La divisa norteamericana en el mercado minorista aumentó 5,4% en lo que va del mes; ¿es el momento de comprar?
¿Podemos decir que los inversores comenzaron la semana pensando en dólares, y la terminaron pensando en pesos? Algo así. La aceleración en la devaluación concentró las noticias financieras como desde hace bastante tiempo no pasaba, y generó múltiples análisis.
Los enfoques apuntaban a desde si es correcto o no un régimen de flotación libre para la Argentina actual, y cómo es su convivencia (explosiva) con uno de metas de inflación por parte del Banco Central, llegando hasta como esta suba podría impactar sobre el resultado electoral. En el medio, en tanto, se leyeron e interpretaron variadas visiones complementarias o contradictorias.
Entre junio, y lo que va de julio, el dólar minorista subió poco más del 5.4% y el mayorista (tomado como referencia) un 5.1%. Los niveles máximos alcanzados coincidieron entre miércoles y jueves pasado en $ 17,40 y $ 17,14, respectivamente, para ajustar en las últimas horas y cerrar el viernes en $ 17,29 y debajo de $ 17.
Incluso el comportamiento en estas semanas explica prácticamente toda la suba en el año, que no supera el 7%; y si nos extendemos un poco más, hasta una gran parte del avance del dólar en los últimos doce meses en donde ganó en torno al 15%. Ahora bien, esta suba se encuadra en una inflación del orden del 24% y a pesos que a tasa rindieron un poco más del 25% en igual período.
Es claro que este movimiento del tipo de cambio sirvió para ajustar parte del retraso cambiario acumulado, que se coincidía -de forma unánime- en resaltar tanto desde el Gobierno, como desde el sector privado. De hecho, esto se puede analizar, mediante la aún apreciación del tipo de cambio real multilateral en el año.
En concreto, por ende, lo que mayor preocupación (si se quiere decir así) generó no es el nivel absoluto en el que se encuentra hoy sino en cómo se llegó a este. En otras palabras, a la velocidad que tomó la devaluación, y si incluso podría profundizarse más de corto plazo.
En la escalada incidieron la estacionalidad del año (con el cobro del aguinaldo, vacaciones, etc.), como la cercanía de las elecciones que, vale tener en claro, será de seguro un elemento que mantendrá alta la volatilidad del mercado cambiario por al menos unos meses más.
Por otra parte, hay cuestiones de oferta, en un escenario en donde la demanda se mantiene alta (pero ese ya era dato). Parte de este punto se puede convalidar cuando se mira la caída de entre 30-35% que acumulan, en términos interanuales, las liquidaciones semanales de los exportadores y que encontró parte de su excusa en el retraso acumulado en el tipo de cambio. Un tema que se corrigió en las últimas semanas, llevando hoy a un nivel con el cual se sentirían más cómodos para salir a vender.
De hecho, es a un tema de oferta donde apuntan gran parte de las proyecciones que sostienen que desde el campo restarían aún por liquidar entre 4000 y 6000 millones de dólares, que se deben además sumar a otro tanto o poco menos que podrían venir desde las colocaciones de deuda del Tesoro y provincias.
Esto se traduce en que no parecen haber grandes factores fundamentales -por ahora, al menos- que hayan cambiado la visión de fondo del mercado. Algo que incluso se convalida con las expectativas de mercado volcadas en el Relevamiento de Expectativas del BCRA publicado el 4 de julio. Si bien las proyecciones se han revisado al alza (nuevamente), los saltos más importantes se dan en el corto plazo, apuntalado lógicamente por el comportamiento reciente y las elecciones. Las tasas mensuales de devaluación se ubican así en un promedio de 1.8% para los próximos tres meses, y después caen por debajo de ese promedio. Empardadas prácticamente con las proyecciones de tasas de interés, que igual se espera estén por arriba de la inflación, manteniendo intacto el objetivo de tasa real positiva.
En otras palabras, es en este mismo escenario que tras la suba reciente en el dólar las recomendaciones vuelven a ser positivas para las colocaciones en pesos como las Lebacs. Un «juego» que se combina, además, con la visión de qué el Banco Central estará limitado para flexibilizar su política monetaria -léase, bajas las tasas- en un escenario de inflación mayor a la deseada. No debe así, darse por muerto, el carry trade, una estrategia que debe mirarse de largo, y no de corto.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2040749-pesos-o-dolares-que-conviene-tras-la-devaluacion