Si bien el BCRA parece decidido a combatir la inflación, los analistas señalan que una masa de pesos en la economía que podría buscar la compra de dólares como refugio
El nuevo escenario que dibuja el corpus de medidas adoptadas por el nuevo Gobierno todavía presenta no pocas incógnitas. Una de las centrales es si el equipo del ministro Alfonso Prat Gay logrará controlar la inflación en 2016, que algunos ya descuentan por encima del 30% anual. En ese objetivo el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger es clave: su política de ir bajando las tasas de interés en cada licitación de Letras que hace la entidad y, al mismo tiempo, contraer la base monetaria para rebajar la presión sobre los precios de la economía, resultan hoy el epicentro donde se está dando la batalla. En rigor, las últimas señales son buenas: sólo así se explica que las entidades financieras estén dispuestas a colocar sus pesos por una tasa cada vez más baja.
En el análisis de las principales consultoras de la City coinciden: la perspectiva inflacionaria se va reduciendo semana tras semana, si bien adivinan que el BCRA aún considera alto el nivel inflacionario. Pero los números son los números. Según estimaciones consultora Economía y Regiones (E&R) el sobrante de pesos ascendería a 4 puntos porcentuales del PBI (entre $200.000 millones y $220.000 millones) originados por la emisión del período presidencial de Cristina Kirchner y a ello se suman los pesos generados por el cepo cambiario.
«La emisión monetaria genera sobrante de pesos, porque el aumento de la cantidad de dinero no se traslada instantáneamente a precios, es decir, el dinero entra ?todo junto? a la economía y los precios sólo van aumentando ?de a poco? en la medida que los pesos van pasando de mano. Así, los agregados monetarios inicialmente crecen en términos del producto, y luego bajan. Del otro lado, el cepo cambiario, al evitar que los pesos drenen contra las reservas (dólares) del BCRA, mantiene artificialmente alta la demanda de dinero, generando un sobrante de pesos. Este sobrante de pesos tenderá a desaparecer sí o sí», señala el informe.
Si bien uno de los caminos para conseguirlo es reducir la cantidad de dinero a fuerza de que los pesos se conviertan en plazos fijos y que las tasas lleven esos pesos al Banco Central, existe otro que muchos analistas comienzan a ponderar: esto es, la ?licuación? de los pesos vía inflación. El dato es que si bien noviembre y diciembre parecían adoptar estas características, las últimas medidas del Gobierno dejaron entrever que el camino elegido es otro. En esta línea, en E&R estiman que para evitar una escalada inflacionaria, y con apertura del cepo y sinceramiento cambiario mediante, la demanda potencial de dólares (el sobrante de pesos) debería buscar una contrapartida de unos u$s 15.000 millones, aunque si se tiene en cuenta el bono que se aplica por la deuda con importadores, esa cifra podría reducirse a u$s 10.000 millones.
«Si consiguen u$s 22.000 millones para hacer frente a esa demanda potencial de dólares, lo que implica que habría 2,2 dólares de oferta por cada uno de demanda. Hasta ahora, las medidas tomadas permitieron ganar holgadamente el primer round de una larga pelea. Habrá que ver cómo sigue la contienda», señalaron en E&R.
Por otro lado, los analistas advierten que la política monetaria tarda entre 10 y 18 meses en impactar en precios.
Por esto, así como la desaceleración inflacionaria del 2015 fue mérito del apretón monetario de Fábrega en 2014, la expansión monetaria de Vanoli de octubre y noviembre (que también tiene efectos en diciembre) deja un piso de inflación superior al 40% anual para todo 2016 que el BCRA piensa combatir de una manera transparente: bajando las expectativas de inflación y absorbiendo dinero de la plaza. Y claro, si es posible, bajando la tasa de interés.