La cifra excedió todos los cálculos previos. Debería gatillar fuerte suba de bonos y aliviaría el horizonte cambiario
Finalmente el monto de los dólares que comprometió el Fondo Monetario para asistir a la Argentina resultó mucho más contundente de cualquier cálculo previo. Los USD 50.000 millones representan más del doble de lo que estaba previsto bajo el paraguas del «stand-by de alto alcance» que desde hace un mes se venía negociando.
La cifra debería llevar calma inmediatamente a los mercados y hasta podría haber una reacción eufórica, al despejar por completo el acceso al financiamiento hasta el final del mandato de Mauricio Macri.
El préstamo comprometido representa el 1.100% de la cuota, cuando el stand-by sólo permitía llegar al 475%. Desde ese punto de vista, se trata de uno de los préstamos más abultados que alguna vez haya otorgado el Fondo, sólo superado por el que le otorgó a Grecia en 2010. Y supera el que recibió Hungría en la crisis de 2008, cuando le dieron un equivalente a diez veces su cuota.
Todo indica que mañana los primeros que deberían reaccionar son los bonos argentinos, que venían a los tumbos pero que ya esta semana comenzaron a mostrar los primeros signos de reacción positiva. El riesgo país, que había trepado a 515 puntos básicos tendría que volver a la zona de 400 puntos previa a la crisis cambiaria. O incluso ubicarse un poco más abajo en las próximas jornadas. Las acciones también pegarían un fuerte salto, tras caídas que en algunos casos superaron el 30% en dólares desde que arrancó el año.
Al mismo tiempo, también se espera que ceda la presión cambiaria que continuó a pesar del anuncio del acuerdo con el FMI, aunque antes de que se conociera el monto de la ayuda. Sin embargo, aquí pesan también ciertos aspectos estructurales. El mercado cambiario debería entrar en un mayor equilibrio en el corto plazo por el ingreso de más dólares del exterior, ya sea para apostar por altas tasas en pesos (al menos en plazos cortos), pero también porque tanto empresas como provincias podrían recuperar el acceso al financiamiento internacional.
Habrá que ver cómo toman los mercados el hecho de que sólo se gire un primer tramo de los fondos comprometidos. Serán alrededor de USD 7.500 millones que pasarán a engrosar directamente las reservas del Central y servirán para hacer frente a los futuros pagos de deuda que enfrente el Gobierno.
El resto, según explicó el propio comunicado del Fondo, quedaría asignado en forma «precautoria». Es decir es dinero al que puede acceder el Gobierno, pero sólo en caso de que lo considere estrictamente necesario. Sin embargo, el hecho de que exista semejante contención debería ser suficiente para alejar cualquier «fantasma» sobre la capacidad de pago del país. También debería desanimar a quienes pensaban en volver a torcerle el brazo al Central para impulsar una nueva devaluación.
Además de los recursos del Fondo, el resto de organismos multilaterales (Banco Mundial, BID y CAF) se comprometió a aportar otros USD 5.600 millones que complementan la ayuda financiera.
Recuperar el acceso a los mercados
La apuesta del Gobierno es no tener que recurrir a todo el crédito que facilita el Fondo, sino en realidad recuperar el acceso a los mercados financieros, a partir de la mejora del precio de los bonos. No sólo se trata de conseguir recursos frescos para transitar el camino hacia el equilibrio fiscal. También que el sector privado recupere acceso al crédito tanto a nivel local como internacional, suavizando los efectos de una recesión que ya la mayoría de los economistas descuenta (al menos para este trimestre y el próximo).
Como derivado de lo anterior, un clima de mayor tranquilidad cambiaria debería ayudar para una rápida reducción de la tasa de interés, que el Central tuvo que poner al 40% para contener la fuga al dólar. Semejantes niveles vuelven insostenible la actividad productiva, impidiendo a las empresas algo básico como financiar capital de trabajo.
Los próximos meses serán claves para que este alivio financiero que se avecina. El Gobierno tendrá que mostrar contundencia para lograr las medidas que consigan reducir el déficit primario a sólo 1,3% en 2019 (casi un punto menos respecto al 2,2% que estaba previsto originalmente) y que apunta a lograr el equilibrio fiscal en 2021. Además, el Central tendrá que dejar de financiar al Tesoro. Y al mismo tiempo deberá enfocarse a algo que resultó muy complicado en estos primeros dos años y medio de Gobierno macrista: dejar que el dólar se mueva según la oferta y demanda de mercado, es decir que flote.
La señal política del FMI en apoyo de la Argentina resulta incuestionable, acompañado por un millonario monto de ayuda. Esto refleja además el acompañamiento de las grandes potencias mundiales a los cambios que se produjeron en el país tras el Gobierno de Cristina Kirchner. Ahora la pelota está del lado argentino.