Las dudas electorales por la continuidad de la apertura o el regreso del populismo le pegan de lleno a los bonos. Pero los expertos aseguran que la deuda no será un problema en los próximos años
Los mercados hablan a través de las cotizaciones. Y los precios de los bonos argentinos también pasan un mensaje. Luego de nuevas caídas en lo que va de diciembre, los rendimientos promedian el 12% anual en dólares. Es todo un reflejo de las dudas que tienen los inversores sobre la futura capacidad de repago de la deuda por parte de Argentina.
Estas inquietudes que llevaron al riesgo país a superar los 750 puntos básicos (volviendo a los máximos anuales) tienen una raíz claramente política. La gran incertidumbre relacionada con las elecciones presidenciales. Los bonos, sin embargo, hoy tienen un respiro, impulsados por la recuperación de los mercados en Wall Street. Como consecuencia, el índice de riesgo país caía esta tarde 3% hasta los 741 puntos, todavía muy cerca de sus máximos anuales.
Alberto Bernal, estratega de inversiones de XP Securities –una firma con sede en Nueva York– organizó un seminario en Buenos Aires la semana pasada donde confluyeron inversores y funcionarios del equipo económico de alto rango. Según su opinión, el derrumbe de los precios de los bonos se explica por el «escenario binario» que se espera para el 2019. «Las elecciones van a ser a cara o ceca. O sigue Mauricio Macri y su política de inserción del país al mundo o volvemos al populismo de Cristina».
Este escenario que inquieta a los inversores no hace más que reflejar el resultado de las últimas encuestas que se publicaron, las que muestran una paridad casi total entre Macri y Cristina, tanto en primera vuelta como en un eventual ballotage.
Las visiones sobre lo que podría suceder en uno u otro caso también se van radicalizando. Según el consenso (que puede acertar o no), si gana Macri la deuda se seguirá pagando con normalidad, pero en caso que gane Cristina optará por ir hacia una reestructuración. En el kirchnerismo se defienden y aseguran que siempre tuvieron vocación por respetar los compromisos y que el default de 2014 estuvo relacionado con la decisión de no ceder a las presiones de los fondos buitre.
Los precios de los bonos marcan una realidad para los que vencen hasta fines del año que viene y una muy distinta para el resto. El Bonar 2019, por ejemplo, tiene un rendimiento de 3,7% anual. Y el Tesoro pagará hoy 4,75% anual para colocar Letes a seis meses. Los millonarios desembolsos del FMI aseguran el repago de la totalidad de la deuda del 2019.
Pero el panorama cambia drásticamente a partir del año siguiente, inmediatamente después de las elecciones. Ya el Bonar 2020 tiene un rendimiento de 9,6%, más del doble que un bono que vence pocos meses antes. La explicación es la incertidumbre sobre quién gobernará la Argentina.
La curva de rendimientos de los títulos argentinos es elocuente sobre el grado de desconfianza. El Bonar 24, uno de los títulos que estaba entre los favoritos de los inversores, ya rinde 12% anual en dólares. Lo extraño del caso es que además de los intereses semestrales, el año que viene también empieza a pagar capital (amortiza en seis cuotas anuales). Otros bonos más largos como el Bonar 2046 rinden alrededor de 10% pese a ser más largos. La explicación es que como tienen un menor precio, un eventual default le pega menos que a los títulos de menor duración.
Miguel Kiguel, ex secretario de Finanzas y director de Econviews, consideró que el mercado hace una mala lectura de la situación: «No sólo están cubiertos todos los vencimientos de deuda del año que viene por el préstamo del FMI, sino que a partir de 2020 las necesidades de financiamiento de la Argentina caen sustancialmente. Sería una gran torpeza dejar de pagar la deuda por montos tan menores». Sin embargo, él también reconoce el «ruido» que genera la proximidad de las elecciones.
Doble efecto
Los recursos del FMI tienen un doble efecto. No sólo cubren la totalidad de pagos de deuda en 2019 y parte del 2020. Además, el organismo reemplaza a inversores privados, que van reduciendo su participación. Eso, razonan los expertos, tarde o temprano generará un rebote de la deuda argentina, ya que no habrá nuevas emisiones por más de un año y medio.
Esa menor necesidad de fondos está relacionada con el compromiso del Gobierno de ir a un ajuste fiscal significativo, tal como se acordó en el programa con el Fondo. El año que viene ya no habría déficit primario y el 2020 el superávit será de 1% del PBI. Pero igual hará falta tomar deuda por unos USD 15.000 millones.
El Gobierno ya reveló que los recursos que hacen falta para 2020 se buscarán directamente a través de colocaciones locales, tanto en pesos como en dólares. Para ese aún hay desembolsos previstos del FMI por USD 5900 millones, justamente para dejar algún financiamiento asegurado post electoral. Incluso el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, habló en las últimas horas de dejar el 2020 «prefinanciado» para alejar cualquier fantasma de default.
Martín Redrado, ex presidente del Banco Central, opinó en la misma línea a través de un mensaje en redes sociales: «La deuda argentina todavía es manejable. Más que el riesgo político, es necesario una buena administración de pasivos. Con un esquema profesional, se despeja el panorama».
El Gobierno busca dar señales tranquilizadoras al mercado todo el tiempo. El acuerdo con el Fondo fue el más contundente sobre acceso al financiamiento. Pero además hay un programa que apunta a alcanzar rápidamente equilibrio en las cuentas públicas. El objetivo es depender cada vez menos del financiamiento de los mercados.
Pero los bonos no reflejan esa supuesta holgura. Pablo Guidotti, profesor de la Di Tella y ex secretario de Hacienda, advirtió ayer que «el riesgo país caerá muy lentamente si es que lo hace, ya que la incertidumbre política recrudecerá a medida que se acerquen las elecciones. Además, hay un deterioro de las condiciones internacionales, pero la Argentina tiene baja dependencia del financiamiento externo».
La otra cuestión que empieza a analizarse es hasta qué punto un nivel tan alto de riesgo país y rendimiento de los bonos puede condicionar la recuperación de la economía argentina.
El Gobierno asegura que la reactivación está a la vuelta de la esquina. Y Dujovne se animó a decir que «la Argentina está saliendo de la crisis». Sin embargo, con tasas de interés tan altas (tanto en dólares expresadas en el riesgo país como en pesos para descuento de cheques) será más complicado que ese repunte vuele alto. ¿Quién invertiría en un proyecto real cuando el rendimiento de los bonos en dólares es del 12% anual?
Para las necesidades electorales del oficialismo, resulta más urgente la recuperación de los salarios y del consumo que la baja del riesgo país. Pero cada día está más claro que una cosa va de la mano de la otra.