El fenómeno explotó en las últimas semanas al calor de los dólares que fue consiguiendo el Gobierno para robustecer un poco las alicaídas reservas del Banco Central.
La suba de los depósitos a plazo fijo en los bancos hablan de un “boom”: es un claro indicador de que la situación financiera ingresó en una nueva etapa que, aunque transitoria y caracterizada por tener un horizonte definido, muestra contundencia.
El “boom” de los plazos fijos responde a una lógica de bolsillo evidente: hoy los bancos ofrecen una tasa de 22% anual por depósitos a 30 días que superan a lo que los depositantes creen que será la suba del dólar y se alinea con las mediciones privadas de inflación.
Según las mediciones de las consultoras, el promedio inflacionario de los últimos siete meses fue de 22,4%, que logra un empate con la tasa de plazos fijos.
Pero el argumento más contundente de la tasa es frente al dólar, sobre el que las apuestas a que subirá en torno al 1% mensual hasta agosto van en ascenso.
Si el dólar sube 1% y las tasas 1,7% por mes el negocio cierra, o por lo menos a eso juegan parte de los ahorristas que, aunque sea temporariamente, se creen a salvo de cimbronazos del dólar.
La contrapartida de depositantes colocando plata a plazo fijo a 22% son bancos que trasladan ese dinero a la compra de letras del Banco Central que pagan 26% anual y el negocio queda “calzado” con un Central que busca todos los pesos que estén dando vueltas o para no fogonear la inflación o para cubrir el creciente déficit fiscal que tiene el Gobierno.
Esta “bicicleta” que terminó amalgamando el ministro Axel Kicillof tiene el objetivo evidente de serenar las aguas financieras para que, en los meses electorales que vienen, la economía no complique demasiado a la política.
Desde ya que el trasfondo del esquema es que el dólar oficial se mantenga atrasado con el fin de no azuzar la inflación y con la tranquilidad de que no será éste si no el próximo gobierno el que deberá encargarse de solucionar el problema.
¿Y el paralelo? También sobre ese dólar los operadores apuestan a la calma apoyándose en que, ahora que tiene más dólares por la soja y la colocación de bonos del Tesoro y de YPF, mantendrá fluido el monto mensual para dólar ahorro que fue el mayor abastecedor de divisas para el mercado marginal.
Con parte de los compradores de dólar ahorro a $ 10,70, venderlos a $ 12,65 siempre puede ser una tentación de ganancia que terminaría abasteciendo de divisas al circuito paralelo.
La estrategia de atrasar el dólar para favorecer una mejora de los salarios en términos de dólares (suba salarial de 30% contra dólar aumentando 15% en un año) fue ganando espesor en las últimas dos semanas por algunos cambios sensibles en materia internacional.
El dólar a nivel mundial frenó su revalorización y cambió parte del escenario: subió el barril de petróleo de 45 a 58 dólares y ahora en Brasil se compra un dólar con 2,93 reales cuando semanas atrás había llegado a pagarse 3,27 reales.
Un dólar menos robusto y el mantenimiento de la tasa de interés estadounidense cercana a cero brindan un marco más apacible para el atraso cambiario de la Argentina, sobre el que ayer un informe del Fondo Monetario Internacional sumó la sugerencia de solucionar en el futuro para que el país pueda pensar en volver a crecer.
Pero habría que descartar saltos cambiarios por lo menos en los próximos meses teniendo en cuenta que, entre el ingreso de los dólares de la soja y de los bonos que está colocando el Gobierno vía el Tesoro o YPF, se mantendría abastecido el mercado.
Esa creencia se sustenta, además, en dos conceptos recientes de la Presidenta. Dijo Cristina Kirchner el martes pasado:
1) “Hace pocos días la Argentina volvió a acceder al mercado de capitales”.
2) “Hemos accedido a capitales a tasas convenientes”.
El primero es verdad, el segundo también pero sólo de acuerdo a lo que la Presidenta considere “conveniente”.
La tasa que pagó la Argentina (8,95% anual) no es alta. Es altísima y resulta el fracaso más visible de la estrategia financiera encarada por el Gobierno.
En un mundo de tasas cercanas a cero y en el que los países vecinos pagan poco más de 4% anual, considerar “conveniente” casi 9% se entiende sólo en la creencia de que el Gobierno está dispuesto a pagar lo que le pidan para evitar una devaluación y, desde ese punto, se entiende.
En término de definiciones, hubo otra de la Presidenta que llamó la atención y fue la referida a que los argentinos no mejoraron su nivel de vida por su esfuerzo y trabajo sino gracias al marco que les concedió el Gobierno.
El concepto es curioso porque tiene un correlato en materia macroeconómica, que se corresponde con lo que pasó en los últimos años con los precios de los productos que el país exporta e importa.
Esos términos del intercambio entre los precios de los productos que la Argentina vende en el exterior y los que compra afuera fueron excepcionalmente favorables para el país al punto que, según un informe de ESTRATECO con datos de INDEC, tocaron en 2012 el mayor nivel de la historia económica del país desde 1900.
En otras palabras, así como la Presidenta dice que no fue el trabajo de los argentinos sino la acción oficial la que impulsó el crecimiento, cualquier argentino podría decir que el Estado pudo recaudar y agrandarse porque los altos precios de la soja, de la minería o del petróleo le permitieron tener dólares y aumentar la recaudación.
En este sentido, los ciclos de la economía argentina demuestran que el país creció cuando esos términos del intercambio resultaron favorables y cayó cuando no lo fueron.
El Gobierno de estos años cuenta, además, con la ventaja de que la tasa de interés es baja a nivel mundial.
Con eso y todo, hace tres años que la economía está estancada.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/Renovada-bicicleta-plazo-fijo-dolar_0_1348665171.html