En mi visión es muy importante que regrese, lo antes posible, el crédito hipotecario accesible, bajo algún formato que sea realmente sustentable para todas las partes involucrados en el sistema: los tomadores, los bancos, los reguladores e incluso los que fondeen la operatoria (que pueden o no ser los mismos bancos).
Esto último es clave y es una dificultad muy relevante que no siempre se advierte con claridad. En nuestro país no hay fondeo a largo plazo para este tipo de préstamos y, en la medida que no haya inversores, el sistema no será consistente. El Estado podría ayudar con capital y con subsidios pero lamentablemente la restricción fiscal limita sus posibilidades.
Por lo demás, hay que reconocer que un nivel tan alto de inflación, como el que tenemos en la actualidad, es un gran obstáculo a la hora de diseñar un modelo hipotecario sustentable.
En resumen, estamos frente a un problema complejo. Pero al mismo tiempo es imprescindible abordarlo en serio a la brevedad, y a mi juicio debería hacerse paulatinamente. Lo ideal sería que reaparezcan las líneas de préstamos intermedios para motorizar obras, que estén diseñadas para ser canceladas con hipotecas individuales que los bancos estén obligados a dar en la medida que los clientes califiquen.
Naturalmente que deberían ser créditos indexados con algún criterio sustentable.
Lo cierto es que una iniciativa de esta naturaleza, que podrían impulsar inicialmente los bancos públicos, no generaría una gran presión de demanda por el lado del fondeo (como sí sucedió con los infondeables préstamos Uvas) y al mismo tiempo sería reactivador de la economía, generaría empleo e inversión y facilitaría el acceso a la vivienda, algo tan básico para las familias argentinas.