En el equipo de Prat Gay confían en que la inflación inicie su camino descendente y que a partir del próximo mes caiga a niveles previos a la devaluación. El BCRA espera recomprar Lebacs con menor tasa de inflación. Y, si es necesario, se resignará a mantener un bajo volumen de reservas en dólares
Ahora ya no hay excusas. Esa es la sensación imperante en el equipo económico del Gobierno, luego de la ratificación que hizo la Justicia estadounidense al acuerdo con los «fondos buitre» y ante el inminente fin de un default que se extendió por 14 años.
Todos en el Palacio de Hacienda y en el Banco Central sabían que el período de «tolerancia» para el ajuste iba a ser breve y que estaría justificado por el inevitable sinceramiento de los precios reprimidos durante la gestión anterior, incluyendo al del dólar y las tarifas. Y, sobre todo, por la falta de acceso al crédito internacional.
Pero ahora, en momentos en que Alfonso Prat Gay le da las puntadas finales a la emisión del bono con el que se cancelará en «cash» la deuda con los holdouts y asegura que entre los bancos de inversión hay un gran interés por prestarle dinero a la Argentina, es cuando la necesidad de empezar a mostrar resultados se hace más imperiosa.
¿Qué tan rápido debería ser ese cambio de clima, a partir de señales claras sobre un repunte económico? Los funcionarios consultados por iProfesional ya lo marcaron en el almanaque: el mes en el que se debería producirse la inflexión es mayo.
Se da por descontado que la inflación de abril será muy alta por el efecto de la suba tarifaria en el transporte. Pero la expectativa es que al mes siguiente ya empiece a notarse el resultado del esfuerzo de contracción monetaria que viene haciendo el Banco Central.
«Superados los ajustes de las tarifas, el índice debería retornar al que teníamos antes de la devaluación», sostiene un alto funcionario del Gobierno, en diálogo con iProfesional.
«¿De cuánto debería ser la inflación de mayo?», consultó este medio. La respuesta fue clara:»No más del 2%. Y, a partir de ahí, que se produzca una baja más marcada que confirme la tendencia de que la inflación núcleo se va moderando».
Ante la pregunta sobre si el costo a pagar por una suba de precios más moderada iba a ser el de una agudización del clima recesivo, los funcionarios consultados afirman no desconocer que las empresas del sector privado aprovechan las actuales circunstancias para ajustar sus planteles de personal pero que, en definitiva, «acá va a mandar la macroeconomía».
¿Qué hay detrás de esa definición? El convencimiento que tienen sobre que se están tomando medidas de fondo que harán sustentable la economía de cara al largo plazo.
La inflación, el primer objetivo
Para lograr tal cometido, la desaceleración inflacionaria es un punto clave ya que -si no fuera así- todas las correcciones que se hicieron hasta ahora (la cambiaria y la de precios relativos) quedarían en la nada.
Un escenario parecido a lo sucedido con la devaluación de 2014 de Axel Kicillof, cuando la suba de los precios se «comió» en unos pocos meses la ganancia del tipo de cambio real y el atraso de la paridad volvió a hacerse notorio.
Desde el Banco Central aseguran que la actual situación es totalmente distinta. No sólo porque se avanzó en la quita de subsidios sino porque ahora se está saliendo del default, dos puntos que el kirchnerismo había postergado indefinidamente.
«Este Gobierno y el Banco Central generan confianza», asegura el funcionario, inquilino de una oficina en Reconquista 266.
Esa cualidad le permitirá conseguir financiamiento rápido, de acuerdo con las buenas expectativas oficiales.
Y no solamente de los mercados financieros. Lo más relevante, aseguran, serán los desembolsos de aquellos que se estarían preparando para invertir en la economía real.
«Argentina se pone de moda», asegura el hombre del BCRA. Y, en ese sentido, aporta un dato concreto, que surge de una reciente teleconferencia entre presidentes de bancos centrales de América, de la que participó la estadounidense, Janet Yellen.
A último momento, y por pedido de la propia Yellen, se convino abrir un capítulo especial para analizar lo que estaba sucediendo en la economía argentina.
En particular, las miradas están puestas en el traspaso a precios de la última devaluación. Se trata de un indicador clave para medir si esa medida fue exitosa o no: si el alza de precios es inferior a la del dólar, entonces la mejora de la competitividad de la Argentina resultaría innegable.
