El objetivo de cualquier servicio de asesoría de inversión es explorar la mejor estrategia personal para el inversor y revisarla regularmente. Una estrategia de inversión no puede ser óptima si no se integra con la capacidad de riesgo, la tolerancia y la conciencia del riesgo del inversor.
La capacidad de riesgo se refiere a la situación financiera del inversor. ¿Cuáles son los activos, ingresos, gastos y fuentes de ingreso del inversor? La capacidad de riesgo del inversor limita el portafolio óptimo a crear en el caso de que los inversionistas no puedan soportar financieramente las pérdidas superiores a una cierta cantidad. Esta circunstancia debe ser tenida muy en cuenta.
La tolerancia al riesgo indica cuánto riesgo está emocionalmente dispuesto a asumir el inversionista. La valoración del riesgo subjetivo, como se dijo anteriormente, se realiza en base a las emociones que el inversor tiene con respecto a cada activo financiero.
La conciencia del riesgo del inversor a menudo está distorsionada y puede cambiar rápidamente. A pesar de su importancia, la conciencia subjetiva del riesgo no recibe generalmente la atención que merece. Es posible que un inversor esté realizando inversiones de alto riesgo y no sea consciente de ello; tengamos en cuenta que existen una importante cantidad de sesgos que pueden distorsionar muchísimo la percepción subjetiva del riesgo por parte del inversor.
El objetivo de los servicios de asesoramiento de inversión debe ser analizar la conciencia del riesgo del inversionista y luego proporcionar un portafolio acorde a cada tipo de inversor.
Dado que podemos asumir que la conciencia del riesgo del inversionista se encuentra distorsionada por muchos sesgos y que está influenciada por los medios de comunicación, por la información que obtiene desde diversas fuentes (a veces contradictorias) y por sus emociones ligadas a los activos financieros, no es conveniente que sea tenida en cuenta al crear un portafolio óptimo.
Para realizar un correcto perfil de riesgo del potencial inversionista, lo más recomendable es iniciar la asesoría analizando las necesidades, la situación financiera, los requerimientos y metas del inversor. También es aconsejable realizar una prueba diagnóstica de sesgos conductuales y perfil emocional del inversionista e identificar también el nivel de conocimientos financieros que posee.
Como resultado de ello, se podrá ubicar al inversionista en alguna de las siguientes cuatro categorías, las cuales son las más abarcativas en términos de su enfoque de inversión y conocimientos financieros.
Inversionistas intuitivos:
Los inversionistas intuitivos toman decisiones emocionales. Sin la estrategia de inversión adecuada existe el riesgo de que se vean demasiado influenciados por la evolución actual del mercado y pierdan de vista sus objetivos de inversión. Estos inversionistas deben operar con una estrategia de inversión bien detallada y definida, de lo contrario, pueden realizar compras apresuradas cuando los mercados están al alza, en una oleada de euforia (comprando demasiado caro) y vender apresuradamente, en pánico, cuando los mercados caen, lo que seguramente hará mella en el rendimiento de sus activos con el paso del tiempo.
Inversionistas exploradores:
Los inversionistas exploradores están muy familiarizados con el mercado financiero pero toman decisiones emocionales. Tienen una buena perspectiva de los riesgos y de las oportunidades presentes en el mercado pero, a pesar de sus vastos conocimientos financieros, estos inversionistas a veces abandonan su estrategia de inversión predefinida debido a razones emocionales. Por esta razón, sus inversiones deben ser revisadas periódicamente por un asesor externo, para asegurarse de que cumplan con la estrategia de inversión que decidió adoptar inicialmente este inversionista.
Inversionistas realistas:
Estos inversionistas no son influenciados por sus emociones. Sin embargo, carecen de conocimientos financieros para evaluar adecuadamente los riesgos y las oportunidades. Se recomienda brindarles (o que ellos mismos soliciten) una asesoría profesional de inversión, la cual debe estar orientada a ayudarles a tomar decisiones financieras y a mejorar sus conocimientos en esta área.
Inversionistas estratégicos:
Los inversionistas estratégicos tienen un buen conocimiento de los mercados financieros, de forma que pueden evaluar los riesgos y las oportunidades que enfrentan y tampoco son persuadidos por las emociones pudiendo tomar decisiones de manera objetiva. Su enfoque estratégico no les permite perder de vista sus objetivos de inversión y están calificados para implementar su estrategia de inversión de manera muy disciplinada, sin necesidad de un asesor externo. Seguramente, si les preguntásemos, la mayoría de los inversionistas nos diría que es «estratégico» cuando en realidad, la evidencia nos dice que este es el tipo menos común de inversionista.
