Si bien para el Gobierno la deuda es sustentable, las elecciones del año próximo y menos fondos del FMI llevan a economistas a hablar de reestructuración voluntaria o forzosa
El «riesgo político», los menores desembolsos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) dentro de un año y las necesidades financieras de 2020 se conjugan para marcar que, una vez que termine 2019, las posibilidades de una reestructuración de deuda crezcan. Así lo identifican los analistas cuando marcan la diferencia de los rendimientos de los bonos argentinos según los plazos de vencimiento.
Por caso, en el plazo corto «se observa un diferencial de rendimiento de 490 puntos básicos entre el Global 19 y el Bonar 20», marcan desde Quantum Finanzas. En la consultora del ex secretario de Finanzas de Fernando De la Rúa, Daniel Marx, explican que «el racional detrás de este fenómeno se explicaría por riesgo de fondeo en el 2020, así como por incertidumbre electoral».
También en el Estudio Broda afirman que la curva de rendimientos de los bonos argentinos está indicando que el mercado tiene «serias dudas» sobre el financiamiento público a partir de 2020 y, en ese sentido, que pueda haber una «reestructuración de deuda post 2019».
El análisis se basa en que el año próximo el dinero del FMI alcanza para no tener que recurrir al mercado (excepto para renovación parcial de las Letes). En cambio, transcurrido ese período la diferencia se ensancha entre bonos que vencen en 2019, que rinden entre 3% y 4%, y el Bonar 24 que lo hace un 11,8% y el Discount con legislación argentina, un 12,5%. Este fuerte salto, de acuerdo a la evaluación que hacen en Broda, implica que el mercado lee que no se evita una reestructuración (voluntaria o forzosa) de la deuda hacia el cambio de década.
El hecho que resulta clave, identifican, sería bajar el riesgo país a unos 500 puntos. En las últimas semanas subió y se ubicó arriba de los 730 puntos. De acuerdo con la información actualizada por Reuters, ayer cerró en 752 puntos.
En el Gobierno insisten en que el rendimiento de los bonos que vencen luego de las elecciones «reflejan el riesgo político post electoral». Así lo aseguró ayer el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, a periodistas en un brindis de fin de año.
«Nuestra deuda es sustentable, lo único que pondría en riesgo esto es que nos tengamos que refinanciar a este nivel de tasas por un período relevante de tiempo, no creo que sea el supuesto por ahora», dijo sobre el primer aspecto. Y agregó acerca de la liquidez: «Si hay vencimientos más grandes de lo que podés financiar, aunque tu patrimonio se banque esa deuda, quizá la tenés que reprogramar. Creo que especular con eso para el 2020 es un poco temprano. Pero puede ser que estén buscando ese argumento».
En concreto, señaló que «lo que gobierna hoy el comportamiento de los precios del mercado es la posición técnica y no los factores crediticios o fundamentals, que es lo que están analizando».
Los desembolsos del FMI permiten cubrir 54% de las necesidades financieras de 2019 y reducen así la necesidad de refinanciar los vencimientos de Letes (de un 100% a un 60%) y de repos y, lo más importante: eliminan completamente la necesidad de recurrir a colocaciones de bonos domésticos e internacionales.
En cambio, en 2020 el programa financiero oficial se asume que Argentina recupera el acceso a los mercados de deuda en condiciones razonables. La asistencia del FMI se reduce y pasa a cubrir 14,7% de las necesidades brutas. «Si bien no se contemplan emisiones de títulos en mercados internacionales, se incluyen colocaciones de bonos domésticos por u$s 15.500 millones, que implicarían una refinanciación completa de los vencimientos de títulos domésticos (u$s 10.900 millones) y emisiones netas por u$s 4600 millones», afirma un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
La suba del riesgo país de los últimos días lo ubica apenas por debajo del máximo que había tocado en septiembre, en el apogeo de la corrida. «Alguien podría pensar que, como el FMI garantiza todo el financiamiento que necesita el fisco en 2019, la tasa de interés que paga la deuda pública habría perdido relevancia. Sin embargo, la persistencia de un riesgo país alto resta potencia a los impulsos reactivantes que debieran surgir tras la estabilización financiera. Además, si la valuación de la deuda soberana no comienza a acompañar, la propia calma de los mercados cambiario y monetario se vería amenazada», sostiene el economista Federico Muñoz.