Los dólares financieros subieron a más de 1.100 pesos y la brecha cambiaria volvió al 30%. La baja de tasas y la incertidumbre política se hicieron sentir en el arranque del año. Pero esta semana el equipo económico buscará dar varios golpes de efecto para poner un freno
Los primeros cuatro días hábiles del 2024 dejaron señales preocupantes para el gobierno de Javier Milei, particularmente en la marcha del plan de emergencia desplegado en el arranque de la gestión. Los dólares financieros treparon sostenidamente y finalizaron arriba de los $1.100, mientras que la brecha cambiaria volvió a niveles de 30 por ciento. Es cierto que la caída del tipo de cambio en diciembre obedeció en buena medida a factores estacionales, pero la escalada de las últimas jornadas no deja de ser alarmante, sobre todo si se mantiene la presión alcista.
No hay un número mágico, pero un aumento de la brecha por encima del 40% provocaría posiblemente más remarcaciones por temor a una nueva devaluación del tipo de cambio oficial. Y al mismo tiempo caería la confianza en los primeros pasos adoptados por el gobierno de Milei, que por ahora mantiene niveles de aprobación cercanos al 60% aún en medio de la escalada de la inflación.
La semana que arranca será relevante para conseguir esos resultados. Las reuniones con los equipos técnicos del FMI buscan reanudar el acuerdo que quedó en suspenso por los incumplimientos de Argentina tanto en materia fiscal como de acumulación de reservas. El objetivo será recuperar los USD 3.300 millones que el organismo evitó desembolsar en diciembre y habría unos USD 1.500 millones adicionales para el primer trimestre.
Desembolsos
Esos desembolsos permitirán una mejora del nivel de reservas, pero además reencauzar la relación pensando en un nuevo acuerdo a tres años, que llegaría antes de mediados de 2024.
Volver al paraguas del FMI es imprescindible para la compleja tarea de recuperar la confianza de los inversores internacionales. Se trata de una tarea de largo aliento, teniendo en cuenta que la Argentina quedó totalmente fuera del mapa en los últimos cuatro años de gobierno kirchnerista. Pero el deterioro incluso ya venía de la gestión de Mauricio Macri, que tuvo resultados muchos peores a lo esperado por el mercado.
Al mismo tiempo, este martes se pagarán los intereses semestrales correspondientes a los bonos reestructurados en 2020. Unos USD 1.000 millones quedarán en manos de inversores privados y el objetivo es que en parte sean reinvertidos en los mismos títulos. El riesgo país repuntó esta semana hasta los 2.000 puntos, lo que demostró que los inversores no están dispuestos firmarle a Milei un cheque en blanco.
Tanto el Presidente como el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, buscan transmitir en cada oportunidad que tienen que un nuevo default no es una posibilidad. Pero no será fácil evitar una nueva reestructuración de la deuda en 2025, cuando crecen de manera notable los vencimientos de capital.
Uno de los caminos para lograrlo es acumular muchas reservas a lo largo de este año y luego aplicarlas a los pagos del año que viene. Pero claramente no sería lo más aconsejable. La otra opción es recuperar el acceso a los mercados internacionales para refinanciar los vencimientos, como hacen casi todos los países del mundo cuando deben salir a pagar los bonos que emiten en los mercados internacionales.
De manera paralela, se avanza con un millonario canje de deuda en pesos en poder de los bancos, con el objetivo de despegar los vencimientos de 2024. La cifra es equivalente a los 70.000 millones de dólares. Pero extender los vencimientos no es gratis: para ello el Gobierno se compromete a entregar bonos indexados por inflación hasta 2027. Se trata de un arma de doble filo por la aceleración inflacionaria de los últimos meses, que el equipo económico apuesta a reducir fuertemente a partir del plan que se puso en marcha.
Estabilizar el mercado cambiario es posible si mejoran los niveles de confianza, pero tiene sus obstáculos. Por lo pronto, hay dos medidas que forman parte del “corazón” del programa que complican ese objetivo: la fuerte reducción de las tasas de interés y la decisión de mantener “temporariamente” el ajuste del dólar oficial al 2%. Ambas medidas se adoptaron a pesar de la inflación cercana al 30% de diciembre.
Menos tasa
El rendimiento de los plazos fijos pasó de 133% anual a 110%, perdiendo por una enrome distancia contra la inflación y ahora también contra el dólar. Sería imposible tomar semejante medida si no se mantuvieran las restricciones cambiarias.
Sin posibilidad política de aplicar un nuevo plan Bonex o un corralito (cualquiera de las dos medidas resultarían imposibles para la subsistencia de cualquier gobierno) se optó por una salida dolorosa pero al mismo tiempo más silenciosa, que es la licuación de pasivos en moneda local.
Ahora el Banco Central emite mucho menos para remunerar la deuda colocada entre los bancos para absorber pesos. La contracara es que los ahorristas también cobran menos, ya que buena parte de los depósitos están colocados en pases emitidos por el BCRA o ahora en títulos colocados por el Tesoro.
Todo confluye obviamente al plan de emergencia que se puso en marcha, pero que no puede durar demasiado tiempo. El objetivo es tender un puente para llegar hasta abril, que es cuando comenzarán a ingresar los dólares de la cosecha gruesa.
El camino aún es largo. Mientras tanto hay que pasar por el “trago amargo” que mencionó Milei en su discurso de asunción. Y se está atravesando ese momento, con una inflación récord a partir de la liberación y el sinceramiento de precios, mientras que los salarios se quedan mucho más atrasados. Según estimaciones privadas, la pérdida del poder adqusitivo habría llegado a un récord de 13% el mes pasado.
Inflación muy alta
La consultora Equilibra estimó que la inflación en la primera semana de enero se mantuvo muy alta, por encima del 7%, por lo que el arranque del 2024 también será muy duro para los ingresos. Existe una luz al final del túnel, pero requiere de mucha paciencia de la sociedad. Las proyecciones indican que a partir de abril los índices mostrarán una clara tendencia a la baja, siempre y cuando se pueda llevar adelante el objetivo de equilibrio fiscal y recuperación de la confianza de los inversores.
Como bien señala en su último informe el economista Fernando Marull, habrá que monitorear de cerca el comportamiento de “la política”, es decir como avanzan las iniciativas legislativas de Milei incluyendo el DNU, y “la calle”, en relación al humor social.
Milei se tomó muy en serio lo de los “100 días” para aprovechar el envión electoral y realizar los cambios para darle un giro de 180 grados al funcionamiento de la economía. Ahora empieza una fase decisiva para comprobar qué es lo que está en condiciones de lograr.