No hay «manteca para tirar al techo» en las arcas del Central. Todo lo contrario. Y el calendario de compromisos internacionales no da tregua.
El BCRA recuperó desde diciembre pasado el protagonismo de ser comprador neto de divisas. Una señal esperada, con ansiedad, por todo el mercado e, indudablemente, también por el Gobierno ante la anemia de reservas netas. Desde que comenzó el 2021 hubo 40 jornadas operativas al día 2 de marzo, último dato oficial, y en solo 6 el BCRA fue vendedor neto, siendo en 29 oportunidades comprador neto. O sea, en 3 de cada 4 jornadas intervino ganando reservas. Sin embargo, eso no se tradujo en un incremento del stock de reservas brutas. ¿Qué pasa? Veamos los números.
A partir de la intensificación del cepo cambiario en el último tramo del año pasado, el BCRA volvió a comprar reservas en diciembre, fueron u$s608 millones. Luego en enero y febrero mantuvo su rol de comprador neto y sumó compras por u$s790 millones (u$s157 millones y u$s633 millones respectivamente). Pero las reservas brutas apenas subieron u$s128 millones en enero y u$s3 millones en febrero. En las dos primeras jornadas de marzo sumó otras u$s284 millones. Es decir que en lo que va del año las compras del BCRA totalizaron u$s1.074 millones. Sin embargo, las reservas brutas solo aumentaron u$s266 millones. Si bien no deja de ser una señal positiva que el BCRA no solo haya dejado de ser vendedor sino que sea comprador, no es un tema menor que las reservas no aumenten. En otro contexto, donde no hubiera anemia de reservas, no sería tan relevante pero dada la situación de las exiguas reservas netas, y ni que hablar de las reservas líquidas, y frente al calendario de vencimientos internacionales es para monitorear muy de cerca. De ahí la importancia de que, no solo llueva en las próximas semanas, sino que la liquidación de los exportadores agropecuarios esté dentro de las expectativas del Gobierno y del mercado.
Ahora bien, qué pasó en estos meses para que las reservas brutas sigan estancadas en los u$s39.600 millones promedio. Nada más ni nada menos que empezaron a caer vencimientos con los organismos financieros internacionales (OFI). Entre enero y febrero se perdieron reservas por u$s496 millones para pagar a los OFI, entre ellos el FMI. Pero además por operaciones del sector público se fueron otros u$s404 millones. O sea, con las compras acumuladas en el primer bimestre no se podían ni afrontar completamente los vencimientos. Pero además hubo cancelaciones de operaciones con el exterior y desvalorizaciones cambiarias que afectan la valuación de los swaps pactados como en el caso chino. Esto implicó una caída adicional de reservas de u$s689 millones. Gracias a la recuperación de los argendólares, por motivos impositivos (Bienes Personales), los encajes vinculados a estos depósitos subieron en u$s930 millones. De esta manera el balance del primer bimestre logró dejar un saldo positivo de u$s131 millones.
Entonces, el BCRA, por suerte, compra pero no le suben las reservas. Y como el stock de reservas netas es inferior a u$s3.000 millones, según estimaciones privadas, y las líquidas ya serían negativas, está claro que no hay reservas para afrontar los próximos vencimientos: en el II trimestre suman casi u$s3.300 millones (a fin de mayo vence el famoso Club de París, más de u$s2.300 millones), en el III trimestre u$s3.000 millones y casi u$s2.800 millones en el IV trimestre. Por eso tanta ansiedad y apuro con el tema de la ampliación del capital del FMI para que Argentina reciba su “parte” u$s3.000 millones de DEG. Que le daría un aire para seguir negociando con el FMI y Club de París. Mientras tanto, las velas están encendidas no solo para que la cotización de la soja y el maíz sigan elevadas en Chicago sino para que la cosecha rinda y los exportadores vayan liquidando, iniciando así el ciclo virtuoso cambiario en pos de la carrera hasta octubre.