El indicador de JP Morgan terminó 2018 en 817 puntos básicos para la Argentina. A este nivel cierra la posibilidad de financiamiento en el mercado internacional
En cuanto a índices financieros, el 2018 fue negativo para el peso argentino, la divisa emergente que más se devaluó a lo largo del año, pero también fue malo en cuanto a los precios de las compañías cotizantes y los bonos soberanos.
El endurecimiento de las condiciones financieras para los emergentes, con alza de tasas en los EEUU, la renuencia del Gobierno de Macri a un ajuste fiscal más decidido y la política errática de un Banco Central sobreendeudado catapultaron el alza al dólar, recalentaron la inflación y condenaron a un año de recesión económica, en el que se recurrió al auxilio financiero del Fondo Monetario Internacional.
El declive de los títulos soberanos en el mercado secundario, tanto local como en Wall Street, repercutió en el salto experimentado por la rentabilidad de dichos bonos. A menor valor, mayor es el beneficio prometido para que los inversores acepten esas tenencias en cartera.
Esto es lo que refleja el riesgo país, el indicador de la banca JP Morgan que mensura la sobretasa que pagan los bonos de los países emergentes respecto de los bonos del Tesoro de los EEUU, considerados el activo más seguro por la garantía de repago.
JP Morgan midió para la Argentina un riesgo país de 817 puntos básicos este lunes. Frente a bonos del Tesoro que rinden 2,686% anual (268 puntos básicos) en dólares en sus emisiones a 10 años, el Estado argentino debería enfrentar nuevas colocaciones de bonos públicos con una tasa de interés de casi 11% anual en dólares si procura que sean aceptados en el mercado voluntario de deuda.
De esta forma, el riesgo país argentino saltó un 132% en los últimos doce meses, después de haber comenzado 2018 en 351 puntos básicos. Hace un año la tasa del bono del Tesoro a 10 años era de 2,48 por ciento.
Aquel riesgo país le permitió a la Argentina colocar deuda el 4 de enero del año pasado por USD 9.000 millones. Por la emisión a 10 años ofreció un rendimiento alto pero accesible de 6% anual en dólares, casi la mitad de lo que estaría obligado el Estado a pagar hoy sin la ayuda del Fondo, de USD 57.100 millones por tres años.
Este dato es fundamental para entender lo que pueda suceder en términos financieros en 2019, porque ante tasas tan altas, hoy la Argentina queda marginada de posibles colocaciones de deuda, mientras que mantiene un elevado perfil de vencimientos en los próximos años que deberían ser renovados, cuando el acuerdo con el Fondo caduca a partir de 2020.
El sector público enfrentará en 2019 pagos de deuda por más de USD 20.000 millones: casi USD 13.000 millones (unos USD 9.000 millones de capital, USD 3.600 millones de intereses, más otros USD 7.500 millones con organismos de crédito (por capital e intereses).
Para Soledad Pérez Duhalde, economista de Abeceb.com, en 2019 «habrá que sortear la doble prueba fiscal. Y decimos que el desafío es doble por cuanto, por un lado, habrá que hacer un inédito ajuste fiscal procíclico de 2,5 puntos del PBI en año electoral y recesivo y, a la vez, lograr refinanciar al menos el 60% de los vencimientos de capital de la deuda pública para poder cumplir con el piso de reservas comprometido en el acuerdo con el FMI».
El año que arranca suma a la incertidumbre financiera la tensión política propia del calendario electoral.
Fabio Rodríguez, socio director M&R Asociados, advierte sobre un «durísimo torniquete fiscal, monetario y cambiario, con imposibilidad de tomar nueva deuda con el riego país arriba de 800 puntos, dañe mucho más allá de lo imaginado la situación productiva, de ingresos y social, socavando las bases mismas del actual plan de estabilización con el FMI».