El pico de mejora fue a fines de septiembre, cuando alcanzó 57% respecto de fin del año pasado. La baja del dólar y la alta inflación redujeron luego esa ventaja inicial
La competitividad cambiaria alcanzada con la brusca devaluación de fines de agosto, cuando el dólar saltó a $ 40, se fue deteriorando en el último trimestre y ya perdió 20 puntos desde el pico alcanzado en septiembre. La estabilización de la divisa en torno a $ 38, sumada a la aceleración inflacionaria durante estos meses, hizo que se perdiera parte del beneficio alcanzado inicialmente. De todas maneras, los analistas coinciden en que el nivel actual de tipo de cambio es aún competitivo, más alto que el promedio histórico, y que no están dadas las condiciones para pensar un 2019 con un escenario de atraso cambiario.
El pico de mejora en el tipo de cambio real multilateral, que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto a la de sus 12 principales socios comerciales, fue a fines de septiembre, cuando la mejora respecto de diciembre de 2017 había alcanzado el 57%. A partir de ese momento, el Banco Central implementó su nuevo régimen monetario y cambiario, con el anuncio de expansión 0 de la base monetaria y las bandas de flotación, lo que ancló las expectativas y, consecuentemente, se estabilizó el dólar en torno de la banda inferior.
Pero no fue gratis. El salto cambiario se tradujo rápidamente en un alza de precios (pass through) y septiembre registró la inflación más alta de los últimos 2 años y medio, con 6,5%. La de octubre fue algo menor pero igualmente alta (5,4%) y recién en noviembre se habría ubicado abajo del 3%. «Por la baja del dólar y la inflación alta, se produjo una caída de 16,3% en el tipo de cambio real. Si bien influye la variabilidad del resto de las monedas, en este caso fueron motivos de segundo orden», afirmó la economista de la consultora Abeceb, Elizabeth Bacigalupo. Hoy, el escenario es igualmente de mejora de 32% respecto de fines del año pasado y la expectativa es que el tipo de cambio vaya acompañando la inflación en 2019.
«Hoy el tipo de cambio se ubica algo por encima del promedio histórico de largo plazo. Argentina ganó competitividad, clave para poder seguir con el ajuste externo, y a pesar de esta reciente apreciación en términos reales, no hay atraso cambiario», enfatizó la economista. Aunque no se anima a afirmar que es un valor de equilibrio, «no es un mal tipo de cambio, ya que permitiría lograr uno de los objetivos principales que es reducir los desbalances externos». El déficit de cuenta corriente 2017 fue del 4,9% del PBI; este año cerraría en torno al 3,9% y se encamina a bajar al 1,9% el próximo.
Mantener el tipo de cambio real competitivo es clave para que active el complejo exportador, que demora en reaccionar cuando se produce una fuerte devaluación. Distinto es lo que pasa con las importaciones y el gasto en turismo en el exterior, que rápidamente se acomodan al nuevo escenario. Ambas variables se destrozaron.
Para Rodrigo Alvarez, de Analytica, «aún resta ver una parte importante del arrastre del impacto de precios sobre el tipo de cambio, que por ahora se refleja en la pérdida de margen de ganancia de firmas que no han podido trasladar a precios el aumento de costos producto de la recesión». Y si bien el contexto de altos rendimientos de los activos en pesos puede hacer que el dólar baje, «el margen para la apreciación no es demasiado» teniendo en cuenta que el 2019 será eleccionario, con alta demanda de divisas y un corredor de tipo de cambio extremadamente ancho, ya que entre el piso y el techo puede subir hasta 30%», sostuvo Alvarez.
El analista agregó que «con un tipo de cambio cerca de la banda inferior, en 2019 se mantendrían los actuales niveles de competitividad».
Tampoco en Abeceb esperan un deterioro de la competitividad. La expectativa es que el tipo de cambio nominal esté más cerca del piso que del techo, con una inflación en desaceleración.
«Esperamos una suba del tipo de cambio de 26% y una inflación del 27%, es decir, no vemos atraso. Pero hay que monitorear la suba del dólar por efecto electoral», sostuvo Bacigalupo.
Para Gabriel Caamaño, de Eco Ledesma, «era lógico y esperable que cayera el tipo de cambio real en un escenario de estabilización».
Y planteó que «hacia adelante parece haber margen, aunque depende de la evolución de los precios externos y el nivel de derechos de exportación de cada producto». «Algo de apreciación real vamos a tener en 2019, pero moderada. El principal desafío que tiene este proceso de estabilización es superar el ruido político que supongo un año electoral», aseguró.