El ministro de Economía evitó las precisiones que están esperando los tenedores de la deuda, especialmente en el plano fiscal. Nueva hoja de ruta con el FMI
La breve gira por Nueva York del ministro de Economía, Martín Guzmán, no despejó las dudas de los tenedores de bonos de la Argentina pero podría haberle servido para acercar posiciones con el Fondo Monetario Internacional, un protagonista ineludible de la reestructuración de la deuda más allá del discurso oficial.
Los inversores no parecen haber quedado satisfechos con la presentación del plan económico brindada por el ministro mientras subyace el riesgo de que el gobierno se incline por una propuesta agresiva, y tal vez unilateral, a medida que se acerca la fecha límite del 31 de marzo.
El eje central del viaje pasó por un encuentro cara a cara con banqueros, inversores y empresarios celebrado el lunes por la mañana en el Council of the Americas, el think tank liderado por Susan Seagal, de buena llegada al gobierno argentino.
Seagal puede darse por satisfecha como organizadora. Un asistente estimó ante Infobae que en ese salón estaba representado no menos del 40% de la deuda argentina. Ejecutivos de bancos y fondos de inversión como HSBC, Citi, JP Morgan, Bank of America, BlackRock, Templeton y Merrill Lynch se dieron cita, al igual que empresarios argentinos, como Eduardo Eurnekián.
El clima fue de cierta decepción por la falta de precisiones del ministro en ambos terrenos. Varios de los participantes del encuentro dejaron en claro que esperaban definiciones que nunca llegaron acerca de cómo hará el gobierno para volver al sendero del crecimiento económico.
El exclusivo auditorio valoró que Guzmán se mostró calmo y aplomado, exhibiendo solidez en el plano teórico. Según explicaron algunos asistentes, realizó varias apelaciones a que haya una negociación “de buena fe” que permita la “sostenibilidad de la deuda” a través de la implementación de un “plan integral”. Pero no dio certezas de ninguna clase sobre qué sendero fiscal seguirá el gobierno en los cuatro años que tiene por delante. Y la mayoría de las preguntas que recibió apuntaron hacia ese terreno.
Guzmán planteó que la economía argentina todavía está en una etapa de emergencia que dará paso a una segunda, en la que se podrá crecer. El problema de esa visión, explican los acreedores, es que el único dato que se conoce, ratificado por el ministro en Nueva York, es que el gobierno se mantiene rígido en cerrar la negociación con los acreedores privados antes del 31 de marzo.
Esa rigidez hace creer a algunos de ellos que el gobierno aspira a presentar una oferta en forma unilateral cerca de esa fecha, de manera de que haya poco tiempo para discutirla o negociarla y que muchos se vean forzados a una aceptación. Un default que termine en litigios, se sabe, no es buen remedio para ninguna de las partes.
Siguiendo ese hilo, creen que la decisión del gobernador Axel Kicillof con el bono BP21 –solicitar un diferimiento contra reloj, a pocos días del vencimiento– puede significar un anticipo de la estrategia en el plano de la deuda nacional. En el caso de la provincia de Buenos Aires, Guzmán explicó que hasta ahora Kicillof reunió una aceptación baja; lejos del 75% que necesita. Este punto ameritó otra referencia a “la buena fe”.
“Son sordos. Y esa sordera puede ser muy peligrosa”, explicó un ejecutivo caminando sobre Park Avenue, al salir de la reunión del Council of the Americas. “No pueden venir a pedir ‘buena fe’, imponer un plazo y no dar ningún número de su plan fiscal”, dijo al borde del enojo.
“Si un inversor compró hace dos años un bono a la par que hoy vale 22 centavos, ya asumió su pérdida y sabe que lo van a rollear con otro bono. Ese inversor, por lo menos, quiere saber qué plan fiscal se va a seguir para poder cobrar ese nuevo título. Pero siguen sin explicar nada y el tiempo corre”, agregó.
Una definición del ministro que causó inquietud llegó cuando se refirió a la posibilidad de que los acreedores no se muestren favorables a las propuestas del gobierno. En ese caso, afirmó, podrían aparecer otras propuestas que implicarían “cambios en las reglas de juego”, dijo Guzmán. Para algunos de los presentes, esa señal sonó a una advertencia de decisiones unilaterales.
“Uno no puede pretender que un gobierno adelante cuál va a ser su estrategia de negociación, por supuesto. Pero tampoco es posible que la única estrategia sea el silencio. No hay agenda, no hay asesores que intermedien, no hay negociación”, señaló, con decepción, un representante de un banco de inversión.
Contactos con el FMI
Ante tanta falta de precisiones en el terreno de los acreedores privados, Guzmán se trajo de su viaje a Nueva York una nueva hoja de ruta en su relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con el organismo, la agenda no es menor. Un programa por USD 57.000 millones, el mayor de la historia del Fondo, ya entregó USD 44.000 que deben ser devueltos a partir de 2022, algo que hoy suena materialmente imposible.
Guzmán, acompañado del representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, se reunió durante casi tres horas con Julie Kozack, directora adjunta del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de Misión del FMI para la Argentina.
La reunión fue el primer contacto personal de Guzmán con el FMI desde que es ministro. Tuvo lugar en el Consulado argentino en la helada mañana del martes. Fue calificada como constructiva y positiva desde ambas partes.
“Hablamos de la sostenibilidad de la deuda y de la situación de la economía argentina. Estamos analizando pasos a seguir para la negociación, es un proceso para resolver esta crisis de manera integral”, afirmó Guzmán a los periodistas al salir raudamente del Consulado, caminando a toda velocidad por la calle 56, en pleno Midtown.
El ministro se retiró acompañado por un secretario, único acompañante que viajó desde Buenos Aires. Si se trata de interpretar una impronta personal que dejó su primera misión oficial al exterior, Guzmán parece preferir cierta austeridad de movimientos. No hubo grandes comitivas ni despliegues de los que a veces aparecen en los viajes oficiales, aún de tan corta duración.
Antes de perderse por el Midtown, el ministro confirmó que mantuvo una reunión con un funcionario del Departamento de Estado del gobierno estadounidense, que prefirió no identificar. Tampoco quiso brindar algún detalle sobre los temas abordados.
Según el vocero del FMI, Gerry Rice, “el intercambio de hoy fue una oportunidad para continuar el diálogo en curso, escuchar del ministro los planes económicos de las autoridades argentinas e intercambiar visiones sobre el análisis de la sostenibilidad de la deuda”.
El FMI confirmó que Guzmán se encontrará con la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, el próximo 5 de febrero en un seminario organizado por el Vaticano. El organismo también anunció que posteriormente viajará a Buenos Aires una misión “para seguir intercambiando visiones sobre los planes macroeconómicos y la sostenibilidad de la deuda”.
Fue el puntapié formal de la renegociación de la deuda. Queda mucho por acurdar y en poco tiempo, según los plazos que se fijo el propio gobierno argentino.