Son cálculos privados la base de estimación de producción y precios actuales. La tendencia bajista puede profundizarse cuando esté disponible la cosecha local
Mientras los futuros de la soja, el maíz y el trigo tocaron ayer nuevos mínimos para los últimos 90 días de operación en Chicago, estimaciones privadas dan cuenta de que las exportaciones argentinas de esos tres complejos agropecuarios caerán este año al menos u$s 2.300 millones respecto de 2014.
Los tres complejos agrícolas más importantes concretarían exportaciones en 2015 por u$s 22.000 millones, 9% por debajo del año previo, de las cuales el 85% estarán explicadas por el complejo sojero (sin considerar los envíos de biodiesel, que tienen derechos de exportación preferencial); 9% por el maíz y 7% por el trigo, que más que duplicaría los embarques de los dos años anteriores, indica el último informe de la consultora Finsoport.
Si se confirman esos guarismos, los ingresos al Fisco en concepto de derechos de exportación de los tres cultivos llegarían a u$s 6900 millones este año, 8% menos que el año pasado. En ese marco, los menores ingresos por exportaciones obligaría al Gobierno a continuar restringiendo las importaciones para mantener un superávit fiscal positivo».
La retracción en el valor de las exportaciones para 2015, y la caída en la recaudación por retenciones, obedece al desplome de precios de las materias primas agrícolas y a las proyecciones de producción local de la actual campaña, que no alcanzan para compensar la tendencia en los valores.
En ese marco, el trabajo de la consultora señala que la producción sojera crecerá apenas 3% contra el ciclo previo, hasta 55 millones de toneladas; la de maíz se reducirá 33% interanual, mientras que la de trigo crecerá casi 30% respecto de la cosecha 2013/14.
Los actuales valores FOB oficiales (los que rigen para las exportaciones locales) marcan una soja en u$s 439 la tonelada, el maíz en u$s 180 el mismo volumen y u$s 250 en el caso del trigo.
A esos precios, y considerando una demanda similar a la del año previo, Finsoport calculó que las exportaciones de la soja sin procesar llegarán este año a u$s 3688 millones, contra los u$s 3881 millones de 2014; las de aceite de soja a u$s 3247 millones (u$s 3493 millones el año pasado) y las de harina de soja sumarían u$s 11715 millones, desde los u$s 12577 millones de 2014.
Para el maíz, la estimación es que las ventas al exterior sumarán este año u$s 1890 millones, contra los u$s 3506 millones del año previo, mientras que el trigo y la harina aportarían este año u$s 1474 millones, desde los u$s 798 que los embarques de ambos productos significaron en 2014.
En el reporte, Finsoport advirtió que esos guarismos «pueden modificarse sensiblemente durante los próximos meses en función de la evaluación de los precios internacionales de los tres commodities, que han mostrado una tendencia entre decreciente y oscilante desde fines de 2012».
Las supercosechas 2014/15, en el caso de la soja tanto la norteamericana como las esperadas en América del sur, una demanda que no crece al ritmo de la producción; y las estimaciones de que la producción global de la actual campaña de maíz y trigo dejarán el mayor stock de los últimos 30 años pone presión bajista sobre los precios.
Para el equipo de Todesca, la caída de u$s 1300 millones en las exportaciones del complejo sojero «se vincularían a la continua disminución en los precios internacionales de la oleaginosa, que no se resultaría compensada por completo por el aumento estimado en la producción local».
En ese marco, reseñó que los precios FOB de la soja pasaron de u$s 653 la tonelada en septiembre de 2012, a un promedio de u$s 536 en 2013; u$s 492 en 2014 y u$s 439 en el primer mes de este año.
«La tendencia declinante aumenta la presión sobre la rentabilidad de los productores en un contexto de las sistemáticas de costos operativos y pérdidas en algunas regiones durante la campaña agrícola», señaló el informe. Y añade que es de esperar que una contracción en las exportaciones de los tres complejos «tendrá diversas repercusiones en la macroeconomía argentina.
En primer lugar, indicó, habrá menores ingresos de los productores, trabajadores y proveedores de esos sectores, lo que con un tipo de cambio estable «determinaría una merma en su capacidad de consumo, que se trasladaría a las economías regionales en ciudades y pueblos del interior. También mencionó que la caída en los ingresos por retenciones obligaría al Gobierno «a buscar fuentes alternativas de financiamiento, más aún en un año electoral que mantendrá la fuerte expansión del gasto público».