El último informe de política monetaria del Banco Central dejó dos puntos interesantes.
Uno. El 40% del aumento de la inflación del primer trimestre fue culpa de las correcciones de tarifas.
Dos. La evolución de los precios de los servicios públicos respecto al resto de los costos de la economía, es la mitad de lo que se daba en los 90.
Federico Sturzenegger no lo oculta más. La desinflación enfrenta desafíos hacia adelante y las tarifas, en parte, ponen el ritmo al que bajará la inflación.
Este ‘reconocimiento’ del BCRA encendió algunos debates. Por ejemplo que la Argentina tiene por delante un proceso de recomposición tarifaria que no es corto. Por ello algunos plantean la necesidad de explorar un cambio en la meta de inflación (12-17%). Señalan que con atraso cambiario, como no solo advierten ya analistas locales sino ahora también el FMI, y las tarifas ajustándose en los próximos años, la baja de la inflación en Argentina promete ser un camino sinuoso y no llano.
“No es lo mismo bajar la inflación atrasando algunos precios, como en años anteriores se hizo con las tarifas de los servicios públicos o el tipo de cambio, que no hacerlo. Sobre todo, porque esas desinflaciones inevitablemente serán transitorias, como la que conocimos en 2015”, dijo Miguel Kiguel en la semana. En 2014 por ejemplo las tarifas subieron 30%, el dólar 40% y la inflación 45%. En cambio, desde la salida del cepo, las tarifas aumentaron 110%, el dólar 60% y la inflación 50%. “Bajar la inflación mientras se da un cambio necesario en los precios relativos de la economía toma más tiempo, aunque también asegura una desinflación mucho más permanente”.
El economista Diego Giacomini, en un informe de E&R, dice que “hay chances que en la segunda mitad del año la inflación caiga a 0,7%-0,9% mensual y se termine cumpliendo la meta. ¿Por qué? Porque la política monetaria tarda entre 12 y 18 meses en tener impacto pleno sobre la inflación y porque habrá pasado el ruido de los ajustes tarifarios del primer semestre. Aunque señala que al BCRA “no le deberá temblar el pulso si tiene que subir nuevamente la tasa”.
¿Pero endurecerá más la política monetaria el Banco Central de cara a las elecciones? A juzgar por su retórica y actuación en los últimos meses para encauzar las expectativas de inflación (hoy por encima en cuatro puntos), podría darse. Primero fue en febrero, cuando Sturzenegger adelantó que se venían “tres meses delicados en materia de inflación”. Después vino marzo, cuando el banco endureció la política monetaria. Luego abril, con la suba de la tasa de referencia 150 puntos básicos. Y finalmente ahora, con el informe de política monetaria, en el cuál la entidad ya no sólo advierte sobre el impacto directo e indirecto de las tarifas. También señala que será su rol limitar impactos como lo son la remarcación de comercios y industrias que muchas veces aplican sobre sus productos tras la suba de tarifas. “Efectos de segunda ronda”, que le dicen.
Fernando Navajas, economista de Fiel, calcula que “entre 25% y 33% de la inflación núcleo del bimestre febrero marzo se debe a las tarifas”. La inflación núcleo mide el ritmo al que aumentan los precios del 70% de los bienes de la canasta total del IPC. No incluye precios de bienes regulados o comportamientos estacionales. Navajas no cree que la entidad debiera actuar subiendo más la tasa porque la inflación núcleo de abril está bajando (1,3%) tras los ajustes de tarifas.
Economistas como Miguel Bein y Javier Alvaredo señalan que el reconocimiento de Sturzenegger sobre las dificultades de transitar de un régimen de tarifas hacia otro, vuelve relevante plantear cambios a la meta de inflación. “Podría haber sido 17% mas 3 o 4 puntos de tarifas”, dice Bein. “No se los tomó en cuenta y por eso la gran dificultad ahora para llegar a 17 y la consecuente necesidad de sobrerreaccionar con la política monetaria”. Y agrega: “Es por la corrección de precios regulados que la inflación de abril no bajará de 2% a partir de la nueva tarifa de gas”.
Alvaredo señala que “obstinarse con el 12%-17% quizás no sea lo adecuado y la meta debería ser revisada”. Calcula que para que la inflación núcleo se ubique en el rango que Sturzenegger presentó en su conferencia, la tasa mensual promedio debería ser entre 0.50% y 1%. Los últimos meses fue 1,7% promedio.
Y que si la meta se alcanza con atraso de tarifas y un dólar que se aprecia en términos reales, “el Gobierno habrá bajada la inflación de manera subordinada a problemas futuros”.
Por último, el economista Marcos Buscaglia, la semana pasada en el programa Odisea Argentina puso en perspectiva la tarea frene a la cual el Banco Central hace frente.
“Tratar de bajar la inflación usando la tasa de interés, con un tipo de cambio flotante, en el contexto de un alto déficit fiscal y una elevada desalineación de los precios relativos, es algo que no se probó nunca antes”.