Las 130 millones de toneladas no alcanzarán para que la economía se recomponga del mal desempeño del 2018 y el indicador culminará 10 años de estancamiento.
La economía argentina lleva una década sin poder mantener un crecimiento sostenido. Este año, pese a que se espera una cosecha récord de 130 millones de toneladas y, según los cálculos oficiales, una recuperación del consumo a partir del segundo trimestre, los pronósticos apuntaron a que el producto caerá en 1,7% y, por lo tanto, los economistas estiman que el PBI per cápita retrocederá a los niveles de 2007, punto equivalente sin contar la crisis de las subprime.
El indicador que utilizan las consultoras para medir el desempeño de la economía a lo largo del tiempo es el PBI per cápita calculado con los precios de 2004, es decir, en términos reales. Entre ellas, Arriazu Macroanalistas estimó en un estudio que éste caerá a $ 15.800 en 2019, desde los $16.000 que se obtuvo en 2018, y así se volverá al nivel de los $ 15.700 del 2007.
«Con este indicador se logra atar los precios a un período de referencia, que en este caso es 2004. Esto sirve para evaluar si efectivamente está aumentando la producción de bienes y servicios del país porque se aísla el fenómeno de la inflación», explicó Bárbara Guerezta, economista de Arriazu.
Entonces, el aumento o disminución del indicador estará dado por dos factores: el crecimiento de la población, que suele rondar el 1% anual; y las cantidades producidas por período. Por lo cual, si estas cantidades aumentan a una tasa superior al crecimiento de la población, el PBI per cápita crecerá.
Para Guerezta, como las mediciones se hacen en promedio, la cosecha récord traerá crecimiento genuino pero esto no alcanzará a compensar el arrastre negativo que dejó el año pasado. «No es que en 2019 volvemos a caer sino que no se llegará a recuperar la caída de 2018», dijo la economista.
En la esfera privada, todos los pronósticos apuntan a que este año la caída tendrá un piso del 1%, aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó en la publicación de la segunda revisión del programa stand by que esperan una merma más profunda, de 1,7 por ciento.
No obstante, para Martín Vauthier, director de Eco Go, si se toma en cuenta el crecimiento promedio de 2019, el cálculo arroja una cifra positiva de 0,5% trimestral. «Por lo cual, nuestra estimación para 2019 incorpora una caída del PBI de 1,8%, aunque está muy influida por el arrastre de 2018», aclaró Vauthier.
Con este dato, Eco Go pronosticó un PBI per cápita cercano a los $ 15.600, un nivel que se asimila con la cifra del 2009, año en que la Argentina sufrió el impacto de la crisis financiera subprime junto con una sequía.
Más allá del año de comparación que se tome, la evolución del PBI por habitante se encuentra estancado hace, al menos, una década.
Para tener cierta referencia, América latina tuvo un crecimiento promedio anual del 1,1%, África Subsahariana lo hizo en un 1,4% y, en unos cuantos escalones por debajo, el ritmo de la Argentina se encuentra en 0,1% entre el 2010 y 2019.
«En el mismo período, el indicador aumentó 1,5% anual en las economías avanzadas y 3,7% anual en las emergentes, con Asia a la cabeza a un ritmo del 6%», detalló Vauthier.
Hacia adelante, la situación no parecería tener un cambio abrupto. Entre 2018 y 2023, la previsión del programa del acuerdo con el Fondo indicó un pronóstico de bajo crecimiento: el organismo espera un impulso acumulado anual en ese período de 1,4 por ciento.
«Cabe señalar que, entre los extremos del período 2011-2017, la economía argentina el PBI- creció tan sólo un 2,5%», indicó el economista Ricardo Carciofi en Alquimias Económicas. Y agregó: «O sea que de cumplirse la proyección del FMI se cumplirían 12 años con un ritmo de actividad que, en promedio, sería inferior a la tasa de crecimiento de la población».
En este punto, Ariel Coremberg, economista experto en crecimiento económico de la UBA y la Universidad de San Andrés, destacó que «de confirmarse las proyecciones de las consultoras y del FMI, Argentina terminaría con un PBI per cápita similar al 2007, configurando una nueva década perdida».
«El viento en contra no es de ahora, sino del 2012. Lo que está sucediendo en 2019 es que el nivel de ingreso se está acomodando a un precio de la soja que está a la mitad de precio que la del 2011. La economía había adecuado sus expectativas de crecimiento a un precio de u$s 600, con una tasa de interés internacional baja, y nos creímos que ese efecto iba a ser duradero, y no temporario», agregó el economista.