Estiman que el consumo no mejorará por licuación de los salarios y que no habrá espacio para estimular desde lo fiscal debido al objetivo de recorte más fuerte previsto
Los nuevos parámetros en los que se moverá la economía para lo que resta de 2018 y 2019 marcan una profundización de la recesión que, para algunos analistas, implica que Argentina no vuelva a crecer hasta 2020.
El dólar subió y coquetea con los $ 40, lo cual implicará un traslado a precios que terminará teniendo un efecto aún más negativo en los salarios. También provocará un efecto en la inversión al no haberse estabilizado aún el tipo de cambio.
Se suma a esto que no habrá estímulos fiscales: el ajuste será mayor al previsto de manera inicial (cuando se lo pensaba recortar a un déficit primario de 1,3%), con la intención de llevarlo en 2019 lo más cerca del equilibrio fiscal.
«Estamos viendo caída de la actividad de este año en torno al 2%. Deja un arrastre negativo de 2 a 2,5 puntos. No vemos crecimiento ni en 2019 ni 2020», sostuvo Guido Lorenzo, de la consultora ACM.
«En forma trimestral puede ser que haya un rebote desestacionalizado en el primer cuarto del año pròximo,, pero no va a alcanzar para mostrar un crecimiento positivo en todo 2019», agregó.
Las razones que encuentra para llevar a la baja las estimaciones son la licuación de salarios reales, la incertidumbre acerca de cuál va a ser el valor del dólar que deprime la inversión, a lo que agrega que por lado de la demanda el gasto tampoco va a acompañar. «Lo único que podría salvar son las exportaciones del agro, que no estimo sean suficientes», describió.
Miguel Zielonka, director asociado de EconViews, compartió la visión sobre lo que resta de 2018 y 2019: esperan una caída este año de 2,5% y, para el próximo, cero de crecimiento.
Recién para el primer trimestre de 2019 pronostican cierto aumento de la actividad, en la variación trimestral. «Acabamos de discutir que en estas condiciones el cuarto trimestre de este año vuelve a dar negativo, lo que daría tres trimestres de caída», explicó.
Por su parte, Marina Dal Poggetto identificó que la caída de este año va a ser más pronunciada, de 6% entre puntas desde el máximo, que redondea en 2% promedio y con un arrastre estadístico de -2.3%. «Me luce poco probable que pegue la vuelta a tiempo para 2019 a pesar de la cosecha», razonó.
El investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes) y profesor de la UBA, Ramiro Albrieu, también estimó una caída de al menos 2% este año, si las condiciones no empeoran. «El primer semestre de 2019 va a ser muy duro por el impacto del ajuste, que va a ser muy fuerte: implica una reducción en el déficit primario de casi cuatro puntos en un año», identificó. En ese sentido, admitió como poco probable que dure unos dos o tres meses la caída de la economía.
«Va a depender de cuánto dure la estabilización de la primera etapa que se da en programas bajo el FMI», señaló. Describió que en todos los planes de estabilización bajo tutela del FMI se dan dos pasos. En el primero se busca asegurar el flujo de divisas para concretar los pagos hacia afuera a los acreedores, «que debería ser relativamente rápida». En el segundo se da el ajuste doméstico. «Esta primera etapa no terminó porque está pesando el si se va a poder cumplir el ajuste, que se daría en la segunda», dijo.
En la consultora LCG, Melisa Sala explicó que redujeron de 1,2% el pronóstico de caída de la actividad a un piso de 1,7%. «Creemos que la economía recién podría empezar a repuntar hacia fines de año, en el cuarto trimestre». No obstante, a diferencia de los otros analistas consultados, para el año que viene estiman una recuperación del 1,8%. «Si se logra mantener la mejora de competitividad, la actividad debería empezar a andar», proyectó.
Javier Okseniuk, también de LCG, explicó que la recuperación se iniciaría en el último trimestre de este año, «contingente a que estos episodios no generen incertidumbre sobre la solvencia bancaria. En este punto, más allá de que la mora aumente y la retracción del crédito, la verdad es que el sistema bancario está líquido, solvente y rentable».
Para 2019 ahora están más optimistas debido a que «los acontecimientos se precipitaron y las ataduras cambiarias finalmente sucumbieron».