierto es que cuando las expectativas no logran ser alineadas, todos los agentes de la economía pierden. Los asalariados con menor poder de compra y los empresarios con caídas en sus ventas e ingresos.
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