Crece la tensión en la cuenta regresiva a las primarias. El Banco Central se debilita y quedará en una posición muy débil de reservas a fin de año
Las PASO han sido históricamente un punto de inflexión para el país y también para los mercados financieros. Esas grandes expectativas respecto a la relevancia de las elecciones primarias son las que seguramente están detrás de los fuertes movimientos de las últimas jornadas. Lo más relevante pasa por la fuerte suba de las acciones (no muy diferente a la ocurrida en la previa a las PASO del 2019), pero también la nueva suba del dólar en el mercado libre y las continuas ventas del Banco Central para evitar un salto del tipo de cambio oficial justo antes de la votación.
Se trata dos comportamientos en principio contradictorios, aunque en el fondo tal vez no sea tan así. La presión por dolarizarse es un clásico en la previa de cualquier elección en la Argentina. Los inversores prefieren tomar cobertura y esperar el resultado posicionados en moneda dura y así pasar el proceso electoral sin pasar mayores sobresaltos.
La presión por dolarizarse le está costando una importante cantidad de dólares al Central. Ayer las ventas llegaron a USD 90 millones y en las últimas dos semanas arriba de USD 600 millones. El economista Gabriel Caamaño, del estudio Ledesma, advirtió que las reservas netas están a punto ahora de perforar los USD 5.000 millones y que las líquidas (es decir las que pueden utilizarse para intervención en el mercado cambiario) están por debajo de los USD 1.800 millones.
El dato es preocupante porque significa que el Central llega cada vez más debilitado al medio del proceso electoral, que no sólo tiene las PASO por delante sino el round final con las legislativas. Sin embargo, no es descabellado pensar que el nivel de incertidumbre máximo que existe actualmente por el resultado de la elección baje considerablemente a mediados de noviembre, cuando se efectúen las legislativas. Para minimizar la pérdida de reservas, el BCRA empezó a vender más contratos futuros de dólar, pero por ahora no fue suficiente para frenar la sangría.
El tipo de cambio libre volvió a pegar un salto ayer y cerró a USD 183,50, cerca de los máximos del año. Se trata de una muestra de la inquietud que existe también en el segmento informal ante un posible salto cambiario posterior a las elecciones. Por ahora, entre venta de bonos dolarizados y de reservas, el Central resiste las presiones aunque cada día pierde margen de acción.
Las acciones, en cambio, mostraron un comportamiento distinto, incluso se agrandó la euforia de las últimas jornadas. Las subas fueron espectaculares y en el caso de los bancos llegaron a crecer hasta 9% como el caso de Supervielle, mientras que Galicia subió 8,6% y Macro arañó el 7%. Otra de las grandes ganadoras en Wall Street fue Pampa Energía, con una suba de 7,65%.
Impactó entre los inversores el informe que ayer divulgó en exclusiva Infobae, en el que una de las principales sociedades de Bolsa local, AR Partners, asegura que el mercado accionario local podría crecer “entre 2 y 2,5 veces en dólares” en un plazo de tres a cinco años. Detrás de este análisis está el hecho de que la mayoría de los papeles venía destruido en los últimos dos años, es decir están “regalados”, y también la expectativa de resultados no muy favorables para el kirchnerismo en las elecciones. Esto le impediría llegar a mayorías en la Cámara de Diputados y no podrían avanzar con algunos proyectos muy polémicos, como los cambios en el Poder Judicial. En otras palabras, en Wall Street empiezan a creer –o por lo menos apuestan- que el “fantasma Venezuela” quizás se aleje una vez que se conozca el resultado de las PASO.
Posiblemente, lo que más dudas genera este rally es que no se repita un episodio como el de 2019, cuando los mercados apostaban a un resultado parejo en las primarias y finalmente Alberto Fernández sorprendió con una victoria por 14 puntos. Significaría el principio del regreso del kirchnerismo al poder, algo que terminó de confirmarse en octubre. El derrumbe de acciones y bonos fue inmediato, además de una fuerte presión sobre el tipo de cambio. Esta vez, los inversores apuestan a que será diferente.