Ayer rozó los $ 200 y marcó un cambio de tendencia tras varias semanas a la baja. El Tesoro precisa seguir colocando deuda en pesos para cubrir sus necesidades financieras
La caída del tipo de cambio en la primera parte del año le permitió al Gobierno llevar adelante su plan financiero con holgura. A tal punto que consiguió un financiamiento neto de $ 640.000 millones en el primer trimestre. Pero ahora habrá que seguir de cerca la evolución del dólar: se despertó de la “siesta” y si continúa su tendencia al alza podría complicar la estrategia oficial de tomar deuda en el mercado local.
El “colchón” conseguido por el Tesoro equivale a 0,9% del PBI y precisa un total de 1,8% para cumplir con el programa financiero comprometido con el FMI. Esto significa que no sólo debe refinanciar toda la deuda en moneda local que vence, sino colocar además un significativo monto adicional.
El plan se viene cumpliéndose sin grandes dificultades. Además, la estrategia se basa en reducir la emisión de Leliq por parte del Banco Central y que sea el propio Tesoro el que salga a conseguir financiamiento. Para eso el principal instrumento son los bonos que ajustan por CER, es decir, por la evolución de la inflación.
Para el ministro de Economía, Martín Guzmán, es clave seguir colocando deuda en pesos para cumplir el programa con el FMI. Justamente se negoció una drástica reducción de la emisión monetaria del Banco Central (de 3,7% a sólo 1 este año), pero sujeta a que sea el Tesoro el que consiga el financiamento a través de la colocación de deuda en el mercado local.
Con una inflación que rozó el 7% en marzo, parece buen negocio seguir apostando por esta alternativa de deuda en pesos ajustada. Pero todo está atado con alambres y depende de que el Gobierno consiga, a la vez, mantener la estabilidad cambiaria.
Para los inversores no se trata tanto de comprar un activo que no le pierda pisada a la inflación, sino básicamente de ganarle al dólar. En la medida que el tipo de cambio empieza a salir del “letargo”, la apuesta en pesos se vuelve más compleja.
En principio no hay demasiado de qué preocuparse. El dólar libre subió en dos días de $195 a $199,50, es decir una suba de 2,3%. No luce como algo exagerado o que requiera de un cambio drástico en la forma de administrar la cartera de inversiones. Pero sí parecería estar indicando que el tipo de cambio habría tocado un piso. También el “contado con liquidación” tomó cierto envión y terminó arriba de $ 192.
La apuesta por el peso aprovechando el dólar planchado es lo que en la jerga financiera denominan “carry trade”, es decir aprovechar altas tasas en moneda local para ganar en moneda dura. El problema es que todo esa supeditado a la estabilidad cambiaria.
La “bicicleta financiera” se viene manifestando en varios frentes. El Gobierno aceleró la colocación de bonos ajustados por CER, hubo un fuerte aumento en la suscripción de fondos comunes con bonos también a tasa en pesos y crecieron más de 50% en lo que va del 2022 los plazos fijos que ajustan por inflación.
El Tesoro consiguió financiación neta por más de $ 600.000 millones en el primer trimestre, superando con holgura el compromiso asumido con el FMI. Pero para adelante podría tener dificultades para colocar más deuda en pesos si el dólar se mueve para arriba como ocurrió en los últimos días
La caída del dólar sorprendió a la mayoría por la rapidez con la que se produjo. De niveles de $ 225 a fines de enero terminó cayendo a $ 195 la semana pasada, mientras que a través de la Bolsa se conseguía a menos de $ 190. Por eso era esperable cierta reversión, que se produjo luego de los anuncios del Gobierno de nuevos bonos para jubilados y otros segmentos muy impactados por la suba de la inflación. Según cálculos oficiales, el esfuerzo fiscal superaría los $ 220.000 millones.
Con esta perspectiva de mayor gasto y emisión monetaria, inmediatamente aumentaron las proyecciones de inflación para el año. Consultoras como Eco Go, por ejemplo, ya estiman que podría ubicarse en el 65%. En este contexto, luce cada vez mas difícil que el dólar siga haciendo la plancha, aún cuando termine bien por debajo de la inflación anual.
La expectativa es que el fuerte ingreso de dólares por parte del complejo cerealero, impulsado además por altos precios internacionales, ayuden a mantener el tipo de cambio relativamente estable.
Sin embargo, los inversores saben que se trata de un corto período de tiempo y que todo podría cambiar rápido. Sobre todo teniendo en cuenta que en el segundo semestre cae drásticamente el ingreso de divisas.