Para cada tipo de inversionista existe una gama de productos y servicios financieros que se ajustan a su perfil de riesgo y a sus conocimientos. Es tarea del asesor financiero explicarle al inversor las características de cada uno de los productos y servicios que se ajustan a su perfil y ayudarlo a tomar la decisión de inversión más adecuada.
La estrategia de inversión óptima para cada inversor debe ser revisada continuamente y reelaborada de ser necesario.
Con el tiempo, la capacidad de riesgo del inversor puede cambiar significativamente por dos razones:
- Las ganancias y pérdidas en el mercado financiero que cambian su portafolio de activos.
- Eventos personales, tales como nacimiento, matrimonio, divorcio y jubilación que cambian sus obligaciones y preferencias temporales.
Los conocimientos financieros del inversor también cambiarán con el paso del tiempo y es posible que un inversor pase a ser de un tipo diferente al que era cuando se le ofreció la estrategia de inversión que actualmente está llevando adelante. De ser así, su estrategia debe ser reelaborada para ajustarse a sus nuevos conocimientos.
Para los inversionistas realistas, lo más recomendable es que comiencen a invertir a través de instrumentos financieros de renta fija, como los bonos o las lebacs y que posteriormente pasen al armado de un portafolio diversificado en acciones de alta reputación, es decir, de acciones ‘admiradas’, como pueden ser las ‘blue chips’ del índice Dow Jones de Wall Street o las acciones que integran el índice Merval en Argentina. De esta manera, el inversor progresivamente va dando pasos en el mercado, asumiendo en un principio un bajo riesgo pero con bajas probabilidades de obtener altos retornos. De todas maneras, el objetivo del asesor debería ser el de ayudarlo a convertirse en un inversionista estratégico, capaz de desarrollar en el futuro estrategias de inversión más complejas y potencialmente más rentables.
En el caso de los inversionistas intuitivos, es necesario brindarles una asesoría financiera muy detallada, exponiendo argumentos claros que justifiquen la elección de cada activo financiero en el cual se va a invertir. No nos olvidemos que estos inversionistas son esencialmente emocionales y poseen pocos conocimientos acerca de inversiones financieras, por lo que es probable que no acepten la estrategia de inversión a seguir y el portafolio propuesto por el asesor. En el caso de que el inversionista sea inflexible, lo más recomendable será no continuar con la asesoría ya que se estará lidiando con un inversor muy riesgoso. En el mundo financiero, muchas veces los inversionistas son más riesgosos que los activos financieros en los cuales invierten. Si el inversionista acepta la estrategia de inversión propuesta por el asesor, es recomendable que no se le permita realizar operaciones en el mercado por su propia cuenta, sino que, para cada operación de mercado que desee realizar, deba hablar primero con su asesor, de tal manera que este último valide la operación y analice si está dentro de los parámetros de la estrategia de inversión que se está siguiendo.
Para el caso de los inversionistas exploradores, como son inversionistas que tienen amplios conocimientos de finanzas y de la manera en la que funcionan los mercados financieros, es recomendable darles libertad para que realicen operaciones en el mercado, pero dichas operaciones, posteriormente deben ser revisadas y validadas por su asesor para que este último determine si se ajustan a la estrategia de inversión que se está siguiendo. En caso de que no lo hagan, la decisión que tome el asesor debería primar por sobre la decisión del inversor. En el armado del portafolio, aprovechando los amplios conocimientos financieros del inversor, es recomendable que se incluyan activos financieros con riesgo subjetivo alto, de tal manera que se aumente la probabilidad de obtener altos retornos. Sin embargo, estos activos sólo deben ser incluidos en una pequeña proporción ya que las emociones del inversor pueden afectarlo negativamente en el caso de que dichos activos sufran una gran caída y eso puede llevarlo a tomar decisiones de inversión imprudentes, siendo su asesor incapaz de revertirlas a tiempo para evitar una pérdida.
Por último, el inversionista estratégico es el ideal para cualquier asesor ya que tiene amplios conocimientos financieros y no es afectado fuertemente por sus emociones. A este inversionista lo más recomendable es proponerle estrategias de inversión complejas que involucren la adquisición de activos financieros en diferentes mercados y con diferentes niveles de riesgo (bonos, acciones y opciones). También es necesario que se le otorgue libertad de acción para que pueda realizar operaciones en el mercado con total libertad y es recomendable que se lo mantenga informado acerca de nuevos productos financieros y nuevas oportunidades de inversión que puedan llegar a interesarle.
Y vos, ¿Qué tipo de inversionista sos?
Leonardo es Ingeniero en Sistemas de Información y ha terminado de cursar la Maestría en Finanzas de la Universidad Nacional de Rosario.