Rusia y Ucrania acaparan casi el 80% de las exportaciones de aceite de girasol. Pero el conflicto paralizó los puertos del Mar Negro, por donde se embarca el grueso de la producción. Muchos países buscan adquirir aceites sustitutos, como el de soja, impulsando sus precios.
La invasión de Rusia a Ucrania no solamente supone un enfrentamiento armado que le costará la vida a miles de personas inocentes, si no que también hay que entenderlo como un conflicto bélico entre dos potencias agroexportadoras, que en conjunto tienen una alta participación en el comercio mundial de granos y derivados, por lo cual su afectación al mercado tiene una considerable implicancia.
Es por este motivo que vale repasar su peso al respecto. Según un informe del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), los países en cuestión suman el 28% del comercio mundial de trigo, el 19% del de maíz y el 78% de de aceite de girasol. Es en este último punto donde hay que detenerse, ya que tres cuartos del aceite de girasol que se exporta a nivel mundial proviene de esta región y no solo representa un factor alcista para este producto en particular, sino también para el resto de los aceites.
Guido D’Angelo, economista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), explicó que a los mercados de aceite, si bien los diferentes productos suelen competir entre sí, también hay que entenderlos como complementarios y no sustitutos, por lo cual la afectación en la producción o en la logística de alguno de ellos, tiene repercusiones en los precios de los otros.
“Durante los últimos meses del 2021 se aminoró el rally alcista porque había perspectivas de reproducción optimistas” (D’Angelo)
De hecho, D’Angelo explicó que gran parte de 2021 fue un año alcista para los precios de los aceites, pero que para 2022 el mercado preveía una desaceleración de los precios. ”Durante los últimos meses del 2021 se aminoró el rally alcista porque había perspectivas de reproducción optimistas: se esperaba para esta campaña el mayor volumen de comercialización de aceite de palma de la historia, como así también de soja”, dijo.
No obstante, la invasión rusa a Ucrania y la paralización de los embarques en el Mar Negro, hicieron que la exportación de aceite de girasol desde el país europeo se vea imposibilitada. Entonces, “el mercado reacciona alcista por efecto sustitución. Mucha demanda de aceite de girasol se vería obligada a virar hacia la compra de otros aceites, como palma o soja, a modo de sustituir esa demanda”, agregó.
Así, en lo que va de la guerra, el precio internacional del aceite de girasol saltó de USD 1.500 a USD 1.700, mientras que el FOB argentino pasó de USD 1.385 a principios de febrero a USD 2.000 ahora. Por el lado de los futuros de aceite de soja en Chicago cotizaban por encima de los USD 1450 a principios de febrero, mientras que en los últimos días rompieron cómodamente la barrera de los USD 1.700 la tonelada.
Insustituible
El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y del Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC), Gustavo Idígoras, sostuvo que hoy el mercado de aceites no sólo está afectado por la guerra, sino que también la sequía en Sudamérica, un crecimiento importante en la demanda, en especial de la India, y mayores compras para la elaboración de biocombustibles, imprimen la tendencia alcista en los precios. Sin embargo, el conflicto fue el que produjo una disparada en el valor del aceite de girasol de “USD 150 en 3 o 4 días”.
La razón que encuentra Idígoras, además de los factores antes mencionados, es que la oferta de aceite de girasol de Ucrania y Rusia es “insustituible”. “Estamos hablando de alrededor de 10 millones de toneladas y Argentina, en comparación, tiene solo una oferta exportable de 700.000 toneladas anuales. Y después de ellos, el único proveedor que queda en ese mercado somos nosotros, así que por más que vengan a pedir, no tenemos para abastecernos y eso va a generar un efecto precio”, detalló el dirigente empresario
En este sentido, Idígoras señaló que hoy el Mar Negro, por donde sale el grueso de la producción ucraniana no está operativo, sí existen los stocks de manera física, más allá de que no puedan ser embarcados, cuestión que, al menos, va a generar un retraso en la logística exportadora. Es por esto que considera que “en los próximos días la incertidumbre va a ser muy grande y no hay abastecimiento factible. Hay que ver la duración del conflicto”.
En lo que va de la guerra, el precio internacional del aceite de girasol saltó de USD 1.500 a USD 1.700, mientras que el FOB argentino pasó de USD 1.385 a principios de febrero a USD 2.000 ahora
Más allá de los aumentos de los precios de productos como el aceite de girasol y de soja, Idígoras relativizó los beneficios que podría tener esto para Argentina. En este sentido, fue contundente: “El conflicto bélico no nos va a beneficiar, más allá de que hay movimiento de precios alcistas, hay que recordar que nosotros tenemos retenciones, que desacopla precios, y, en segundo lugar, tenemos el fideicomiso aceitero que cada vez que sube el precio internacional y no el local, el subsidio es mayor, por lo que los exportadores van a aportar más recursos y el volumen de exportación es el mismo. El aceite de girasol no va a tener un impacto favorable”.
Cuestión contraria podría suceder con el aceite de soja, donde sí se podría concretar un beneficio, aunque remarcó que todo dependerá de lo que pueda durar las “oscilación” de precios, además de que “hay que tener en cuenta que la sequía impacta mucho sobre el volumen interno, entonces, por más que tengamos buenos precios, no tenemos soja para procesar y también los beneficios van a estar limitados”.
Oportunidad
Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), la presente campaña de girasol 2021/22 que se encuentra en plena cosecha alcanzaría las 3,3 millones de toneladas, en sintonía con lo obtenido el ciclo pasado y con el promedio histórico de los últimos. De ese total, más del 90% se transformará en aceite, mientras que, posiblemente, unas 700.000 toneladas se exporten.
Más allá de que estos números están muy lejanos a los de Ucrania y Rusia, el presidente de la Asociación Argentina del Girasol (Asagir), Enrique Moro, entiende que de extenderse el conflicto, se podría presentar una oportunidad para el país, podría generar un crecimiento en la superficie dedicada en el cultivo en detrimento de la soja y el maíz, por razones exclusivamente referidas a una mayor rentabilidad.
“Si hablamos de una guerra larga y los precios representan una oportunidad, el área puede crecer y, si el clima ayuda, puede hacer que la producción crezca mucho y, lo mejor, es que la capacidad de procesamiento ya está” (Moro)
Asimismo, Moro consideró que Argentina no solo tiene la capacidad de tener una mayor área sembrada con girasol y, por ende, una mayor cosecha, sino que también tiene la infraestructura necesaria para poder moler el volumen agregado. “El país llegó a producir 5 millones de toneladas y hoy estamos en tres. Si la producción creciera el doble, hay capacidad ociosa en la industria para atender eso. Si hablamos de una guerra larga y los precios representan una oportunidad, el área puede crecer y, si el clima ayuda, puede hacer que la producción crezca mucho y, lo mejor, es que la capacidad de procesamiento ya está”.
Sin embargo, estos buenos precios, que podrían tentar a los productores argentinos a aumentar el área sembrada, también pueden tener sus escollos. En este sentido, Moro puntualizó una serie de cuestiones centrales, entre las que destaca el encarecimiento de los insumos, es especial de los fertilizantes y agroquímicos, los cuales “ya venían teniendo aumentos en dólares desmesurados antes de la guerra, pero que ahora también hay serios riesgos de que escasean. O sea, parte del aumento de los commodities lo van a absorber en el mejor de los casos la suba de los costos y, en el peor, la falta de insumos”.