La inquietud se centra a partir de julio, cuando crecerá la dolarización de portafolios por la cercanía electoral
Pese a haber estado más de 1,5% abajo durante la jornada, el dólar terminó ayer en sus máximos del día, superando el cierre del viernes. Aún con la buena noticia para los mercados de la derrota kirchnerista en Neuquén, la baja del riesgo país y la mejora de las acciones, el peso no pudo sostener el envión del arranque de la rueda por una razón: la ausencia de oferta de divisas en el mercado cambiario. Ayer la cotización minorista quedó en $ 42,29, luego de haber cotizado a $ 41.50 al principio de la rueda.
El poco volumen negociado en las últimas jornadas cambiarias revela el «impasse» en el que se encuentra el mercado, a la espera de los dólares de la cosecha gruesa. Según adelantó el ministerio de Hacienda a fines de la semana pasada, entre maíz, soja y el remanente de trigo ingresarán unos USD 25.000 millones. El monto debería sobrar no sólo para equilibrar el tipo de cambio, sino también para empujarlo hacia el piso de la «zona de no intervención», tal como sucedió hace un mes.
Sin embargo, las preocupación respecto a cómo evolucionará el dólar en los próximos meses continúa. Y uno de los cuestionamientos centrales pasa por el «poder de fuego» que tendrá el Tesoro para defender el tipo de cambio a medida que se acerquen las elecciones. Sólo quedaría la tasa de interés como sucedió en las últimas jornadas. ¿Pero hasta dónde se puede subir el rendimiento en pesos para frenar al dólar?
Según dejaron trascender desde Hacienda, El Tesoro contaría con unos USD 8.000 millones de «libre disponibilidad», una vez que se efectivice el próximo desembolso del FMI, a fin de marzo. Antes, el directorio del organismo deberá aprobar el cumplimiento de metas fiscales y monetarias por parte del Gobierno argentino, pero se descuento que ello sucederá en la reunión del próximo 28 de marzo.
Los técnicos del organismo impusieron condiciones muy estrictas para la venta de esos dólares en el mercado cambiario. La orden del jefe de la misión, Roberto Cardarelli, fue contundente: las divisas que presta el FMI no se pueden utilizar para financiar la fuga de capitales. En otras palabras, no pueden ser utilizadas para «planchar» la cotización artificialmente mientras los inversores buscan refugio en moneda dura.
El Tesoro precisa vender parte de los dólares que le presta el Fondo para hacer frente a sus necesidades financieras en pesos. La fórmula elegida es conocida: licitaciones diarias, por montos predeterminados, que no superarían los USD 50 millones. Según se dejó trascender, este esquema comenzaría entre mediados y fines de mayo para no agregar todavía más oferta a la liquidación de la cosecha.
La inquietud es que este mecanismo le quita toda capacidad al Gobierno de aplacar presiones cambiarias, algo que es casi inevitable que suceda más cerca de las elecciones. Es posible que esa mayor presión para dolarizarse arranque con más fuerza en julio, semanas antes de las PASO. Y que luego de las primarias se intensifique, porque es probable que el escenario quede muy incierto de cara a las elecciones generales de octubre.
¿Quién pondrá los dólares cuando se produzca esa presión, que en el Gobierno reconocen incluso como inevitable? La respuesta es preocupante: nadie. Por eso, la posibilidad de que el tipo de cambio pegue un salto significativo después de mediados de año es uno de los temas que más inquietan a la conducción económica.
Es posible que éste sea uno de los temas que conversarán el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, con la titular del FMI, Christine Lagarde. Pero por el momento parece poco probable que el organismo vaya a modifcar esta postura inflexible. La decisión de Luis Caputo de disponer de los dólares del FMI de manera discrecional fue lo que lo terminó eyectando del Central, pocas semanas después de la crisis cambiaria de agosto, que llevó el dólar a $ 42.