En el primer cuatrimestre de 2017 alcanzó 9,1%, más de la mitad del objetivo de la entidad, con un techo de 17%. La inflación semeja la de 2015, aunque sin cepo y con ajuste de tarifas
En septiembre de 2016 el Banco Central fijó un objetivo de inflación muy ambicioso para este año, en un rango de 12 a 17 por ciento para los 12 meses de 2017.
Una política fiscal aún expansiva, con alto déficit, más la continuidad del ajuste de los precios regulados de la economía, como tarifas de servicios públicos y combustibles, atentaron contra las metas planteadas por Federico Sturzenegger, presidente del BCRA.
En sólo cuatro meses de 2017 la inflación acumuló un 9,1%, más que el resultado de todo el segundo semestre del año pasado (8,8%) y más de la mitad del «techo» planteado por el Central, de 17 por ciento.
Los analistas coincidieron en que sostener este objetivo no es conveniente, por ser demasiado bajo y demandar tasas de interés en pesos excesivamente elevadas, que encarecen el crédito, enfrían la actividad económica y atrasan artificialmente el tipo de cambio. Hace un mes que la tasa de referencia, para pases a 7 días, se mantiene en un 26,25% anual.
Dicho de otro modo: cumplir una meta de 17% de inflación para todo el año demandará un apretón monetario de impacto recesivo, justo cuando la economía empieza a dar signos de reactivación y el Gobierno encara meses cruciales para su futuro con las elecciones legislativas de octubre de por medio.
De hecho, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que realiza el propio Banco Central entre consultoras, reflejó que la inflación esperada para todo 2017 se situó en un 21% en abril, cuatro puntos por encima de la meta oficial.
«Las estimaciones y los indicadores de alta frecuencia de fuentes estatales y privadas monitoreados por el BCRA confirman que la inflación de abril se situó en un nivel más alto que el compatible con el sendero buscado para esta época del año, mientras que sugieren que en mayo la economía retoma el proceso de desinflación», sostuvo el ente monetario al argumentar la decisión de mantener las tasas.
El economista Federico Rouco analizó distintos escenarios de inflación hacia fin de año, tomando como eje el techo de la banda inflacionaria del BCRA, de 127 por ciento. Explicó que «si promedia 0,9% mensual, termina en 17,1%», una tasa muy similar a la del objetivo, mientras que «si replica al segundo semestre de 2016 llega a 23%» acumulado para diciembre.
Gabriel Caamaño, socio de la consultora Ledesma, señaló que «para cumplir con un índice total con la meta de 2017 (17%), la tasa promedio mensual de inflación de los próximos ocho meses debería ser de 0,88 por ciento». Agregó que «si se trata de cumplir con la meta de 2017 (17%) con la versión Core (inflación núcleo, sin precios regulados), la tasa promedio mensual de los próximos ocho meses debería ser de 1,06% o menor».
LA IMPORTANCIA DE LAS REFORMAS
En términos nominales la inflación de 2017 mantiene un rango comparable con el de 2015, aunque notablemente inferior a 2016. Según el Índice Congreso, un indicador fiable a falta de datos rigurosos del INDEC para hacer comparaciones anteriores a mayo de 2016, la inflación acumulada durante 2015 fue de 27,7%, en el último año de la presidencia de Cristina Kirchner. El IPC Congreso reflejó una inflación acumulada de 40,3% en los 12 meses de 2016.
Como argumento a su favor, el gobierno de Macri puede esgrimir que la tasa de este año es notoriamente inferior a la del año pasado, con el añadido de haber encarado un esquema de actualización de tarifas de servicios públicos que arrastraban un virtual congelamiento de más de una década. Además se liberó el mercado de cambios, con una devaluación inicial que impactó en los precios pero cuyo efecto se fue extinguiendo con el correr de los meses.
En ese sentido, la entidad que conduce Federico Sturzenegger, si bien reconoce que «las expectativas se mantienen por encima de las metas de inflación de la autoridad monetaria para 2017 (12%- 17%) y para 2018 (8%-12%)», proyecta que después del pico alcanzado por los precios en abril, «la tendencia hacia la desinflación se asentará durante el presente mes de mayo».
Con una inflación anualizada hasta abril de 27,5% según el INDEC, y de 27,3% según el IPC Congreso, y ya por debajo del 30%, se trata de la tasa más baja desde que asumió Macri. En diciembre de 2015 el IPC Congreso reflejó una inflación anual de 27,7 por ciento.
A su vez, si en 2017 la economía consigue completar el año con una inflación inferior a 22,8% (registrado por el IPC Congreso en 2011), sería la tasa más baja en ocho años, desde 2009 (15,3% según Ecolatina), cuando el PBI tuvo una contracción de 6% en un año signado por la crisis financiera internacional y una grave sequía que mermó drásticamente la cosecha.
El economista Iván Ordoñez cuestionó la afirmación de que «la inflación 2017 es la misma que la de 2015», pues consideró que hoy se registra «sin cepo, sin tarifas congeladas, sin emisión y con comercio exterior», a diferencia de las regulaciones vigentes hasta la gestión de Cambiemos.
Sin embargo, la inconsistencia de una política fiscal laxa, con alto déficit público, creciente endeudamiento en dólares y altas tasas en pesos tiene contraindicaciones serias. Un informe del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano advirtió que «la economía argentina tomó nuevamente el rumbo de la indexación», donde «salarios y jubilaciones que se ajustan en función de la inflación, préstamos bancarios cuyas cuotas varían siguiendo igual indicador, plazos fijos y LEBAC ajustables de la misma forma, alquileres y deuda privada con cláusulas en función de la variación de precios».
Víctor Beker, director del CENE y ex titular de Estadísticas Económicas del INDEC, explicó que «ello implica que, en el horizonte cercano, los agentes de la economía, incluyendo al Estado, no vislumbran una rápida desaparición de la inflación. La alternativa es, entonces, convivir con ella, tratando de preservar el valor en términos reales de salarios, alquileres, deudas y contratos en general».
«La dificultad que presenta la indexación es que se convierte en un mecanismo que perpetúa la inflación. Las distintas variables de la economía se ajustan en base a la inflación pasada. Por lo tanto, la inflación pasada se convierte en la inflación futura. La generalización de la indexación conspira contra el propósito de bajar la tasa de inflación», aseguró Beker.