La Argentina tiene un claro desbalance de pesos, el Estado gasta más de lo que ingresa y esto se financia con emisión monetaria. Salen más dólares de los que ingresan y el resultado es una caída en las reservas del Banco Central.
Por Salvador Di Stéfano
El gobierno tiene una balanza de pesos y dólares deficitaria. Hay que sumarle el colapso productivo derivado de la cuarentena eterna, y una cadena de suministros desabastecida. Un escenario nunca visto. Con desabastecimiento de mercadería, los precios y el dólar podrían subir más que lo imaginado. Hoy nadie vende.
La Argentina tiene un claro desbalance de pesos, el Estado gasta más de lo que ingresa y esto se financia con emisión monetaria. Por el lado de los dólares, salen más de los que ingresan y el resultado lógico es una caída en las reservas del Banco Central. En resumen, sobran pesos y escasean dólares.
Por si esto fuera poco, la crisis sanitaria potencia los problemas, la cuarentena eterna a la que fuimos sometidos no contempló que el cierre de fábricas a mediano plazo podría generar un faltante de mercadería.
La demanda de bienes no se mantuvo constante, la Argentina es un país que ahorra en dólares, las sucesivas crisis hicieron que los habitantes circulen por las calles con la moneda mala, el peso, y atesoren lo que consideran la moneda buena, el dólar.
Al 30 de marzo de 2020 el dólar comunicación a 3500 que se toma para la exportación e importación se ubicaba en $ 64,50, mientras que el dólar blue en $ 85,00. La brecha era de apenas el 31,8%.
Al día de ayer el dólar cerró en $ 77,43, lo que representa una suba del 20%. El dólar blue cerró en $ 170 una suba del 100%. La brecha se ubicó en el 120%.
La suba del dólar blue llevó a valores de gangas los precios de los activos medidos en dólares. Hubo una furiosa compra de electrodomésticos, motos, autos y todo tipo de bienes con el fin de aprovechar la oferta que brindaba el mercado.
Los comerciantes al inicio de la marea compradora vendieron, pero al poco tiempo comenzaron a percibir que todo lo que vendían era de difícil reposición. El Covid-19 a escala mundial y local había generado un colapso productivo, no hay mercadería, y el que vendió se embromó, porque por un largo tiempo no habrá la reposición esperada. Los comerciantes con dinero en la mano, en el marco de un escenario financiero de alta desconfianza, con altas regulaciones para adquirir dólares de manera oficial, con restricciones y días de espera, volcaron el efectivo al resguardo de valor más cercano, si no hay mercadería vamos a guardar dólares billetes. Esto potenció la suba del dólar blue.
Hay innumerables opiniones respecto al precio del dólar, que van desde la desconfianza, el alto déficit fiscal, la falta de inversiones, escasas exportaciones y mucha demanda de productos del exterior, sin embargo, nadie repara que en esta oportunidad se vive un escenario de desconfianza, al que hay que sumarle la falta de mercadería en el mercado interno y externo. Las importaciones están demoradas, más allá de los retrasos que impone el Estado a la hora de retirar productos de la aduana.
Muchos analistas comparaban este período con el vivido entre los años 2012 y 2015, sin embargo, es un error, durante todo ese período existió el cepo, pero no hubo una parálisis productiva, y bolsones de liquidez en el mercado como se vive en la actualidad.
La brecha entre el dólar blue y el dólar que rige el Mercado Único y Libre de Cambios llegó al 120%, y nada puede impedir que siga a la suba, por la simple razón que los agentes económicos no encuentran un lugar donde proteger sus ahorros.
Los ciudadanos han tomado al peso como una moneda secundaria, tal como eran los patacones o el lecor, se lo quieren sacar de encima cuanto antes. En el Banco Central República Argentina la base monetaria es de $ 2.300.000 millones, pero si le sumamos el endeudamiento del Banco Central en leliq y pases que asciende a $ 2.535.000 millones, tenemos que el total de pasivos suma $ 4.835.794 millones, si lo dividimos por el total de habitantes que suman 45 millones, cada habitante tiene un pasivo monetario de $ 107.462. No se salvan ni los menores de 18.
Ese total de pasivos monetarios comparados con las reservas brutas de U$S 41.026 millones, nos da un dólar de equilibrio de $ 118, es un valor muy lejano al dólar de $ 77,42. En este caso la brecha es del 52,4%.
Con tantos desequilibrios monetarios y cambiarios, sumado a la falta de mercadería, todos los caminos conducen al dólar, frase ya remanida en esta columna, pero que no pierde actualidad. Tal vez no es una súper oferta, pero no hay otro activo para acopiar.
En el tema depósitos, la novela continua, los depósitos a plazo fijo en pesos suben el 88% anual, sin embargo, los depósitos a plazo fijo en dólares caen a un ritmo del 10,6% anual.
El total de depósitos en dólares suman U$S 17.823 millones. Los préstamos en dólares al sector privado suman U$S 5.837 millones. Los encajes en dólares de los bancos en el Banco Central República Argentina suman U$S 11.727 millones. Claramente no hay posibilidades de un corralito o corralón, como tampoco expropiación de depósitos o canje por un bono. Si los depositantes siguen sacando dólares de los bancos, lo que sucederá es que caerán las reservas del Banco Central.
En los últimos 12 meses los depósitos en dólares cayeron en U$S 3.567 millones, en igual período las reservas cayeron en U$S 2.234 millones. Esta correlación se mantiene en los últimos meses, por lo tanto, si el gobierno no recupera el liderazgo de la agenda económica, es muy probable que los depositantes, ante el escenario de incertidumbre, sigan retirando sus depósitos, lo que impactaría en una caída de reservas, que comparado con los pasivos monetarios que no paran de crecer, elevarían el dólar de equilibrio, y esto alentaría a que muchos agentes económicos sigan adquiriendo dólares en el mercado blue, los exportadores demoren las ventas a la espera de un mejor precio en el tipo de cambio, y los importadores hagan cola para traer productos del exterior.
Si a todo este escenario económico, le sumamos que el gobierno desea avalar un observatorio para controlar al periodismo, otro para los agroquímicos, y seguramente vendrán nuevos observatorios para distintas actividades, pretende cobrar un impuesto a la riqueza que es inconstitucional, pretendió expropiar una empresa exportadora, acusa de golpista a las marchas de los ciudadanos, y el ex presidente viriliza su crítica contra el gobierno, todo está dado para que la economía, lejos de clamarse, tome más temperatura y el dólar blue, que hoy parece caro, mañana parezca mucho más caro.
Conclusión: Está claro que el camino que estamos transitando no es el más adecuado. También que estamos bajo circunstancias no conocidas. El desabastecimiento en los meses sucesivos podría ser más dañino para la economía que la suba del dólar blue. Con escasez de mercadería y sin miras de destrabar la cadena de suministros, los precios se pueden espiralizar a la suba, como dice Buzz Lightyear: «Al infinito y más allá».
Fuente: https://www.ambito.com/opiniones/dolar/precio-y-al-infinito-y-mas-alla-n5140521