El cierre de Expo Inversiones Rosario 2016 marcó, en líneas generales, la coincidencia de opiniones en cuanto a otorgarle un papel más relevante del contexto internacional en la economía de nuestro país. Existe consenso general respecto del intento de estabilización interno, que permite y permitirá un notable grado de acceso al crédito internacional, aunque en detrimento de mayor vulnerabilidad a los vaivenes globales.
¿Cómo está la Argentina? En cuestiones de inflación ya pasó lo peor, entre fines de 2015 y primer semestre del 2016. Sin embargo, existen aspectos estructurales de la economía argentina, para los cuales la solución no es para nada inmediata: tenemos sobredimensionado el aparato estatal de subsidios, un tipo de cambio real relativamente apreciado, una puja distributiva entre el sector empresario y de asalariados, ahogamiento por impuestos, entre otros. Un contexto de fricción constante, que sigue siendo caldo de cultivo para expectativas negativas.
¿Qué preocupa a los expertos?
En primer lugar, el nivel desproporcionado de déficit fiscal, un problema endémico que aqueja nuestra economía desde hace tiempo. Según Luis Secco, desde 1960 a la actualidad, Argentina sólo tuvo tramos muy cortos de superávit fiscal en la década de los noventa, como consecuencia de las privatizaciones, y durante el gobierno de Néstor Kirchner. El actual gobierno parece marcar una conducta tendiente a la reducción del mismo, pero las metas anuales de déficit están enfocadas más al objetivo de construcción de gobernabilidad de Cambiemos que a lograr un equilibrio real de las cuentas del Estado.
En segundo lugar, aunque no menos importante, está el tema de la inflación. En los últimos 67 años, el promedio de inflación anual ha sido de 160%, u 80% anual si sacamos el período de hiperinflación de fines de los ochenta y principios de los noventa; además, sólo hubo inflación de un dígito en 13 años de los 67. El gobierno actual ha pasado por dos etapas en este sentido: las metas de inflación de principios de año no fueron creíbles para la economía, lo que se reflejó en un crecimiento acelerado de precios de enero a julio de 2016. La desaceleración en el segundo semestre parece haber llegado, aunque retrasada por un trimestre, pero existen todavía claros riesgos de un recalentamiento en los precios. Siguen latentes los problemas de la apreciación del tipo de cambio, y de la corrección de las tarifas.
En tercer lugar, preocupa el nivel inversiones y la estructura de exportaciones. Argentina desaprovechó las condiciones extraordinarias de los términos de intercambio durante el kirchnerismo, licuando el excedente de divisas principalmente en importación de energía, subsidios al transporte y planes sociales. El aislamiento de la economía interna provocó una fuga y vaciamiento de recursos del circuito formal, alejando al país de una meta modesta de inversión del 25% del PIB, indispensable para la resolución de problemas estructurales previamente descritos. En la actualidad parecen estar generándose las condiciones institucionales y políticas adecuadas, que se confirmarán (o no) en las elecciones legislativas de 2017, y que serán la base fundamental sobre la cual se asentarán inversiones productivas. La recalificación de Argentina desde una economía de frontera a país emergente será una lavada de cara importante, a lo que se irá sumando un contexto de mayor transparencia de los flujos de capitales internacionales, que forzará con el tiempo a asumir los costos (por cierto modestos) del blanqueo.
Expo Inversiones Rosario 2016 (#Einros16) se llevó a cabo en la ciudad de Rosario los días 28 y 29 de septiembre.