Las medidas del nuevo equipo sirvieron para descomprimir el mercado cambiario. Pero los costos pueden ser muy altos.
En pocos días, el “nuevo” equipo económico cumplirá tres meses de gestión. En este corto lapso lograron modificar el rumbo de la economía local y generar un nuevo escenario donde ya asoman como primeros actores la recesión, la inflación y la penuria por la falta de divisas. Es curioso que bajo el paraguas de la “heterodoxia” se imponga un ajuste de los más tradicionales, antiguo y ortodoxo. También suena contradictorio con el discurso oficial que la necesidad de divisas para pagar la deuda, por ejemplo, se realice a costa de la probable pérdida de muchos puestos de trabajo.
El 20 de noviembre de 2013 juraron nuevos ministros, entre los cuales estaba el de Economía, Axel Kicillof, que, junto con el flamante titular del BCRA, Juan Carlos Fábrega, tendría la delicada misión de “ordenar” en lo posible un esquema económico que hacía agua básicamente por dos grandes rumbos: la inflación y la pérdida de divisas. Todo, claro, bajo la atenta mirada y supervisión del también flamante Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Los primeros pasos fueron bien tomados por los agentes económicos y por el público en general. Sin embargo, a poco de andar la nave exhibió los mismos huecos bajo la línea de flotación: los precios seguían subiendo y el valor del dólar y las reservas tomaban caminos perfectamente divergentes, uno subía y las otras bajaban.
En diciembre, en medio de los cortes de luz, calores en torno a los 40 grados y un mal humor social galopante (a lo que se debe sumar el aumento en los precios de los combustibles y su desaparición de los surtidores), los precios fueron virtualmente liberados para poder “cuidarlos” mejor a partir del año que se venía encima.
A mediados de enero, la estrategia oficial de ajustar intentando que nadie se dé cuenta, se chocó muy fuerte con la realidad. La brecha entre el dólar blue y el oficial llegó al 70% y los dólares salían sin freno de las reservas. Era hora de generar un nuevo escenario económico.
El lunes 20 y el martes 21, el mercado cambiario se convulsionó: el BCRA dejaba de lado la devaluación homeopática y permitió un salto de $1,2 en el precio del dólar oficial, que quedó en la zona de los $8. Al mismo tiempo, comenzaba la otra hoja de la tijera del ajuste y las tasas de interés que abona el Banco Central por sus papeles de deuda, comenzaban a subir hasta ubicarse, como en la actualidad, en los márgenes del 30%. Los precios volaron y durante una semana nadie sabía dónde estaba parado. Las reservas comenzaron a recomponerse en cuentagotas y el dólar sintió el efecto de la tasa en la nuca. ¿El costo? Básicamente caída en el nivel de actividad y más inflación, según los especialistas.
Devaluación de apuro “El Gobierno actuó urgido por la realidad, sobre todo la financiera y cambiaría. Así devaluó, subió la tasa y busca abrir puertas en el exterior. Sin embargo, no se trata de un programa antiinflacionario, que sería lo realmente necesario. Faltan las políticas monetarias y fiscales. Y todavía falta saber qué sucederá con las paritarias, ya que sólo con la inflación ‘oficial’ de enero habría que pensar en reclamos salariales en torno al 30%. Nosotros creemos que el resultado final será un escenario con recesión. ¿Cuánto? Difícil saberlo. Dependerá del cuadro fiscal, el salarial y de la vocación antiinflacionaria, ya que las medidas adoptadas hasta ahora impactan en los precios y en la producción de manera inversa”, sostuvo Dante Sica, titular de abeceb.com y ex secretario de Industria de la Nación.
