El Ministerio de Hacienda estima que la inflación de mayo descenderá al 1,8%, por lo que el BCRA tendrá margen para bajar la tasa de Lebac.
El Ministerio de Hacienda estima que la inflación de mayo descenderá al 1,8%, por lo que el Banco Central tendrá margen para bajar la tasa de Lebac. Un informe de research del Mariva pronostica que desde junio comenzará a bajar gradualmente la tasa, ya que se espera una inflación por debajo del 2%.
Econviews, la consultora de Miguel Kiguel, prevé que desde julio la bajará 75 puntos básicos por mes (contra 50 puntos que creían en su proyección anterior), para terminar el año en 21,75%.
El Bank of America espera que el BCRA comience a recortar las tasas en junio, en línea con la desaceleración en el ritmo de avance de los precios. Prevé además que la autoridad monetaria reducirá la tasa de referencia, el centro del corredor de pases a 7 días, gradualmente hasta llevarla al 22% a fin de año.
Coincide con un comentario distribuido por Alberdi Partners y reproducido por Bloomberg: esperan que la baja de tasas empiece el mes próximo y que Sturzenegger apunte al menos a alcanzar una inflación anual por debajo del 20%.
Las estimaciones y los indicadores de alta frecuencia de fuentes estatales y privadas monitoreados por el Banco Central sugieren que en mayo la economía ha retomado el proceso de desinflación.
Se basan en los datos de inflación minorista del IPC en la ciudad de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, que mostraron reducciones en los precios mayoristas y el costo de la construcción en relación a sus respectivos aumentos en marzo.
Federico Sturzenegger se empecina con mantener a rajatabla la meta del 17% para este año. En rigor, desde junio tomarán el IPC nacional para medir la inflación, pues consideran que durante el primer semestre tuvieron un costo extra al tomar el IPC de AMBA, que cubre sólo el 40% del territorio, pero fue mayor que en el resto del país.
Además, si hoy cambiaran las metas del 17% por un número mayor, la autoridad monetaria perdería credibilidad y se generaría una mayor expectativa de inflación. De hecho, cuando el Banco Central de Brasil cambió su meta de inflación por una más alta no le fue del todo bien. Por eso se puso la franja de entre 12 y 17% para este año, del 8 al 12% para el 2018 y del 5% para el 2019, en este caso, con un margen de error del 1,5%.
En el BCRA están convencido de que la inflación es un impuesto que recae sobre los más pobres, que no tienen forma de ahorrar. Cuanto mayor es la inflación, mayor es el impuesto que se le cobra a los sectores más desprotegidos. De hecho, sostienen que los precios pierden poder por la inflación y se tornan más volátiles. De ahí que una de las formas de proteger el salario es comprar antes en el supermercado. Si una familia dispone de 100 en dinero al inicio del año y el índice de precios de ese momento es 10, puede adquirir entonces la cantidad de 10 bienes. Si durante el año se registra una inflación del 25%, el índice de precios al final del período sería de 12,5, y la cantidad de bienes que se podrían adquirir con esas tenencias de dinero bajaría a 8. Así, la tasa del impuesto sería del 20% y el impuesto sería equivalente a dos bienes.
No caben dudas de que el impacto del impuesto inflacionario es regresivo: los hogares de menores recursos tienen pérdidas de capital por la inflación que, como proporción del ingreso, son entre 2 y 4,7 veces más grandes que las de los hogares de mayores recursos. De ahí que la inflación baja y estable promueve una mayor equidad en la distribución del ingreso.