Más chico, desprolijo y desarbitrado que de costumbre, el mercado de futuros está dando hoy inéditas oportunidades para quienes se encuentran en la envidiable situación de tener dólares en blanco. El descalabro que generó en el mercado la normativa del BCRA que obligó a los bancos a liquidar en menos de un mes sus derivados en dólares provocó grandes distorsiones que dejan ganancias sustanciosas para quienes suscriben contratos de cortísimo plazo, como los que vencen el próximo viernes, 28 de febrero, o (aún mayores) el 31 de marzo.
Los números tientan por sí solos. La sobreoferta de contratos que se generó en el mercado por la última exigencia oficial, que obligó a los bancos a adecuarse completamente antes de fin de febrero, desplomó los precios y la devaluación esperada que está implícita en estas operaciones. A tal punto que, por ejemplo, la tasa de devaluación se mantuvo negativa para el contrato que vence en febrero: hasta ayer preveía un dólar de sólo $ 7,815 para este viernes, cuatro centavos más bajo que el que cotizaba al contado en el mercado mayorista y uno de sólo $ 7,925 para el 31 de marzo, que de convalidarse arrastraría una inédita suba inferior al 1% en un mes.
Pero en la plaza los inversores ya presumen que, cumplida esta exigencia del BCRA, los valores deberían volver a la normalidad. Y que entonces las tasas de devaluación incorporadas en estos contratos de corto plazo deberían volver a su curso natural y saltar de los niveles actuales hasta el 30% o el 40% que tenían originalmente. Prometería esto una enorme oportunidad para quienes confíen que, terminado el plazo del contrato podrán volver a comprar dólares en el mercado cambiario.
El contrato que vence en febrero convalida hoy una tasa negativa y el de marzo, una positiva del 9% anual. Ambos se convirtieron, desde hace unas pocas semanas, en alternativas sensiblemente atractivas para quienes quieran liquidar sus dólares en el mercado cambiario a un tipo de cambio "oficial" más alto que el actual: para eso deben suscribir inmediatamente un contrato a corto plazo (febrero o marzo), destinar el 10% de los pesos obtenidos a depositar la garantía de este derivado y volcar el 90% restante en un plazo fijo bancario que dure lo mismo que su inversión.
Para el contrato de marzo, por ejemplo, la apuesta implicaría tomar un contrato a $ 7,925 que antes de las distorsiones cotizaba a $ 8,4250. Si el mercado vuelve a sus precios originales -es decir, previos a las desprolijidades que desató la sobreoferta de futuros de los bancos, que deberían desaparecer en marzo una vez que todas las entidades se hayan adecuado-, el inversor recibirá por su derivado una diferencia de casi 50 centavos por dólar. Así, quien hubiera liquidado ayer u$s 1.000 en el mercado mayorista oficial, habría obtenido a cambio $ 7.858. Si decidió suscribir el contrato que vence el 31 de marzo debió depositar un 10% como garantía ($785) y podría haber optado por colocar el resto en un plazo fijo en pesos que ayer rendía un 27,5% anual. A fin de marzo, si el dólar llegara a ubicarse en los niveles que pronosticaban los inversores antes de la normativa (es decir, en $ 8,4250), habrá obtenido en total (plazo fijo mediante) unos $ 8.522. Esto habrá significado un retorno del 7,8% en pesos en poco más de un mes que, anualizado supera el 100%.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=730074