Los inversores siguen mirando a los activos locales con desconfianza. A la falta de acuerdo con el FMI se agregó una jornada de castigo a los títulos más riesgosos
Los bonos argentinos continúan sin reacción. Ayer tuvieron otra jornada negativa, con caídas de 0,8%, lo que provocó que el riesgo país finalice al borde de los 1.600 puntos. La deuda argentina no recibe el impacto positivo de la acumulación de reservas del Banco Central, lo que supuestamente le daría más fortaleza al Gobierno para hacer frente a futuros cimbronazos locales o externos. Tampoco la suba continua del precio de la soja, el principal producto de exportación, es reflejada en las cotizaciones.
En las últimas dos semanas las acciones argentinas, en cambio, tuvieron un comportamiento algo más favorable. Pero ayer terminaron doblegadas por una importante toma de ganancias que sacudió a los papeles tecnológicos en Wall Street, pero también le pegó a las acciones de los países emergentes. Los inversores temen un repunte de la inflación en Estados Unidos y que empiecen a subir las tasas de interés, lo que genera comportamientos más defensivos.
Pero los bonos no despegan. Para los inversores pesan más las señales confusas que emite todo el tiempo el Gobierno que las buenas noticias vinculadas al ingreso de dólares provenientes de las exportaciones de oleaginosas. Ya desde principios de 2021 estaba claro que mayo y posiblemente junio serían meses de elevados picos de ingreso de divisas. Es cuando llegan las divisas de las exportaciones de la cosecha gruesa, pero este año con el impulso adicional de los precios internacionales.
La debilidad del dólar a nivel internacional se siente como nunca en las materias primas y la soja no fue la excepción. Llegó a su valor internacional más elevado en los últimos siete años y volvió a niveles cercanos a los USD 600, cerca de los récords de 2008.
Pero ni el valor récord de la soja ni las reservas que ahora superan los USD 40.600 millones, un incremento de casi 1.000 millones de dólares en un mes, son suficientes como para recuperar la confianza de los inversores. Al contrario, la deuda argentina cotiza en la zona de los 35 dólares, es decir valores muy deprimidos en relación a otros bonos de países con calificación de riesgo similares.
Países como Angola o Congo, que están calificados igual de riesgosos que la Argentina, poseen bonos que rinden entre 12 y 15% anual en dólares, mientras que la deuda local se acerca al 20%. Los bonos ecuatorianos tuvieron un fuerte rally luego de las elecciones presidenciales, en los que triunfó el candidato más moderado. Tras fuertes subas quedaron con rendimientos cercanos al 10%, es decir una tasa acorde a su nivel de riesgo.
Pero lo que traba cualquier recuperación más sostenible de la deuda argentina es la falta de avances concretos con el FMI. Las demoras para refinanciar los vencimientos de USD 44.000 millones y alcanzar un acuerdo de largo plazo con compromisos fiscales y de reformas estructurales son malas señales para los mercados financieros. En el medio aparece la deuda con el Club de París, de USD 2.400 millones, cuyo último vencimiento cae a fin de julio.
Ese eventual acuerdo con el Fondo Monetario implicaría además firmar un compromiso relacionado con el achicamiento del déficit fiscal, que a su vez implicaría un estricto control del gasto público. Eso implicaría una baja de subsidios, es decir un aumento de tarifas, y seguramente una nueva reforma tributaria. Pero por ahora nada de esto aparece en el mapa político. El Presidente Alberto Fernández, en vez de hablar de la intención de llegar a un acuerdo con el FMI, ni bien llegó a Europa pidió un “cambio en la arquitectura financiera internacional”.