Los analistas del mercado ven una mayor necesidad de cubrirse contra la inflación. Para las carteras en pesos, los activos CER son los más demandados, con preferencia en el tramo medio, con vencimientos entre 2022 y 2024.
Con las elecciones cada vez más cerca y en un contexto de mayores restricciones de circulación a causa de una segunda ola de coronavirus, el nerviosismo parece apoderarse del mercado cambiario. A ello debe sumarse que la aceleración inflacionaria no cede, luego de la histórica emisión monetaria de 2020.
En un contexto en el que los desafíos macroeconómicos y sanitarios se acumulan, los inversores coinciden en la necesidad de tener activos en cartera que los protejan contra la inflación, primero, y contra la devaluación, después.
Las carteras recomendadas por distintos analistas tienen cada vez mayor ponderación en activos que ajustan por CER, debido a que el mercado cree que la tendencia inflacionaria permanecerá elevada.
Se observa que las tasas reales en el tramo corto de la curva CER se ubican en hasta -9%, como el TC21 y saltan al 1% en los bonos a 2022 y al 3% en 2023. En el tramo entre 2024 y 2026, los rendimientos se ubican entre 5% y 7% y del 9% al 10% para los tramos más largos de la curva. Hoy la preferencia por los analistas se encuentra fundamentalmente en el tramo corto y medio de la curva.
Los analistas de Schroders explicaron que para las inversiones en pesos se encuentran ponderando con mayor importancia activos de corto plazo con cobertura inflacionaria.
A la hora de remarcar la sobre ponderación en activos que ajustan por CER, en su fondo en pesos, el Schroder Renta Plus cuenta con el 57% de sus activos en bonos que ajustan por inflación y a la vez que la duration del fondo es de solo tres meses, en línea con la búsqueda de activos de corta duración.
«En el posicionamiento en activos en pesos priorizamos los de corto plazo y preferentemente atados a la inflación. En ese sentido, como estrategia dentro de nuestros fondos estamos sobre-ponderando las LECER con vencimiento en 2022 y preferimos el posicionamiento en Ledes y Lepase con vencimiento en los próximos meses», afirmaron desde la compañía.
Por su parte, los analistas de Cohen diseñaron una cartera en la que apuntan a elaborar estrategias de cobertura inflacionaria y cambiaria a la vez, partiendo de un posicionamiento en moneda local, con un perfil conservador.
La cartera se compone de tres segmentos dentro del cual el 60% de la misma está compuesto por los activos indexados a la inflación, dándole una ponderación mayor a la cobertura inflacionaria, en línea con la estrategia propuesta por los analistas de Schroders.
Luego, el 30% de la cartera de Cohen se posiciona en activos dólar linked y el 10% restante en activos a tasa fija.
«Que la mayor ponderación de la cartera la tengan los activos indexados a inflación obedece al fuerte dinamismo que viene mostrando la variación de precios, en el último semestre se movió a un ritmo del 60% anualizado. El 4,8% que mostró marzo, en un contexto de dólar que va moderando el ritmo de devaluación, tarifas retrasadas y fijaciones de precios máximos, muestran la ardua dinámica que atraviesan los precios», dijo Tomás Ruiz Palacios, estratega de Cohen.
Entre los activos que ajustan por CER, Ruiz Palacios destaca a los bonos del tramo corto como el TX22 y el TX23, ya que capturan en mayor medida la inflación del 2021 y 2022 (desde la firma la estiman en 45% y 52% respectivamente).
«Decidimos obviar el TX21 debido a su rendimiento negativo y tampoco extendernos a los vencimientos más lejanos (como el TX24 o TX26), respetando el perfil conservador de la cartera», dijo.
En línea con las recomendaciones de los analistas de Cohen y de Schroders, la preferencia del mercado está claramente situada en el tramo corto de la curva, en donde los rendimientos reales pasan a ser positivos. Sin embargo, el mercado no ve valor aún en la estrategia de alargar duration más allá de 2024 ya que la volatilidad en los activos podría ser mayor y los rendimientos ofrecidos no logran compensar dichos riesgos.
En esa línea, Francisco Velasco, head de research de Banco Mariva remarcó que el mayor potencial dentro de la curva CER se encuentra en los tramos a 2023 y 2024.
