Para quienes estamos vinculados de una forma u otra con en el nuevo universo del coworking, es imprescindible aprender de los líderes mundiales de esta industria. En mi caso, hace poco tuve la oportunidad de ser invitado a las oficinas centrales de WeWork para todo el mundo, en el corazón de Manhattan, donde me enteré de sus ambiciosos planes de crecimiento.
Hoy la novedad más grande es que los lideres del coworking global están siendo contratados por las grandes corporaciones con el objetivo de ayudarlos a transformar integralmente sus oficinas y convertirlas espacios de coworking, pero naturalmente de uso exclusivo de esas firmas.
Será un verdadero tsunami para los espacios laborales y se volverá una disrupción nunca vista en ese ámbito. Lo que está ocurriendo en el mundo de los negocios es que los directivos de las grandes corporaciones visitan espacios de coworking y advierten que no pueden dejar de adaptarse a esta nueva modalidad. De lo contrario, el talento joven no querrá trabajar más en sus firmas, así que la modernización hoy es casi una estrategia defensiva para no quedar marginados de los tiempos que corren… y más aún de los que se vienen.
Cuando uno hoy recorre las grandes capitales del mundo como New York y se detiene a ver lo nuevo, nota que las mega torres tienden a perder la carrera a la hora de disputarse el interés de los millennials cuando eligen lugares para vivir, trabajar o comprar. Las corporaciones más exitosas optan por valiosos edificios antiguos a reciclar para convertirlos en espacios de coworking, ubicados en zonas céntricas en las cuales la puesta en valor rápidamente les permite ganar vitalidad urbana y pujanza.
Los jóvenes optan por esas mismas zonas para vivir, de modo que los usos mixtos se potencian unos con otros.
Qué sucede, entonces, con los rascacielos de cristal, súper modernos, que se implantan en zonas nuevas y que diseñan los arquitectos famosos en edad de jubilarse ? Que el mercado empieza a darles la espalda.
Google es un ejemplo elocuente de esta tendencia: la magia y lo irrepetible de una joya de la arquitectura ubicada en plena urbe, es donde decidió emplazarse en Manhattan para convertirse en una verdadera aspiradora de talento. Y al tiempo que lo hace, transforma zonas enteras en el ámbito hipster por excelencia.
En este sentido, si alguien había previsto que a esta altura del siglo XXI iban a desaparecer las oficinas y que todos trabajarían desde sus casas, conectados por internet pero aislados físicamente entre sí, se equivocó. Nada más alejado de lo que hoy buscan los millennials: la gran ciudad y la interacción que los motiva e incluso los excita.