Mientras que el financiamiento desde el resto del mundo para empresas prácticamente se cortó, los pagos de deuda siguieron estimulados por la ampliación de la brecha cambiaria
A pesar de una cosecha récord, ingreso estraordinario del fondos del FMI y un saldo comercial positivo que le generó un superávit comercial de USD 15.000 millones y de cuenta corriente de la balanza de pagos con el resto del mundo de más de USD 5.000 millones, en 2021 el Banco Central no logró sumar reservas. Las causas son múltiples, pero entre los canales que se destacaron hay uno que sobresale: el pago de deuda externa del sector privado. Por sí sólo, contrarrestó a todo el superávit de cuenta corriente.
Con datos oficiales hasta noviembre y estimaciones de la consultora Econviews de diciembre, el balance cambiario de 2021 no podría haberse presentado, en principio, mejor para el Banco Central. Al menos si se mira la cuenta corriente (bienes y servicios).
Volúmenes y precios favorables para la cosecha permitieron que las exportaciones llegaran a más de USD 75.000 millones en el año, unos USD 14.700 millones más que lo que se importó. El déficit crónico de la balanza de servicios (turismo, seguros, servicios informáticos y otros) y el pago de intereses de la deuda externa redujo ese saldo a favor a unos USD 5.100 millones.
Pero cuando se mira además la cuenta capital en los movimientos de divisas con el resto del mundo, se advierten dos elementos que sacrifican todo el excedente de divisas generado por el intercambio de bienes y servicios (entradas por exportaciones y salidas por importaciones, de bienes y servicios).
El principal factor, “préstamos financieros”, que según la misma estimación de la consultora privada restaron USD 4.900 millones en el último año. El segundo, con unos USD 2.700 negativos adicionales fue la venta de dólares que sostuvo el Banco Central para intentar mantener bajo control a las cotizaciones de los tipos de cambios paralelos al oficial o mayorista. Sumando otros ingredientes, el resultado de la cuenta capital habría terminado el año en USD 5.890 millones que explican la caída de USD 794 millones de reservas brutas en el año.
De esos dos componentes, el rubro que más salidas generó es uno que el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, puso en la mira desde que llegó al cargo. Se trata de los pagos de deudas comerciales que hacen las empresas al exterior, principalmente con sus casas matrices y firmas vinculadas.
“La brecha cambiaria te permite pagar deudas a dólar oficial y si vos tenés un préstamo nuevo lo tenés que traer al oficial. Entonces pagar es una forma de comprar dólares al tipo de cambio oficial. Más allá de las restricciones y estímulos a traer nuevos préstamos, si hay brecha e incertidumbre sobre el tipo de cambio el que trae dólares no sabe si lo va a poder pagar”, dijo Andrés Borenstein de Econviews.
Pesce trató de evitarlo. En una serie de regulaciones, creó un esquema en el que para poder acceder al mercado de cambios para conseguir los dólares con los que cancelar esas obligaciones necesitan refinanciar el 60% de sus vencimientos a un plazo de dos años y, así, ganar el derecho a pagar el otro 40%. También dispuso otros estímulos regulatorios a nuevo endeudamiento, pero no generó movimientos de relevancia: en todo 2021 entró financiamiento por menos de lo que ingresó en marzo de 2019, por poner un ejemplo.
Aunque con esa medida que redujo los pagos de deuda en dólares al exterior de USD 7.221 millones netos en 2020 a los estimados USD 4.900 millones netos en 2021, la sangría nunca se detuvo.
“Tiene que ver con la brecha cambiaria y las restricciones al acceso al dólar oficial. Ahí las empresas tienen incentivo a cancelar toda la deuda que puedan al mismo tiempo no tienen ningún incentivo a tomar financiamiento nuevo, que compensaría”, dijo Federico Furiase, director de Anker.
La administración de ese canal sólo permite reducir el flujo hasta ahora, confiando en que con el tiempo la deuda se irá reduciendo a cero. Pero no a frenarlo, lo que empujaría a las empresas al impago. Como resultado, las empresas argentinas o multinacionales que operan en el país que tuvieron acceso en el pasado a financiamiento en dólares del exterior ahora están más desendeudadas que nunca.
“Si tienen la posibilidad de cancelar una deuda a tipo de cambio oficial, y tienen pesos, las compañías que estaban endeudadas en dólares en el exterior aprovechan. Ahora tienen una situación financiera súper sólida, los ves en los datos. Las compañías tienen un nivel de endeudamiento que en comparación al flujo de caja está en 1,5 contra 2,5 que es común en la región”, dijo a Infobae Francisco Mattig de Consultatio.
En cuanto a lo que sigue para este año, la opinión generalizada es que la cuenta de la deuda externa del sector privado va a seguir reduciéndose, aunque con lentitud. Las deudas refinanciadas se estiraron a dos años de plazo. Mientras que la reducción del stock, que no es infinito, debería moderar la salida.
“A medida que se va achicando el sotck de préstamos el efecto va a ser menor, esperaría que en 2022 haya menos pagos que en 2020 y 2021″, dijo Borenstein.
“Seguramente va a bajar, pero no va a ser cero”, agregó Mattig. “Porque cada oportunidad que tengan las empresas de pagar al oficial el 40% de lo que les vence la van a tratar de aprovechar”, dijo.