Ambas medidas contribuirían a achicar considerablemente la tensión en los mercados pero prevén que, posiblemente, se requieran más decisiones para asegurar el cumplimiento de las metas con el FMI
El equipo económico se enfrenta a una de las semanas más difíciles de los últimos tres meses, en la previa de un anuncio de inflación que incrementará las tensiones en el mercado. Desde que empezó el año, el Banco Central no deja de perder reservas y en el mercado empiezan a considerar las dificultades que tendrá el Gobierno para alcanzar la meta de acumulación de reservas prevista para marzo.
En ese marco, desde Economía dejaron trascender la negociación que se desarrolla con bancos internacionales por un préstamo para fortalecer reservas de unos USD 1.000 millones, en un intento de calmar anticipadamente el nerviosismo que puede generar no sólo la difusión del IPC de enero sino también la licitación de deuda en pesos, la primera de febrero, que tendrá lugar el miércoles. Los vencimientos del mes no representan un desafío importante pero se trata de la primera operación tras el fuerte cruce de la oposición con el Gobierno por el tema, con la complejidad adicional de que las tenencias se concentran en manos privadas. La combinación de ambas situaciones, a la que se suman también los datos que llegan de la evolución de la economía real, con recaudación real en declive y actividad en baja, completan un panorama complejo.
En ese cuadro, la presión sobre las reservas sigue siendo la parte más delgada del hilo, aun cuando se concrete el préstamo para fortalecerlas y se implemente más temprano que tarde la tercera edición de “dólar soja”.
“Resulta complejo imaginar dilucidar cuál será la vía elegida por el equipo económico, si es que la hay, para cumplir con la meta de reservas Está a las claras que un repo por USD 1.000 millones contribuiría a achicar el gap pero sería más que insuficiente para cerrarlo”, advirtió PPI en su informe de perspectivas semanales.
“Otra herramienta, prácticamente descontada a esta altura por el mercado, es un dólar soja 3.0, que no tiene garantía de éxito como sus predecesores de septiembre y diciembre. Esta vez, no habría soja temprana cosechada en marzo debido a la sequía y la soja acopiada estaría entre 6 y 7 millones de toneladas, equivalente a USD 3.400-4.000 millones. Por lo tanto, se desprende que el BCRA debería comprar la totalidad de la eventual liquidación para acercarse a su target de reservas, a diferencia de 64% y 74% en las primeras dos versiones del Programa de Incremento Exportador”, agregaron los analistas de la consultora, que explicaron que si el Central retuviera el total de lo ingresado por los exportadores, eso supondría prácticamente “borrar del mapa” a la demanda privada y endurecer las restricciones a las importaciones. “Todo parece indicar que deberá elegir entre nivel de actividad y FMI”, advirtió PPI.
Por lo pronto, ante la falta de un mínimo flujo de divisas, en el que impactó tanto la extensa sequía como la anticipación de liquidación en diciembre por el “dólar soja 2″, el Banco Central vendió en la jornada otros USD 48 millones y se desprendió, desde que inició el año, de unos USD 670 millones.
De ahí que desde Ecolatina afirmen que el Gobierno seguramente buscará renegociar la meta de reservas con el FMI, bajo el argumento del doble impacto, tanto de la sequía como de la guerra de Rusia y Ucrania. Pero “si las autoridades pretenden cumplir con la meta acordada con el FMI (+USD 4.800 millones de reservas netas bajo su metodología), el saldo del BCRA en el MULC deberá ser incluso mayor al de 2022, dado que el Tesoro nacional deberá cancelar deuda con el FMI -el financiamiento neto con organismo será negativo por primera vez desde 2018- y con acreedores privados por casi otros USD 4.800 millones en 2023″, afirmó el último reporte de Ecolatina.