Los números que manejan en el Gobierno sobre ese aspecto, resultan alentadores: indican que, hasta el momento, la devaluación de diciembre de 2015 tuvo un «pass-through» (traspaso a precios) muy similar al de 2002:
– En aquel momento, el dólar se multiplicó por 3,5 y los precios subieron 40% en el primer año, para luego caer a un dígito.
– Ahora, el billete verde subió 55% y los precios lo hicieron cerca de un 16% entre diciembre y marzo, cifra a la que habrá que sumarle entre 6 y 8 puntos en abril.
El dólar en sintonía fina
Como puede apreciarse, al Gobierno no le queda demasiado margen para terminar el año diciendo que la devaluación fue exitosa.
«Nos está jugando a favor el hecho de que los mercados emergentes registraron en el último mes la mayor apreciación de sus monedas en 18 años. Eso nos da oxígeno para terminar ganando el partido», grafica el funcionario.
En este contexto, iProfesional le consultó si con el tipo de cambio actual se puede volver a crecer.
«Es el que necesita la economía para volver a mostrar signos positivos. Sabemos que se encuentra en un rango que es rentable para los distintos sectores: para la industria, los servicios y ni que hablar del campo», aseguró.
En su visión, hay que olvidarse de aquella disyuntiva por la cual si al sector rural le va bien a la industria, no.
«Ahora se complementan, si el campo produce porque es rentable, la industria también lo será, porque abastecerá a esos ruralistas demandantes de maquinaria», afirmó.
Por lo pronto, el Gobierno trabaja bajo la hipótesis de que hay niveles del dólar que no impactan sobre los demás precios de la economía. Obviamente, desde el Central se niegan a revelar cuál sería esa banda.
No obstante, por las contadas pero contundentes intervenciones del Banco Central en la plaza cambiaria puede apuntarse, sin riesgos a equivocaciones, que al día de hoy se encuentra entre los $14,50 y los $16.
Esto no significa que el billete verde cerrará el año en esos niveles.
Lo que puede inferirse es que el BCRA sostendrá este rango y que la cotización nominal se ajustaría a ese objetivo, tanto de inflación prevista como de crecimiento esperado.
Las dudas del mercado, justamente, apuntan hacia esta última cuestión. Es decir, ¿cómo lograr la recuperación de la economía? ¿Es posible con semejante déficit fiscal? ¿Habrá financiamiento para solventarlo?
Las respuestas de los funcionarios consultados son contundentes. Enfatizan que:
– Las últimas decisiones en materia de actividad económica serán expansivas.
– El tipo de cambio real será más competitivo.
– El fin de las retenciones al agro y a la industria redundarán en mayores inversiones y en mejores índices de producción.
– El arreglo con los holdouts traerá grandes desembolsos extranjeros en el país.
– La caída del riesgo país también ayuda, ya que demuestra la confianza en este Gobierno (se ubica en sus mínimos de baños).
Si se diera este esquema, dicen en el equipo económico, dentro de un par de meses veremos a las tasas de interés mucho más bajas que las actuales.
No obstante, en el Central refuerzan la idea de que recién se reducirán cuando haya plena seguridad de que la expectativa de inflación anualizada se plante en torno al 20%.
Todavía falta.
Lo negativo de esta situación, admiten, pasa por la innegable caída del consumo.
Aunque los funcionarios rechazan hacer una estimación del retroceso del poder adquisitivo en estos últimos meses, señalan las decisiones que se tomen próximamente apuntarán a recomponerlo.
Además, para dinamizar el nivel de actividad, el equipo económico no va a permitir una caída del tipo de cambio que implique un peligro recesivo.
Tampoco se va a fijar como objetivo la acumulación de reservas, toda vez que esa emisión de pesos pueda derivar en mayores presiones cambiarias.
«En todo caso, en algún momento podríamos recomprar Lebac, que fueron emitidas a una tasa de interés elevada y que significaría un muy buen negocio para el Banco Central», sugiere un funcionario consultado.
«No tenemos un concepto mercantilista de las reservas», agrega el hombre del BCRA, dando a entender que si el precio a pagar por la estabilidad es mantener un bajo nivel de dólares en la caja oficial, se lo asumirá sin grandes conflictos.
Por lo pronto, los cañones del Gobierno apuntan a bajar la inflación ya mismo y a volver a crecer antes de fin de año. Un desafío que a esta altura de los acontecimientos luce como muy audaz.