Por Invecq Consultora Económica.
Resumen semanal
Esta semana finalmente se reglamentó el blanqueo de capitales y el programa de reparación histórica a los jubilados. Estos pueden ya acceder a la página de la ANSES para comenzar a tramitar el cobro de los juicios y la actualización de los haberes. Junto a ello, el gobierno presentó la regulación del régimen de sinceramiento fiscal. La principal característica es la flexibilidad de elegir la forma en la que se desea declarar los activos en cuentas del exterior. Se podrá elegir qué parte de los activos estará a nombre de una sociedad o a título personal.
En cuanto al ritmo de la actividad, se siguen observando señales negativas. Según el Estimador Mensual Industrial del INDEC, la industria cayó un 6,4% en junio, retrocediendo por quinta vez consecutiva. La mayor baja continuó siendo la de la industria automotriz (-21%), pero también en acero y cemento se vieron caídas fuertes, debido a la parálisis de la construcción. Este último sector vio una caída en junio pasado del 19,6%, la segunda contracción más alta del año, según el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), que registra también una caída del 12,4% en el primer semestre.
Los datos negativos de la actividad económica tienen su correlato en los números de empleo. Según el Ministerio de Trabajo, en mayo hubo una retracción del nivel de empleos registrados privados del orden del 1% interanual. Esto implica una destrucción de alrededor de 60.000 puestos de trabajo respecto al mismo mes del año pasado. De todos modos, cuando se analizan los datos con mayor detenimiento se observa que, hasta el momento, el fenómeno se encuentra muy focalizado en el sector de la construcción. Si se deja de lado a este sector en el análisis, la destrucción de empleos se reduce a poco más de 5.000 puestos, un 0,1% interanual.
Aunque el ajuste de la tarifa de gas fue restringido a un aumento del 400% anual como máximo, el efecto del aumento tarifario se ve en la evolución de la inflación: el componente núcleo para CABA e INDEC se mantuvo en rededor del 3%, aunque disminuyó en Córdoba.
En cuanto a la evolución de la política monetaria, el BCRA decidió por tercera semana consecutiva mantener la tasa de referencia en 30,25%, mostrándose más precavido ante la inflación, pero alerto a la profundización de la recesión. La liquidación de los dólares del sector exportador agrícola se redujo fuertemente en las últimas semanas, al estar terminando el período fuerte de cosecha. La menor entrada de divisas por esta vía le ha permitido al dólar aumentar en las últimas ruedas, rozando los 15,3 pesos al cierre de esta semana, y mejorando levemente las perspectivas de competitividad cambiaria.
En cuanto a las noticias internacionales, la FED decidió mantener las tasas de interés en su lugar aunque aclaró que podría verse un aumento hacia septiembre, a pesar de la relativa inquietud que causó la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Momento de recalcular expectativas
Los primeros seis meses del gobierno han ya terminado, y aunque no es tiempo suficiente para realizar grandes cambios, la coyuntura local ha sido durante varios años lo suficientemente vertiginosa como para que este período se vuelva significativo.
El gobierno de Mauricio Macri heredó algunos problemas internos fundamentales y urgentes: una inflación con fuerte inercia, cercana a 30% anual, despertando conflictos distributivos y acortando el horizonte de inversión y consumo; y un crecimiento del PIB que se estancó con una fuerza exorbitante desde la crisis financiera internacional: en promedio la economía creció muy cerca de 0% anual, deteriorando paulatinamente el producto per cápita del país, y por lo tanto empobreciendo a sus ciudadanos.
Los motores detrás de estos problemas se pueden rastrear en las decisiones de política que se implementan desde la crisis del 2009. Por un lado, el déficit fiscal no ha dejado de crecer; durante el 2015, las necesidades de financiamiento del fisco ascendieron a alrededor de 7% del producto, mientras aún sin tomar en cuenta los pagos de interés de la deuda el déficit primario era cercano al 5%. El financiamiento de este déficit se ha hecho en su mayoría con la asistencia del Banco Central, expandiendo el poder de compra sin contrapartida alguna, y consecuentemente manteniendo la inercia de la inflación. Sin crecimiento ni instrumentos de ahorro, este se terminaba transformando en demanda de dólares como reserva de valor. La oferta de dólares, sin embargo, se mantuvo planchada, en parte por efectos externos, y en parte por efectos internos: en vez de dejar devaluar la moneda, los gobiernos anteriores optaron por restringir el acceso a ese mercado, afectando no sólo al ahorrista privado, sino también al importador de insumos. Así, déficit fiscal cubierto con emisión monetaria y escasez de divisas se combinaban para producir inflación y crecimiento nulo.
A pesar de las señales de recesión y aceleración de precios que generaron las primeras medidas del gobierno — devaluación, aumento de tarifas, y tasas altas—, se ha notado la excesiva confianza del gobierno en un masivo ingreso de capitales para motorizar al país. El gobierno se enfocó en las expectativas y el optimismo, confiando en el comercio exterior y en los inversores internacionales, pero ya entrado el segundo semestre, los datos muestran una economía en una recesión más pronunciada, con el consumo y la inversión parados. En el primer trimestre el PIB mostró un crecimiento interanual de apenas 0,5% (con tres trimestres consecutivos de caída, y por lo tanto oficialmente en recesión); en el segundo trimestre, estimamos que la recesión se ha profundizado y alcanzado una caída interanual de -0,6%.
Esto no debería ser novedad, es conocido que las devaluaciones en Argentina han sido siempre recesivas e inflacionarias. A pesar de que la devaluación incrementa la rentabilidad de los exportadores en el mediano plazo, en el corto induce a una caída en los ingresos reales de las familias, y por lo tanto también en el consumo masivo.
Del lado fiscal, la solución fue detener el incremento de la participación del Banco Central en la financiación del déficit, compensando con deuda externa. Un ajuste brusco del déficit exponía al gobierno a una vulnerable situación política y social, y por otro lado incrementaba la fuerza de la recesión. Por lo tanto, se eligió limitar el ajuste fiscal al aumento de tarifa de los servicios públicos, para reducir los subsidios al sector.
Los resultados del plan anti-inflacionario existen, aunque son lentos. Después de una fuerte aceleración durante el primer semestre hasta el 45% anual, la contracción monetaria y la recesión en general están logrando reducir la inflación mensual hacia el 2%. Continuando con el mismo esquema, se espera que alcance el 1,5% para fin de año. Pero no hay todavía globos de colores, el año terminará con la inflación rozando el 40%, y con una recesión considerable.
El gobierno ha decidido responder con un fuerte impulso en el gasto de infraestructura y jubilaciones, lo que compromete el logro de la reducción del déficit para este año y el próximo. La inflación, sin embargo, continuará disminuyendo paulatinamente, mejorando las perspectivas para el salario y el consumo recién hacia el año entrante.Será importante para que se pueda retomar el crecimiento durante 2017 que el gobierno evite la apreciación excesiva de la moneda: Argentina aún cuenta con déficit fiscal y en su cuenta corriente, es decir consume más de lo que produce. Aún con mejores perspectivas, Argentina necesitará invertir en su productividad y mantenerse competitiva, evitando caer en un excesivo endeudamiento que le permita olvidarse de los desafíos de mediano y largo plazo.
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