Si bien el argentino es ladrillero por naturaleza, desde el 2007 al 2015, la renta financiera casi duplicó a la inmobiliaria.
Si bien el argentino es ladrillero por naturaleza, desde el 2007 al 2015, la renta financiera casi duplicó a la inmobiliaria. De acuerdo a un estudio de Cushman & Wakefield, el Bonar 2017 rindió en promedio 12,13% anual en dólares, contra 7,37% de una oficina clase A. De todos modos, no hay que confundir renta bruta con renta neta. El inmueble está sometido a más gastos e impuestos que el bono, que al ser soberano está exento del pago de ganancias y de bienes personales, y esto debe ser evaluado al considerar la inversión. «Sugerimos pensar los riesgos de la inversión, especialmente aquellos que invierten en desarrollos inmobiliarios. Y analizar todos los costos involucrados, especialmente aquellos relacionados con impuestos y con la falta de liquidez del activo», advierte Hernán Faigenbaum, Managing Director de Cushman & Wakefield. «Lo que siempre aconsejamos a los inversores inmobiliarios es no apurarse en hacer la inversión, sino buscar muy detalladamente y comprar sólo cuando se está seguro que el valor es el correcto», agrega.
«Los inmuebles proveen simultáneamente rentas corrientes y apreciación de largo plazo. Esto no se encuentra en prácticamente ningún otro activo de inversión. Además son un importante activo de diversificación, dado que sus retornos no están correlacionados con los activos financieros», dice.
Mariano Capellino, CEO de INMSA Real Estate Investments Company, hace una salvedad: «Si se compara el rendimiento que se obtuvo en otros mercados (Estados Unidos 2009 al 2015 versus los bonos del tesoro americano) se podrá ver que ahí las oficinas cuadruplicaron el rendimiento de un bono».
A su criterio, es clave a la hora de invertir en inmuebles tener una mirada global considerando los ciclos de los mercados para poder tomar ventajas y ganarle a la inflación: «Cada 20 o 25 años que dura un ciclo completo, existen ventanas de cinco años en donde la apreciación del activo supera ampliamente a la inflación. Es el caso de Estados Unidos del 2009 al 2014, en donde los activos subieron en promedio 6% por encima de la inflación del país. Otro ejemplo es lo que está pasando en España desde el 2015, en donde en determinados activos la apreciación supera el 10% anual y la inflación es de apenas el 1%».
Desde ya, si se compara la inversión inmobiliaria pasiva, es decir operar siempre en un mismo mercado durante un largo período de tiempo, puede tener rendimientos inferiores a la inversión financiera. «Pero si se opera globalmente y activamente aprovechando las crisis de los mercados y entrando en los momentos más oportunos y saliendo en los momentos más convenientes, la inversión inmobiliaria, como mínimo, puede triplicar el rendimiento de inversiones financieras de bajo riesgo, como bonos de renta fija. Y en algunos casos, puede llegar a quintuplicarla», apuesta Capellino.