Igual que en septiembre, el BCRA retuvo ayer 65% del total ingresado por los exportadores sojeros. El “efecto secundario” de la medida que podría ayudar a descomprimir la tensión del mercado por la deuda en pesos.
El debut ayer de la segunda edición del dólar soja confirmó que, al precio correcto, las divisas aparecen y lo hacen incluso en mayor proporción a la esperada. Es la conclusión prima facie de la primera jornada de este regreso de un tipo de cambio diferencial para los exportadores sojeros, tal vez apresurada pero fundamentada en la experiencia ya vivida en septiembre. Con ese parámetro, en el mercado y tampoco en el Gobierno descartan que, finalmente, las reservas netas resulten fortalecidas en más de USD 4.000 millones.
La cifra es superior a la que dijo apuntar el ministro de Economía, Sergio Massa, pero el antecedente cercano alimenta la expectativa.
Con el ingreso de USD 292 millones por parte del agro -cifra cinco veces mayor al promedio diario que se venía registrando inferior a USD 50 millones desde que arrancó noviembre- el Banco Central pudo finalmente hacerse de unos USD 192 millones. De sostenerse, esa dinámica implicaría que el BCRA retiene 65% de lo ingresado, lo que parece imitar el comportamiento durante la versión original del dólar soja. Es decir que, si tal como anunció Massa, ingresan USD 3.000 millones, unos USD 2.000 millones quedarían en las arcas del Banco Central.
“Que queden 2 de cada 3 dólares que entren es buen negocio”, repiten en el equipo económico. Pero los cálculos preliminares alientan el optimismo de los funcionarios: proyectado a todo el mes, el volumen liquidado ayer gracias a un precio de $230 asciende a un ingreso total de USD 6.700 millones. Una cifra que más que duplica la estimación inicial difundida. De confirmarse, sería una performance superior a la lograda en hace dos meses, cuando los exportadores aportaron 60% más que lo anunciado, que se explica por un tipo de cambio otorgado incluso más competitivo que el ofrecido en septiembre. En ese momento, igual que ayer, el BCRA retuvo 65% de lo ingresado, lo que equivaldría a USD 4.400 millones al cierre del actual programa, siempre y cuando se sostenga el ritmo de ayer.
Un dato clave permite al Gobierno sostener esa estimación: nunca el sector agropecuario tuvo un incentivo más fuerte que ahora para liquidar. Eso ocurre porque la brecha entre el precio internacional de la soja y el valor que reciben los productores se ubica con esta iniciativa en el menor nivel desde febrero de 2020 (93%), según los cálculos de Portfolio Personal. Aun así, en la consultora son algo escépticos respecto de un resultado por encima de lo proyectado por la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA), como creen en Economía.
“En lo que va del año se comercializó alrededor de 73,7% de la cosecha de soja. En los últimos cinco años, la mediana del porcentaje de comercialización a fin de año fue 79.,9%. Para alcanzar ese nivel, deberían liquidarse casi USD 1.300 millones adicionales o apenas 2,5 millones de toneladas de soja retenidas. En cambio, si se considera la mediana de los últimos diez años de 71,6%, no hay un retraso en la comercialización de la cosecha 2021/2022″, sostuvo en su informe especial “Las 7 claves del Dólar Soja”.
Aunque tiene contraindicaciones varias -principalmente la necesidad de fuerte emisión como contrapartida a la compra de las divisas y la transferencia de recursos que significa, en la práctica, hacia los importadores-, la medida trae aparejada un beneficio adicional para Tesoro: arrima recursos no contemplados originalmente mediante el cobro de retenciones, lo que descomprime el financiamiento de las cuentas públicas.
Ese “efecto secundario” se vuelve vital a la luz de los resultados de la licitación de títulos del Tesoro de ayer, en la que Economía no logró refinanciar la totalidad del monto que vencía. La operación, por la que quedaron liberados en el mercado más de $42.000 millones, dejó en evidencia no sólo la saturación del mercado doméstico de deuda pública sino las claras dificultades del Gobierno para despejar la incertidumbre respecto a los vencimientos de 2023. La mayor liquidez que se percibirá en el mercado por la emisión que implica el dólar soja podría contribuir a moderar esa dificultad, al menos en la última gran licitación del año a mediados de diciembre cuando vencen $405.000 millones, si se orienta a los bonos públicos. La otra posibilidad, un riesgo no menor, es que esa liquidez finalmente presione sobre la brecha cambiaria.