Para 2019, empeoran las previsiones privadas y las oficiales. No obstante, la situación es diferente desde la magnitud de la retracción, devaluación, capacidad ociosa, desempleo e inercia de la inflación
La caída mayor a la esperada en el dato de actividad de marzo difundido la semana pasada llevó a que varios analistas recortaran su estimación de evolución del PBI para este año. Casi no quedan dudas, ni en los pasillos oficiales, de que este año cerrará con una nueva baja en la economía de, al menos, un 0,8%, según recortaron a la baja en el Ministerio de Hacienda. Así, se dará por primera vez desde el colapso de la convertibilidad, en 2001 y 2002, dos caídas consecutivas del PBI anual: la baja de 2,5% de 2018 y la que se termine registrando en este 2019.
«La recaída de marzo y la probable continuidad del enfriamiento a abril obliga a recalcular las proyecciones del PBI para 2019. Estimamos que la contracción económica del año en curso superará el 1%», señaló Federico Muñoz.
También desde LCG dijeron que con el arrastre negativo de 2,4% que dejó el 2018 y una actividad que no termina de tocar piso, volvieron a ajustar a la baja la proyección de actividad para este año: esperan una caída no menor al 2% interanual.
No obstante, las dinámicas económicas de la crisis de 2001/2002 son diferentes a las actuales. Muñoz marcó que la magnitud de las caídas es bien distinta. De hecho, la baja acumulada en entre 2000 y 2002 alcanzó el 15%, mientras que entre 2017 a 2019, el PBI terminaría acumulando una retracción de 3,5%.
Camilo Tiscornia, de CyT Asesores, dijo que la situación es completamente distinta. «La más fuerte es que se estaba en un contexto de convertibilidad y un grado de dolarización de la economía que no tiene que ver con lo que hay hoy, pensando sobre todo en 2001», identificó.
Además, «en ese momento estaba el tipo de cambio atrasado, ahora no, que era bastante problemático, había corrida contra los bancos, corralito y corralón, y hoy los bancos no son una fuente de problemas; y en ese momento se venía con 10 años de convertibilidad, entonces, hecha la pesificación, no había mecanismos indexatorios, la gente no estaba con la cabeza indexada tan rápidamente».
Ahora, en cambio, señaló que hubo «una sequía brutal, ya que gran parte de la caída del año pasado tiene que ver con esta mala cosecha». Sí identificó una similitud: «un contexto político complicado aunque el actual no es tan complejo. En aquellos años había mucha inestabilidad. El punto de partida no está mal pero hay mucha incertidumbre sobre lo que puede llegar a pasar con el cambio de gobierno». Otro punto de coincidencia era «el déficit fiscal dando vueltas: el fin de la convertibilidad fue una política fiscal muy irresponsable de parte de Carlos Menem, que Fernando De la Rúa no la pudo encarrilar».
En el aspecto externo, en 2001 hubo un mundo que se deterioró mucho. «Brasil había devaluado bastante; Estados Unidos tenía las tasas muy altas», recordó Tiscornia. Ahora «no estamos en contexto internacional tan negativo».
Gabriel Zelpo, de Elypsis, quien reforzó que las situaciones fueron bien diferentes, coincidió con Muñoz en que las magnitudes fueron bien distintas, con puntos de partida es disimiles.
«Se partió de enorme capacidad ociosa y desempleo. No había inercia en la inflación, la devaluación fue mucho más significativa y la inercia baja fue importante en término de la recuperación posterior», sostuvo.