Rodrigo Alvarez, de la consultora Analytica, sostiene que “el Gobierno ya usó la bala de plata y me parece que este equipo no puede restaurar la confianza”. Sostiene que hay “falta de capacidad para aclarar el frente financiero y las reservas no se recuperan de las fuertes caídas previas. Hasta ahora puede decirse que se gana tiempo mientras los precios relativos se acomodan a un nuevo equilibrio”. Claro que las medidas no son inocuas. “Entramos en una etapa de estancamiento y vamos a un pronóstico de recesión. En un par de meses hubo una devaluación del 20% sin ajustes en materia inflacionaria. Y esto es importante porque con los niveles de aumentos que registra el propio Gobierno, en un par de meses se habrá perdido el colchón inflacionario y mantener el dólar a 8 pesos sería muy gravoso”. Alvarez concluye diciendo que “ya hay ajustes en el nivel de actividad, las automotrices y los electrodomésticos, por ejemplo, y se está encareciendo mucho el giro comercial por la suba de tasas. Además, estamos con precios nuevos y sueldos viejos y las paritarias van a reflejar el rebrote inflacionario que, para este año, yo calculo en un 40%”.
Para Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport y ex viceministro de Economía, un “enero peor de lo previsto sólo demostró la inexistencia de una política macroeconómica y obligó al Gobierno a tomar medidas que son sólo parches que duran meses”. Y pintó un panorama complejo: “Habrá mucha emisión por los gastos públicos y el déficit fiscal estará entre el 5% y el 7% del PBI. Por otra parte, la inflación será superior a la de 2013 y habrá un fuerte impacto sobre el nivel de actividad, que caerá respecto a los niveles del año pasado”. Y dijo que “el puente de divisas que se obtuvo hasta abril, cuando llegan los dólares de la soja, es intrascendente para resolver los problemas estructurales. Creo que seguirán faltando divisas el resto del año, lo que también afectará el nivel de actividad por el freno a las importaciones, y no sé si habrá tiempo como para que la Argentina acuerde algo con el FMI como paso previo para sentarse en serio con el Club de París”.
“Existe un reconocimiento de que será afectado el nivel de actividad por la devaluación y por la suba de las tasas de interés. Y creo que será necesaria otra devaluación porque no se atacan las causas de la inflación y todo indica que los precios seguirán subiendo”, indicó el economista Pedro Rabassa, socio de la consultora Empiria y ex jefe de Reservas del Banco Central. Asegura que “se ganó algo, pero la escasez de divisas se mantendrá a lo largo del año, por lo que es imprescindible una acercamiento a los mercados voluntarios de deuda, lo que supone, a su vez, normalizar las relaciones con el FMI y el Club de París”, por todo esto, “el año se plantea hasta ahora con una inflación superior al 30% y con menor nivel de actividad”.
Luciano Cohan, economista jefe de la consultora Elypsis, dice que “hasta enero, teníamos un escenario de crecimiento mediocre y de suba de la inflación no muy severa, sin escenarios de crisis de ningún tipo. Pero la devaluación de enero acercó dos escenarios binarios y muy diferentes. En el escenario optimista, la caída del Producto podría ser de entre 1 a dos puntos. Se trataría de un ajuste tradicional, que incluye caída en los salarios reales, menor inflación y mayor saldo comercial, entre otros detalles. El escenario pesimista implica una espiralización de la inflación y caída de reservas con un pronóstico abierto. En este caso, la caída del PBI sería de 3 o 4 puntos. Pensamos que después de la intervención ‘silenciosa’ del Banco Central, que hace un ajuste de manual, se alejó el escenario de crisis máxima”.
Por último, desde el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la UB, Victor Beker titula su informe de coyuntura como " Estanflación a la vista " . Y lo fundamenta con la aceleración de la inflación por encima del 30% en el año y con tendencia a acelerarse, el desmadre del déficit fiscal, la devaluación del dólar oficial sin un plan integral contra la inflación, la caída en los indicadores de la actividad económica y la incertidumbre en las negociaciones salariales. Por lo tanto, “alta inflación y estancamiento o caída en el nivel de actividad parecen ser las perspectivas para 2014”.