En el año el peso argentino pierde 12% frente al dólar, lo que la convierte en la moneda emergente con peor desempeño de 2019. Pero desde fines de abril, la tendencia cambió. No todo se debió a factores locales.
Tras varios meses de volatilidad cambiaria y derrumbe de los activos argentinos, desde el 29 de abril el dólar se tranquilizó. Una serie de factores internos y externos fueron claves para descomprimirla tensión que arrastraba el mercado pese al acuerdo con el FMI y los sucesivos ajustes monetarios que realizó el Banco Central (BCRA).
El 29 de abril es la fecha clave porque ese día el Comité de Política Monetaria (Copom) del BCRA dejó de lado la zona de no intervención cambiaria y anunció que podía vender dólares aunque el tipo de cambio no rozara el techo de la «zona de referencia», delimitada (y jada) entre $ 39,75 y $ 51,49.
Desde entonces, el peso se convirtió en la moneda emergente que más se apreció, con una suba de 3,61%. La ganancia es todavía más alta si se mide desde el anuncio de la candidatura a vicepresidente de Miguel Ángel Pichetto por el oficialismo, que se realizó el 11 de junio. Desde ese día, la moneda argentina ganó 4,88% frente al dólar.
Los datos de los últimos meses ayudaron a contrarrestarla fuerte depreciación que había sufrido el peso durante este año, especialmente entre marzo y abril. De todos modos, el peso se devaluó 12% en 2019. Los analistas coinciden en que la renovada intervención del BCRA fue la bisagra para lograrla estabilidad.
«Hay una piedra angular de la calma cambiaria, que es que el BCRA recuperó herramientas para intervenir en el mercado de cambios. Aunque no se sabe exactamente cuál es el poder de fuego, simplemente con ese anuncio disciplinó a los especuladores. Ahora saben que un poquito de demanda ya no les garantiza que suba el precio», explicó Lorenzo Sigaut Gravina, director de Ecolatina.
Miguel Zielonka, director de Econviews, acordó: «La decisión de intervenir fue clave porque el hecho de que pueda hacerlo discrecionalmente nivela al BCRA con respecto al resto de los participantes del mercado. Antes, cuando no podía intervenir, pasaba que al final de la rueda faltaba liquidez y, con poco volumen, terminaba por subir el tipo de cambio».
«Esto permitió pasar relativamente bien momentos internacionales que no fueron favorables, como cuando a principios de mayo, recrudeció la guerra comercial. Si el BCRA no hubiera estado en condiciones de intervenir se habría complicado mucho más. De todos modos, hasta el 18 de mayo, cuando se anunció la candidatura de los Fernández, fue una calma a medias: no fue necesario intervenir con spot pero sí con futuros. El 11 de junio se anunció lo de Pichetto y eso se leyó como que aumentaba la gobernabilidad de Macri en caso de ganar. No era un tema menor porque hay reformas por hacer que necesitan la aprobación del Congreso», agregó Zielonka.
La cuestión política fue fundamental para despejar algunas incertidumbres y favorecerla estabilidad cambiaria. «Desde el anuncio sobre Pichetto, que fue bien recibido por el mercado, se generó el último rally fuerte. Eso se vio en riesgo país y en el dólar, que bajó nominalmente. Sin embargo, si este tipo de cambio se sostiene en el tiempo, con inflación alta, se dará el clásico atraso cambiario», señaló Sigaut Gravina.
Por su parte, Gustavo Neffa, director de Research for Traders, reconoció que Argentina tiene sus tiene sus problemas de deuda y políticos pero dijo que la política, en este caso, «jugó a favor». «Hubo un avance en la imagen positiva de Macri y una caída en la imagen negativa luego de sumar a Pichetto a la fórmula. Bajó el riesgo país y los seguros contra default están lejos de los máximos, aunque continúan altos teniendo en cuenta que para emitir deuda el riesgo debería estar debajo de 500 puntos», expresó.
El contexto internacional no estuvo ajeno a la bonanza para los emergentes. El cambio de ciclo que se vislumbra en la política monetaria de la Reserva Federal junto con los estímulos que dispuso el Banco Central Europeo fueron fundamentales para impulsar el apetito de los inversores por los activos emergentes.
«El mercado está en modo alcista, tiene expectativas de baja de tasas y eso ayuda a los emergentes. Argentina se perjudica por el canal de la economía real, por los precios de los commodities y la disputa comercial entre China y Estados Unidos, pero a la vez se beneficia de desde el punto de vista financiero porque baja la tasa de los bonos a 10 años y se generan mayores flujos a emergentes», resaltó Neffa.
Zielonka coincidió en que «hubo un empujón internacional en los últimos días por un discurso más expansivo de la Fed y la reunión de Donald Trump y Xi Jinping en el marco del G20». No obstante, destacó que la mejora del peso se dio «en el contexto de mejor estacionalidad de liquidación de exportaciones del año» y sostuvo que ese flujo «no es sostenible a lo largo del tiempo».
Los economistas aseguraron que se trata de un «veranito financiero» preelectoral y no descartaron próximos episodios de dolarización. «Todos los gobiernos quieren llegar con calma cambiaria a las elecciones. Eso, junto con los incentivos al consumo mediante Ahora 12 y Precios Esenciales, pueden llevar a un microclima electoral», sintetizó Sigaut Gravina.
Riesgo país, a la baja
Los bonos también disfrutaron de la estabilidad cambiaria y salieron beneficiados por el renovado apetito sobre la deuda de los países emergentes. El riesgo país, que mide la diferencia de tasa entre los títulos locales y los bonos americanos, mostró esa mejora. Desde que el Banco Central eliminó la zona de no intervención, el índice que elabora JP Morgan perdió 116 unidades, ya que pasó de 940 a 824 puntos.
En la semana previa al anuncio de la fórmula oficialista, el riesgo país trepó y marcó un máximo de 1013 puntos el 3 de junio. Tras el récord, empezó a comprimir y terminó de desinflarse cuando se anunció la incorporación de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente, solo ese día, el indicador recortó 85 unidades.