El conflicto entre la Argentina y los fondos buitre, por el cual el país ingresó en default tras el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa, ya impacta en las empresas que vieron congelarse repentinamente el acceso al crédito externo y complicó sus posibilidades de financiamiento. Ésta fue una de las principales preocupaciones que reflejaron, en público y en privado, los hombres de negocios que participaron de la 35a Convención del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF), que se realizó en la provincia de Mendoza. Un acuerdo por la deuda parece la única salida. Del evento también participaron consultores y economistas que analizaron el presente y el futuro de la economía, la posibilidad de una mayor devaluación del peso y la situación de las reservas del Banco Central, qué pasará en el próximo año y medio y el panorama para 2016.
El escenario complica a las compañías locales y las obliga a buscar mecanismos alternativos para mantener a salvo sus negocios. Los ejecutivos advierten con preocupación que el default cortó repentinamente el acceso al crédito externo, acotó las posibilidades que hasta hace poco tenían para el financiamiento bancario local y las empujó a sobrellevar su actividad con el uso de recursos propios. El problema se suma a una lista de adversidades que deben afrontar desde hace tiempo, pero que se hizo más insostenible ante la caída de la rentabilidad, y que incluye la inseguridad jurídica, la delincuencia y la educación entre las principales demandas.
El comentario de los empresarios en los pasillos de la Convención del IAEF fue que perciben un estancamiento en el ingreso de dólares del exterior que se profundizó el 30 de julio -el día
que terminó el período de gracia para que la Argentina cumpliera con el pago del Discount-, y un endurecimiento de las líneas que otorgaba el sistema financiero a las empresas locales, que según estadísticas privadas cayeron del 42% al 38% sólo en el último año.
"Bajo las condiciones actuales y las expectativas relevadas, en el futuro cercano se confirmaría un marco de disminución del nivel de actividad. El ciclo de inversiones refleja una retracción por la incertidumbre, que se traduce en inversiones de menor tamaño y una exigencia de mayores retornos de parte de las compañías", comentó el socio de Ernst & Young, Pablo de Gregorio, durante su exposición en el seminario que el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) realizó en el Hotel Sheraton de Mendoza. Un estudio de su consultora reflejó que, entre 2012 y 2014, la proporción de empresas que deben recurrir a la autofinanciación para afrontar sus necesidades de caja y cubrir su capital de trabajo se amplió del 26% al 29%; y que en el mismo lapso hubo una caída tanto en la financiación bancaria como en la liquidez que obtienen a través del mercado de capitales.
En el sector atribuyen este fuerte recorte del crédito al evento de default que afectó al país por el incumplimiento de la sentencia del juez de Nueva York, Thomas Griesa. Las cifras del Banco Central muestran a partir de la cesación de pagos un estancamiento de las líneas comerciales y financieras que toman los bancos con corresponsales del exterior; a veces, por necesidades propias, y otras, a pedido de alguna compañía local. El stock había avanzado un 42%, de los u$s 990 millones a los u$s 1.400 millones, desde marzo hasta fin de julio; pero registró un freno abrupto en los primeros días agosto y retrocedió desde entonces un 2%.
El economista jefe de una de las grandes entidades financieras del país explicó a Ámbito Biz que actualmente la restricción crediticia se da por dos cuestiones: en primer lugar, por una decisión de los bancos corresponsales que proveen estas líneas de financiamiento de elevar los costos ante la caída en el perfil que tuvo la Argentina como emisor de deuda tras el default. En el sector sufrieron, según pudo consignar este diario, incrementos de 150 y 200 puntos básicos en el spread que cobran las entidades del exterior sobre la Libor. Y en segundo lugar porque, ante las crecientes expectativas de devaluación, hoy ninguna de las compañías decide endeudarse en dólares por el temor a no poder asumir los pagos futuros.
La encuesta de Ernst & Young reflejó un cambio en el diagnóstico que hacen los empresarios sobre sus dificultades y las soluciones que requieren para sortearlas. Consultados sobre las acciones del Gobierno que podrían mejorar su plan de inversiones, los ejecutivos consideraron la "seguridad jurídica" como el factor más importante a resolver para hacer más rentables sus negocios; pero mostraron a la vez una mayor preocupación por las medidas que deberían disponerse sobre la "seguridad física" que hoy sufren sus trabajadores y sus compañías. "En las empresas se está viendo que los empleados están más preocupados por su seguridad que por la inflación y por la posibilidad de perder el empleo, y esto repercute en la productividad. Hoy la gente está muy preocupada por lo que puede pasar: es lo que se ve cuando se encuentra a los trabajadores, por ejemplo, muy pendientes de su celular, en comunicación con su familia durante la jornada laboral", graficó el presidente del IAEF, Guillermo Rimoldi.
El estudio reveló además que para un 55% de las empresas argentinas cayeron o se frenaron las ventas durante el último año; que el 57% de éstas empeoró la rentabilidad y sólo un 33% la vio mejorar; y que sólo un 27% aumentó su valor de mercado. Desde EY consideran que la seguridad personal genera un sobrecosto que afecta la rentabilidad de las compañías: "Desde las empresas nos cuentan anécdotas de cómo por un hecho de inseguridad han tenido que modificar su esquema de negocios, porque ven afectados los rendimientos laborales", agregó De Gregorio.
El mercado empieza a ver cada vez más probable que el Gobierno se vea forzado por la pérdida de reservas a devaluar o a incrementar las restricciones en el acceso al dólar. Una encuesta de la consultora Management & Fit revelada en el seminario del IAEF dio cuenta de que, actualmente, un 30,7% de los consultados supuso que deberá ajustar el tipo de cambio en el mediano plazo para recuperar competitividad; y un 35% estimó que optaría por endurecer el cepo cambiario o restringir las importaciones para frenar la salida de dólares. En la misma sintonía, el economista Carlos Melconian consideró que la Argentina necesitaría de un dólar en los $ 10,65 para volver al tipo de cambio real que tenía en enero.
Son estimaciones similares a las que reflejan hoy las expectativas de devaluación que están presentes también en los precios de los contratos a futuro que se negocian en Nueva York, que prevén un dólar cercano a los $ 10 para fin de año. Y que los empresarios identifican como un factor determinante en las limitaciones de crédito, tanto en moneda extranjera como local, que les impide expandirse.
Los economistas advierten que no habrá que esperar, al menos por ahora, una solución. "El Gobierno no va a corregir el atraso cambiario porque eso le va a significar problemas sociales. No debemos esperar una devaluación abrupta", comenta Javier González Fraga. Aun así, el exsecretario de Finanzas, Daniel Marx, opinó que la tendencia a la dolarización puede aumentar en los próximos meses, por lo que habría que esperar una profundización de ese escenario si aumentasen los efectos negativos del default selectivo. Para Javier Finkman, economista jefe del HSBC, "debido a la caída de los commodities y la recesión en Brasil, la Argentina no va a tener viento de cola como en la década pasada".
De acuerdo con la encuesta de M&F, dos tercios de los encuestados supone que la economía se va a deteriorar y un 48,4% cree que desde que la Argentina entró en recesión aumentaron los problemas de empleo. Hubo un punto donde muchos de los consultores y economistas coincidieron: lo que resta de 2014 y 2015 serán tiempos difíciles para la economía, sobre todo si no se resuelve el conflicto con los buitres. Pero si el contexto internacional acompaña, 2016 puede ser un año prometedor.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=758437