El organismo monetario admite una inflación del 18,1% anual en un reciente informe. Volvió a tomar el IPI en lugar del IPC, que está en sintonía con la devaluación oficial
En medio de las negociaciones que mantiene el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para confeccionar el nuevo índice de Precios al Consumidor Nacional y Urbano (IPCnu), algunos organismos oficiales están tomando en cuenta indicadores que reflejan una inflación más elevada que la que releva el Indec a través del intervenido y cuestionado Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Es el caso del Banco Central (BCRA) que en su reciente Informe Macroeconómico y de Política Monetaria correspondiente al mes de octubre comunicó que la inflación del segundo trimestre del año creció un 18,1% interanual. Sin mencionar la palabra, que fue removida hace tiempo de los informes que divulga el organismo que conduce Mercedes Marcó del Pont, el BCRA volvió a utilizar el Índice de Precios Implícitos (IPI) del PBI para medir el crecimiento de precios en la economía. Este indicador, que también difunde el Indec a través de la Dirección de Cuentas Nacionales que elabora el Informe trimestral sobre Avance del Nivel de Actividad, duplica al que todavía sigue siendo la referencia del Ejecutivo, cuyas cifras están manipuladas desde 2007, y que marcan un incremento interanual de 9,6% (midiendo la variación IPC julio 2013 contra julio 2012).
El valor que marca el IPI es un término intermedio entre el consenso de las consultoras privadas –que apuntan un ritmo más cercano al 25% anual– y el de los bienes de la canasta básica. Pero es un indicador que, a su vez, está mostrando una evolución de precios en sintonía con la devaluación del dólar oficial que el propio BCRA está llevando adelante y que ya avanza a un compás de 18% anual. El tipo de cambio oficial, escaló de $ 4,925 a principios de año hasta los actuales $ 5,83 (cierre del viernes). De todas formas, está muy lejos del 43% de devaluación anual que marca el dólar blue o informal, que es al único billete “verde” al que los argentinos tienen libre acceso a partir del cepo cambiario. El IPI, además, viene registrando aumentos significativos. Así, mientras que para el período abril-junio de 2012 había anotado un aumento del índice de precios implícitos de 15%, un año después se elevó a 18,1%.
En su informe macroeconómico, la entidad monetaria advierte que “en lo que va del tercer trimestre, los precios mayoristas registraron una suba en su tasa de aumento interanual, principalmente por el comportamiento de los productos primarios”. Y detalla que “los precios minoristas retomaron el ritmo de crecimiento de los primeros meses del año”, mientras que “la presencia de factores climáticos que afectaron la oferta de algunas verduras, impulsó a que los alimentos registraron subas mayores en los meses recientes”.
En el Central hace por lo menos cuatro años que utilizan el Indice de Precios Implícitos del PBI como aproximador de la inflación, lo que implica que fue una decisión de la gestión del ex presidente del organismo, Martín Redrado, que mantuvo continuidad. El IPI es un índice de precios que surge del cociente entre el PIB a valores corrientes (con variación de precios) y el PIB a valores constantes (sin variación de precios, sólo físicas). El IPC-Gran Buenos Aires, en cambio, es una encuesta mensual que realiza el Indec, a través del relevamiento de cientos de productos en forma semanal. Si bien el IPI no es un cálculo exacto, su evolución en los últimos años demuestra que siempre se acercó más a la dinámica real de los precios que los datos que reflejan el IPC. “La diferencia fundamental entre el IPI y el IPC es que el primero mide precios de bienes y servicios que se producen en el país, ya que se restan los bienes importados”, explicó un reconocido economista a este medio. El IPI, entonces, también contempla precios de inversión, construcción, entre otros servicios, y sus ponderaciones son móviles, porque depende cuánto se produzca de un bien para determinar su peso en el indicador.
Esta medición comenzó a ser más utilizada por economistas del sector público y privado desde que el IPC dejó de ser considerada una herramienta confiable. En rigor, la brecha tan grande entre el IPI y el IPC elaborados por el mismo organismo estadístico demuestra la falta de representatividad que exhiben los bienes de la canasta básica.