Una de las mayores trabas para conseguir inversión extranjera es que las compañías tienen un margen de maniobra muy limitado por los estrictos controles cambiarios
Mientras Miguel Galuccio observa los poros de un trozo de roca posado sobre su escritorio, el CEO de la energética argentina YPF, ofrece una explicación entusiasta sobre los puntos más finos del fracturamiento hidráulico, más conocido como fracking.
«Esto es Vaca Muerta», dijo contemplando la muestra de roca extraída a 3.000 metros de profundidad en la formación de shale que lleva el mismo nombre y se encuentra ubicada en el sur de Argentina. La zona está considerada como una de las reservas de energía no convencional más grande del mundo.
«El gran desafío está en saber cómo generar conductividad en esta roca», afirmó el ingeniero en petróleo cantando loas sobre cómo la compañía hace foco en la tecnología ?tema tradicionalmente dominado por las compañías de servicios petroleros? y que ésa es una de las claves para desatar el enorme potencial de Vaca Muerta.
Pese a la caída de los precios globales del petróleo, que puso en duda la viabilidad de muchos proyectos de shale, Argentina siguió adelante con el desarrollo de sus recursos de shale y la renacionalizada YPF va la cabeza. Argentina se unió al puñado de países ?EE.UU., Canadá y China? que producen volúmenes comerciales de crudo proveniente de shale.
Las reservas de shale argentinas no sólo son unas de las más grandes del mundo ?en shale gas es la segunda sólo detrás de China, mientras que sus reservas de petróleo shale se ubican en cuarto lugar? también son consideradas unas de las mejores en términos de calidad geológica.
Además, están ubicadas lejos de las grandes zonas urbanas en un país sin riesgos de seguridad de envergadura y una mano de obra razonablemente capacitada; además, hay mucha infraestructura. También, la oposición de los grupos ambientales probablemente no genere un serio obstáculo para el desarrollo, a diferencia de lo que ocurre en Europa y partes de Estados Unidos.
«La apuesta a Vaca Muerta bien podría ser hoy la mejor oportunidad del shale fuera de Estados Unidos y Canadá», aseguró Deborah Resley, gerente para Latinoamérica en la consultora IHS Energy.
«Los recursos recuperables están allí, pero todavía hay que bajar más los costos en los pozos. Nadie tiene aún una receta mágica para lograr eficiencias en la explotación de Vaca Muerta», agregó mencionando que Argentina todavía no puede brindar localmente todos los servicios y suministros necesarios para extraer los recursos de manera económica.
Estados Unidos comenzó a desarrollar algunos de sus yacimientos de shale más grandes, como Bakken, hace más de 30 años. En Argentina apenas se perforaron unos pocos cientos, mientras que van decenas de miles en Estados Unidos.
Hasta ahora, la mayoría de los pozos fueron perforados en una pequeña sección de Vaca Muerta. Sin embargo, una docena de proyectos piloto en curso dentro de un área más amplia podría arrojar luz sobre lo que Resley describe como «un reservorio muy heterogéneo».
Daniel Gerold, consultor en energía de Buenos Aires, comentó: «Lo primero que debemos hacer es probar que Vaca Muerta es económicamente viable. Y segundo, necesitamos más compañías que inviertan con sus diferentes tecnologías y enfoques, y exploren Vaca Muerta para ver qué tipo de resultados podemos obtener».
Argentina está lejos de asegurarse los u$s 20.000 millones en inversiones anuales que quieren los funcionarios para lograr la independencia energética dentro de diez años.
Sólo Chevron comprometió niveles de inversión serios después de asociarse con YPF en 2012, inyectando más de u$s 3.000 millones en la concesión Loma Campana que pertenece a ambas compañías y se convirtió en el segundo yacimiento con mayor producción de Argentina. Otras petroleras con un pie en Vaca Muerta son Petronas, Dow Chemicals, Wintershall, Total, Shell y ExxonMobil.
Uno de los mayores obstáculos para conseguir inversión extranjera es el complicado escenario económico, dado que las compañías tienen un margen de maniobra muy limitado por los estrictos controles cambiarios y al comercio que complican el proceso de importación de equipos y repatriación de ganancias. Otra barrera seria es que Argentina no puede endeudarse barato porque el año pasado el país incumplió con el pago de su deuda soberana por segunda vez en este siglo.
Pero todo eso podría cambiar si una nueva administración más amiga de los negocios asume el poder tras las elecciones presidenciales de octubre, tal como se espera. Aun así, preocupa que el gobierno nuevo tienda a gradualmente eliminar los generosos subsidios a los precios del gas y petróleo en Argentina, que son los más altos del mundo y están beneficiando a las compañías energéticas, asegura Resley de IHS.
Pero la estrategia energética del país pasó a ser fomentar el desarrollo del shale. Los analistas de Cefeidas, una consultora de riesgo en Buenos Aires, escribió en un reciente informe sobre shale: «Independientemente de qué administración tome las riendas a fines de este año, el shale estará firme en su agenda política».