«Recomendamos los bonos a 2023 y 2024 ya que lucen baratos en nuestro modelo y dado nuestro escenario de mayor inflación. Además, sus rendimientos reales están muy por encima de lo que el Gobierno considerara como sostenible, por lo que la oferta en una duración similar solo se produciría si hubiera un repunte relevante», dijo Velasco.
NECESIDAD DE UNA COBERTURA CAMBIARIA
Por otro lado, hay cierto consenso en el mercado local de que la necesidad de tener cobertura ante algún salto del tipo de cambio es necesario ya sea por cuestiones macroeconómicas como políticas.
Los desequilibrios macroeconómicos siguen sin ser corregidos a la vez que la pandemia y la segunda ola de Covid amenazan aún más el frágil equilibrio cambiario y financiero de corto plazo.
Por ello es que para los analistas, mantener una porción de la cartera atada al tipo de cambio luce recomendable. El mercado ya se viene cubriendo de los riesgos de ver una aceleración en el ritmo de devaluación en los tipos de cambios paralelos.
Los analistas de Criteria explicaron que al analizar el aumento de cobertura vía dólar linked así como también la suba de tasas de futuros en el Rofex se pueden interpretar como una señal de que los inversores ya no creen que el Gobierno pueda seguir devaluando al ritmo propuesto por el ministro de Economía, Martín Guzmán. En especial, en un contexto donde la inflación registra niveles más elevados de lo previsto y el atraso cambiario es mayor.
«Las expectativas en cuanto a la capacidad del Gobierno de contener inflación y devaluación se han modificado, con una notable demanda por cobertura en el mercado de bonos. La creciente inercia en la velocidad de los precios es un elemento adicional que agrega presión al tipo de cambio. El Gobierno adoptó una estrategia que consiste en utilizar el dólar oficial como ancla para disminuir el avance de los precios. Hoy el mercado desconfía de la sustentabilidad de esta estrategia, tal como se refleja el precio de los bonos y futuros», comentaron.
La segunda ola de coronavirus genera mayores presiones desde el lado cambiario, fundamentalmente por el hecho de que si el Gobierno debe imponer mayores restricciones, el nivel de actividad podría resentirse nuevamente, y con ello generar una baja de la recaudación y un aumento del gasto por lo que el déficit fiscal podría ampliarse y con ello la necesidad de mayor emisión monetaria. Los riesgos de una mayor emisión podrían tener un impacto directo en la estabilidad cambiaria e inflacionaria de corto y mediano plazo.
«En un contexto de pandemia y nuevas restricciones, el sendero fiscal que se había propuesto en el Presupuesto va a ser más difícil de atender. Esto es por el impacto en la recaudación, así como las necesidades de gasto que pudiera tener el fisco, que si bien menores a las del 2020, seguirán siendo elevadas y mayormente respaldas por emisión monetaria», comentaron desde Criteria.
El escenario base de los especialistas de Criteria es que el Gobierno va a poder mantener su meta del crawling peg debajo del ritmo de inflación mensual por los próximos meses, más bien cercano a finales de junio, en donde las presiones cambiarias podrían ir en ascenso.
«Hasta entonces creemos que hay mejor valor relativo en las alternativas de inversión en pesos a tasa fija o en CER, dentro del cual creemos que el TO21 podría generar retornos por sobre los dólar linked. Además, para aquellos inversores que buscan opciones en la curva CER, el tramo 2022 a 2023 es el que mayor potencial le vemos. Esta oportunidad táctica requiere de un seguimiento continuo a medida que se acercan las elecciones, tras lo cual podría comenzar a tomar fuerza nuevamente la expectativa de una aceleración en el ritmo devaluatorio.», comentaron desde Criteria.
Desde Cohen agregaron que si bien en los últimos meses el mercado cambiario tuvo una notable mejora de la mano del fuerte incremento del precio de la soja y el BCRA recuperó reservas internacionales, las cuentas externas siguen siendo frágiles, dado que parte de la estabilidad se apoya en un entorno de control de cambios reforzado.
«Si bien en los últimos meses el BCRA moderó el ritmo de devaluación y la brecha se mantuvo estable, el riesgo de una corrección sigue vigente y es por ello que recomendamos su participación en la cartera. En cuanto a las inversiones dentro del segmento dólar linked, nos enfocamos en mayor medida en activos con duración de un año o más, para capturar la eventual corrección cambiaria (posiblemente post electoral), que consideramos inevitable. Para esto nos gusta el TV22 (vencimiento abril 2022)», sostuvo Ruiz Palacios.