Ni la industria ni el consumo muestran repuntes significativos. Pocas esperanzas de que la economía juegue a favor de las necesidades oficiales en los próximos meses
Los datos de actividad que se van conociendo mes a mes son poco alentadores. Por ahora ni el consumo, ni la actividad industrial ni la construcción muestran señales claras de recuperación, no sólo respecto del año anterior, sino también en comparación con el mes previo. Y lo que pueda ocurrir de ahora en adelante tendría poca fuerza, pensando que el Gobierno precisa que la economía lo acompañe en las elecciones de octubre para poder completar sus objetivos iniciales.
El nuevo informe sobre el comportamiento industrial que divulgó el Indec presentan esa ausencia del repunte tan anhelado y en algún punto anunciado por el Gobierno. La caída de junio respecto al año anterior fue de 6,9%, pero aún se compara con niveles relativamente altos (lo peor de la recesión del año pasado ocurrió en el segundo semestre). Lo más preocupante, sin embargo, es que en la comparación mes a mes también dio negativo, en este caso 1,8 por ciento.
Algo bastante parecido sucedió en el caso de la construcción. La caída contra el año anterior fue de 11,8%, mientras que en relación al mes anterior disminuyó 4,2%. En este caso, se sintió el esfuerzo fiscal que está realizando el Gobierno y que impactó en el volumen destinado a obra pública. Se trata, por otra parte, de un comportamiento inédito en períodos preelectorales.
En tanto, un informe divulgado por la consultora ACM indicó que «los datos recientes muestran que hay pocas señales de reactivación económica». De un análisis de los sectores se desprende que sólo tienen signo positivo la molienda de oleaginosas y refinación de petróleo». Es decir, sólo los sectores industriales ligados al campo y a la energía logran recuperar terreno perdido.
Por el lado del consumo tampoco hay datos demasiado favorables, aunque se empieza a notar un cambio de tendencia muy incipiente. Según un relevamiento de CAME, el comercio minorista en julio mostró una caída interanual del 7,5%, pero muestra un salto de 4,5% en relación al mes anterior. Esto significa que lentamente se va notando una recuperación del salario, aunque influyó especialmente el relanzamiento del plan «Ahora 12», que permitió comprar electrodomésticos, línea blanca y otros productos y servicios en hasta 18 cuotas.
Por el lado del crédito tampoco hay buenas noticias, ya que tanto las líneas personales como para empresas continúan creciendo bien por debajo de la inflación. Lo paradójico es que los depósitos aumentan más rápido, pero los bancos destinan la mayor parte a las Leliq que emite el Central, atraídos por altas tasas de interés.
El «semáforo de la actividad económica» sigue mostrando, por consiguiente, más rojos que verdes. La escrituración de inmuebles en la Ciudad, por ejemplo, no sale del pozo. Y algunos sectores puntuales como la venta de cero kilómetro se mueven a partir de las bonificaciones lanzadas por el Gobierno, pero a un ritmo menor al esperado.
Expectativas para el último trimestre
La gran apuesta del Gobierno es que de acá a octubre el repunte de la actividad se vuelva más visible. La «ventaja» es que en términos interanuales se estará comparando contra un nivel de actividad que ya había caído mucho a partir de julio o agosto de 2018. Al mismo tiempo, la desaceleración de la inflación cuando ya se siente más a pleno el aumento de salarios por las paritarias debería actuar favorablemente para recuperar el consumo.
Sin embargo, la persistencia de altas tasas de interés, la cautela típica de los períodos preelectorales y un dólar algo más volátil que en los últimos meses jugará en contra de una reactivación más palpable. Los tiempos de recuperación a «tasas chinas» quedaron en el pasado y ahora es todo mucho más lento.
La economía no jugará a favor pensando en las próximas elecciones, pero al menos el Gobierno tiene suerte de que no siga jugando en contra. Ésa es lo máximo a lo que puede aspirar el equipo económica en épocas de vacas flacas.