Algunos funcionarios explican ese pobre desempeño por la recurrente fuga de capitales. Qué otras causas más relevantes revelan los datos oficiales hasta septiembre
En su presentación a los legisladores de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados el último lunes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo que “las exportaciones muestran una dinámica claramente positiva en valor y en volumen”, y “es clave para que la Argentina no caiga en situaciones recurrentes de balanza de pagos”.
Los datos son contundentes, en los últimos 38 meses el resultado entre la diferencia del monto ingresado por exportaciones y el de salida por importaciones fue positivo o excedentario en 37, desde septiembre de 2018. Sin embargo, las reservas brutas -activos externos- del Banco Central en ese período subieron en sólo en 18 meses.
Y en el caso puntual de los primeros 9 meses de 2021, según el último balance cambiario del BCRA, apenas 3 de ca 10 dólares del superávit comercial pasaron a acumular las reservas brutas (29%), y aun así fue el mejor resultado desde 2016, puesto que entre 2019 y 2020, pese al abultado excedente de divisas que dejó el intercambio de bienes con el resto del mundo de USD 15.992 millones y USD 12.530 millones, respectivamente el ente monetario acusó sendas disminuciones de los activos externos brutos de USD 21.395 millones y USD 7.726 millones, en ese orden.
En tanto, en los otros dos años, 2017 y 2018 a pesar de cerrar con déficit comercial, las reservas subieron significativamente.
Pese a ese categórico resultado que muestran las estadísticas del sector externo del propio Ministerio de Economía, Martín Guzmán, le advirtió a los legisladores: “Deben ser muy cuidadosos cuando hablan sobre la caída de las reservas, no han caído en el año, aunque la acumulación ha sido inferior al del balance cambiario impositivo, subieron USD 1.913 millones”, dijo.
Esa fue la variación que la entidad monetaria registró entre el cierre de 2020 y el momento de la última visita del ministro al Congreso, pero desde el inicio de la presidencia de Alberto Fernández, por el contrario, acusaba a esa fecha una disminución de casi USD 2.600 millones.
Mientras que las reservas propias, como las líquidas de libre disponibilidad, excluida la contabilización del swap de monedas con China, con el Banco de Pagos Internacionales, las cuotas como socio de la Argentina de los organismos internacionales, como el FMI, y los encajes del sector privado (el total de la diferencia de depósitos privados en dólares y los préstamos en esa moneda al sector exportador) pasaron de sendos valores positivos de USD 14.274 millones y USD 10.476 millones al 6 de diciembre de 2019 a USD 3.148 millones en el primer caso y negativas en USD 2.360 millones, en el segundo.
Otros factores que suman y restan activos externos
El imaginario popular, muchas veces alimentado por los propios funcionarios de turno, entre los que se cuenta el ministro de Economía, atribuye esa brecha negativa entre el resultado superavitario del intercambio comercial con el resto del mundo y el de las reservas brutas, y más aún de las propias del Banco Central de la República Argentina de libre disponibilidad, a la “fuga de capitales” y a “la evasión y salida de fondos hacia paraísos fiscales, para no pagar impuestos”.
Sin embargo, el balance cambiario de la entidad que preside desde el 10 de diciembre de 2019 Miguel Pesce, y que agrupa en sus series estadísticas el propio Ministerio de Economía, revela que ese fenómeno de acumulación de “activos externos” por parte del sector privado no obedece, como quedó demostrado previamente, exclusivamente al superávit de la balanza comercial, ni la salida únicamente a la formación de activos externos.
Eso lo sabe muy bien el ministro Guzmán, como su equipo de colaboradores y los directores del Banco Central, y por eso pese a predicar en el Congreso la necesidad de impulsar las exportaciones toman medidas que las limitan y hasta prohíben en algunos casos, en aras de “cuidar la mesa de los argentinos”.
También influye el movimiento de capitales vinculados con el pago de intereses de la deuda externa, principalmente del sector público, con inversores privados y con organismos de crédito internacional; pago de saldos netos negativos de gastos de turismos en el exterior con tarjeta de crédito; y también, aunque no necesaria y recurrentemente significativo el movimiento de capitales para la formación de activos externos (compra de dólares para ahorro, mayormente fuera del sistema bancario) en el caso de las salidas, y de inversiones de no residentes en el país en el de las entradas.
Este último concepto, cuya variación depende de la confianza e incertidumbre que generan las políticas públicas, según se levanten o instrumenten controles y congelamientos de precios, tarifas, de capitales e incluso del empleo con la prohibición de despidos.
Según la citada fuente oficial, la cuenta capital y financiera registró en los primeros 3 años de gobierno de Cambiemos un ingreso neto de USD 29.000 millones en 2016 y USD 28.000 millones en 2017, de los cuales casi la mitad se sumaron a las reservas, se atenuó a USD 15.900 millones el año siguiente, cuando se firma el acuerdo stand-by con el FMI por USD 45.000 millones que luego fuera ampliado a USD 57.000 millones, pero sin que ingresara al país esa diferencia; y cae violentamente en más de USD 32.400 millones en 2019, principalmente desde las Primarias de ese año, por el clima de desconfianza que para los inversores externos, y también residentes, generó el “fracaso” del gobierno y la llegada del Frente de Todos que alentaba el regreso a las políticas de controles de cambios y de precios.
Cambio de acreedores
La histórica preferencia del dólar por parte de los agentes económicos como reserva de valor surgió como uno de los pocos recursos para poder escapar de la constante pérdida de poder adquisitivo que genera una economía que no ha logrado contar con sólidas políticas de estabilización de los precios en la moneda nacional.
En los primeros 3 años de Cambiemos se justificó la pobre acumulación de reservas por la concurrencia de las dudas sobre la efectividad de las políticas diferentes a las que predominaron en los 12 años previos, con el levantamiento de las barreras a los pagos de deudas con el exterior por parte del sector privado y al giro de utilidades generadas por empresas de capital foráneo, así como a la regularización de atrasos con acreedores de bonos con legislación extranjera.
Y en el último año por el citado fenómeno del deterioro de la confianza y la incertidumbre que despertó el resultado de las elecciones primarias que determinó el regreso del kirchnerismo pocos meses después. Ese movimiento se agravó en 2020 con el retiro como fuente de crédito de los fondos de inversión privados del resto del mundo, el cual continuó en el corriente año.
De ahí que para fortalecer la posición de reservas no sólo se requiere revertir la política de controles de cambios y prohibiciones a las exportaciones y sus fuentes de financiamiento, sino principalmente generar políticas activas que incentiven el ingreso de la inversión extranjera directa, de modo de generar un círculo virtuoso de entrada de capitales para financiar emprendimientos productivos y multiplicadores de empleo. Para eso, el consenso de los economistas destaca la relevancia de que el ministro de Economía presente un plan económico integral y consistente entre los objetivos e instrumentos para cumplir con las políticas proyectadas en los frentes fiscal, monetario y cambiario, principalmente.
Sólo así se cree se podrá dar el primer paso para comenzar a recuperar la confianza y bajar el altísimo nivel que alcanzó el índice de riesgo país desde que se reestructuró la deuda con acreedores privados bajo legislación extranjera, excluidos los organismos oficiales.
En las negociaciones entre el Gobierno y el FMI para lograr el reperfilamiento de los vencimientos de los próximos años, e incluso para obtener algún fondo fresco, siempre está presente el objetivo de la acumulación de reservas, según se desprende del último comunicado del organismo de crédito multilateral, pero nunca se dijo de qué manera se podrá alcanzar.